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A Santiago voy..por el camino de Portugal- diciembre 2021

Buenos días, gronzeros. Aquí estoy otra vez para contar algo de mi penúltimo camino, esta vez del sur al norte. El martes catorce de diciembre por la tarde, mi amigo Diego me acerca en coche hasta Tui: una hora y media de autopistas, que se convertirán en cuatro días de camino. Una vez instalado en la pensión (primer sello) y después de concertar la compra de un décimo de lotería a medias, me acerco hasta Valença por el viejo puente internacional, y así poder decir que empecé el camino desde la raia de Portugal. Ya es de noche y hace bastante frío: recuerdo haber cruzado ese puente muchas veces de crío cuando iba con mis padres de compras a Valença, los controles de pasaportes, las largas colas que se formaban en la aduana de regreso para revisar el "contrabando" de café, toallas, sábanas y demás...hoy todo eso ha pasado a mejor vida, en la aduana  no se observa movimiento y el edificio de la alfandega parece que se dedica ahora a usos culturales. No se ve ningún guardia ni policía; sólo algunos vehículos de policía y de la GNR aparcados: todos aquellos negocios que vivían de la frontera han desaparecido.  Me acerco hasta la fortalessa (vigilando a Espanha) para hacer unas fotos y regreso a Tui: hay alguna animación en las cafeterías del Paseo, pero poca gente en el casco antiguo; después de una charla agradable con el hospedero ceno en la taperia Alboio de Tui en la plaza de la catedral, prácticamente solo; ensalada, zorza, copa de mencía, y chupito de ron con el café, recomendable (la tapería y el chupito). Abluciones nocturnas y a la piltra. Esta ha sido la "etapa" de hoy: Valença-Tui.

Día 15- Tui-Redondela.

El camino empieza de verdad; termino mi desayuno peregrino (te verde con leche y zumo de naranja) y me pongo en marcha. Me echo la mochila a la espalda, y no dejo de pensar que pesa demasiado y seguro que me sobran cosas, pero lo cierto es que, al final,  solo he dejado de usar una camiseta de manga larga, un par de calcetines, la gorra y las gafas de sol; sin incluir la botella de agua, unos 7,5 kg. (el chubasquero y el poncho no me los he traído) Empieza a clarear el día y voy saliendo de Tui, cruzándome con los chavales que van al instituto y las madres y abuelas que llevan a los niños al cole, funcionarios del concello, la gente que va a sus trabajos...Dejo Tui y enfrente de mí tengo el monte Aloia; el primer mojón que encuentro marca 117 km; no es momento de empezar a contar kilómetros, primero uno, después otro…Me encuentro con el que será compañero en este camino, Miguel de Lisboa: él camina más rápido que yo y pronto me deja atrás, pero iremos coincidiendo por aquí y por allá. Llego a las gándaras de Budiño, un terreno pantanoso que luce bastante espectral a la hora de pasar por allí con sus árboles ya desnudos de hojas y la neblina que se mueve entre ellos. Parece que en esta etapa hay cierta controversia entre caminos oficiales, alternativos y alternativos de los alternativos...me alcanza Miguel, un peregrino de Lisboa que comenzó en Braga y con el que coincidiré en otras ocasiones, aunque él camina más rápido. Llego a Porriño: en el centro hay bastante animación; me paro en una terracita al sol a tomar un café y veo por allí los primeros peregrinos: entre ellos una chica alemana que conocí en la catedral de Santiago el día de la Inmaculada y que hace el camino hacia Portugal. Continúo hacia Mos con la intención de comer allí, pero mi gozo en un pozo: está todo cerrado. Afortunadamente, llevo un bocadillo para emergencias, y ésta es la ocasión; será mi comida hasta llegar a Redondela. Ya empieza a anochecer cuando entro en la ciudad; estoy bastante reventado al llegar a la pensión que está pie de camino, en el centro: para no perder la costumbre, la habitación está en el segundo piso (supongo que por subir y bajar escaleras, se ganarán unos cuantos días de indulgencias... Después de ducharme y descansar un poco, salgo a intentar cenar: el sitio que me recomendó la hospedera está cerrado, busco sitios en una aplicación del móvil y cerrado, cerrado, cerrado....por fin encuentro uno que está en una  de las calles por donde pasa el camino (esto tiene que ser una señal).Se llama 78 Gastrobar: un local sencillo, bastante nuevo, soy el único comensal (lo cierto es que es un poco temprano para cenar); es el primer sitio en que me preguntan si tengo pasaporte-covid, pero no me piden que lo enseñe: la verdad es que ya ando despistado con todo esto de las obligaciones, limitaciones, restricciones, recomendaciones y demás: la camarera es simpática y la cena está muy bien, ensalada caprese y tempura de pulpo y rape, dos copas de vino (¡toma!), café y su chupito. No es barato pero he cenado muy bien, y descubro el pulpo en tempura, que nunca había probado (lo que no hagamos los gallegos con el pulpo..). Antes de cenar, me he pasado por el Froiz para reponer las provisiones de emergencia, por si acaso.

Hacer este camino es esta época está resultando diferente de otros caminos en momentos más veraniegos: poco ambiente peregrino, alojamientos y bares cerrados (no hay que fiarse mucho de las indicaciones que aparecen en las guías sobre horarios y fechas de apertura); va a ser un camino bastante solitario, aunque por un sitio o por otro siempre te encuentras alguna señora que te desea buen camino. Por otro lado, para mí el tiempo es ideal para caminar: aunque los días son cortos, da tiempo de sobra para hacer las etapas, el tiempo es seco y soleado, con frío por la noche y escarcha en los campos hasta bien entrada la mañana. Los caminos están cubiertos de la hojarasca de los robles que todavia no hanperdido por completo sus hojas: se levanta una suave brisa que deja desnudas las ramas.

 

DIA 16- Redondela-Pontevedra

 

Desayuno en la pensión y me pongo en marcha con las primera luces. Una vez dejada la carretera, el camino va a acercarse a la ría de Vigo y a la ensenada de Rande, famosa hoy por el puente de la autopista y desde hace muchos años por el encuentro naval entre la flota de América y los hijos de la pérfida Albión: los galeones se fueron a pique con el oro, pero nadie los ha encontrado todavía; el mar guarda con celo sus secretos. Por fin llego a Pontesampaio, puente que cruza el río Verdugo de da origen a la ría de Vigo; inevitables los memoriales de la batalla que, en unión de otras escaramuzas, supuso el fin de la ocupación francesa de Galicia. Al cruzar el puente ya se entra en el concello de Pontevedra, aunque el camino después entra y sale de este concello y de los limítrofes. Antes de llegar a Pontevedra se entra en un bosquecillo que se ha habilitado para pasear al margen de un riachuelo: es un paseo agradable, aunque alguna parte del camino es un barrizal. Me encuentro con una chica paseando a la familia (“desde aquí una hora hasta el albergue”). Efectivamente, el paseo desemboca en una calle que pasa por el albergue y la estación de ferrocarril de Pontevedra: me quedo en un hotelito en la zona monumental: comida y siesta. La etapa de hoy ha sido más relajada que la de ayer, después de un buen descanso, salgo a pasear por la ciudad: hay que reconocer que está bien bonita y cuidada, con mucho ambiente en las calles y toda la iluminación de navidad. Visito la iglesia de San Francisco y después asisto a misa en la iglesia de la Peregrina: una iglesia con gran fachada pero muy pequeña por dentro, parrafada conla saristana y nuevo sello en la credencial.

Terminada la misa, me voy a cenar a casa Fidel, para mi ya un clásico en la ciudad: por la simpatía y eficiencia del personal, el ambiente de los parroquianos, la calidad de la comida y los precios: taza de caldo y mejillones al vapor, botella de agua y cafe 14 euros. Hoy no hay chupito. De regreso al hotel, lo cierto es que las calles están abarrotadas de gente, y las terrazas de los bares llenas. Es jueves noche: afortunadamente el hotel no es ruidoso.

 

DIA 17.- Pontevedra-albergue de O Pino de Valga.

Desayuno en la cafetería del hotel y me pongo en marcha: la idea es llegar hasta Caldas, y , a partir de ahí, ya veremos. Este tramo de Pontevedra a Caldas ya lo conozco, por haberlo hecho en plan senderismo algún sábado (como el de A Escravitude-Santiago). Salgo de Pontevedra por el puente y voy haciendo camino: en el mesón don Pulpo hago una parada: me encuentro a Miguel y al señor Manolo que vende colgantes de motivos jacobeos, un tipo bastante simpático y eficaz vendedor (sí, le compré uno). A mediodía llego a Caldas con la intención de comer en una  cafetería al lado del río, en la que da el solete, pero está cerrada. Sigo por la carretera y llego a local llamado Roquiño, enfrente del albergue Agarimo: tiene un patio a la entrada, después el bar y al final el salón para comer: yo me quedo en el patio, aunque hace un poco de fresco: por diez euros, calabacín relleno y merluza de verdad a la gallega, agua, y café. Totalmente recomendable; cuando yo llegué era temprano y había poca gente; al marcharme, estaba abarrotado. No puedo dejar de acordarme de algunos menús del peregrino del mismo precio y nada que ver. Sigo camino hasta Pino de Valga; hace buena tarde y me encuentro bien: llego de día; el albergue es bastante grande y , de momento, soy el único que se hospeda allí. El hospedero de la Xunta, correcto. Está situado al pie de la carretera, y poco más hay que tres bares, de los cuales solo abre uno para cenar; para desayunar ninguno.Más tarde llega Miguel; creo que tiene algún problema con la lavadora, que se soluciona, y hechos los deberes nos vamos a cenar al único bar abierto: sopa de fideos (muy nutritiva), él pulpo y yo ensaladilla; vino blanco de la casa, cafes y chupitos (hoy sí). Dado que es el único sitio que está abierto, no hay más que pedir, pero no fue barato precisamente.

DIA 18.- Pino de Valga- Santiago.

Me levanto el primero, preparo todo, me despido de Miguel (bom caminho) y salgo a desayunar; aunque está oscuro, ya son más de las ocho, y es cuando me doy cuenta que está todo cerrado; echo mano de un par de mandarinas que tengo en la mochila, y cuando clarea un poco, me pongo en marcha: una bajada pronunciada siguiendo el curso del río. Se pasa por la iglesia de Valga y ya se ve la desembocadura del río Ulla, que origina la ría de Arousa: tras diversas vueltas y revirivueltas, se cruza el puente que da acceso al concello de Padrón: el territorio en que se asienta Padrón es realmente una isla rodeada de agua por todas partes, el río Ulla y dos brazos del rio Sar (que viene de Santiago y desembocan en el Ulla), para entrar o salir siempre hay que cruzar un puente.Desayuno en la cafetería Mundos (recomendable, sita en el paseo del Espolón) y después me acerco hasta la iglesia De Santiago: detrás del altar mayor está el famoso Pedrón, donde atracó la barca de piedra sin timón ni gobernalle que trajo el cuerpo del Apóstol acompañado por sus discípulos: tras una serie de peripecias llegaría a lo que hoy es Santiago.  Continúo camino por Iria Flavia (iglesia cerrada), A Escravitude (funeral concurrido) sigo y sigo; hoy ya no busco lugares para comer, me apaño con las almendras que llevo en la mochila. Sigo camino y me pierdo en una rotonda cerca del Milladoiro: afortunadamente, vuelvo al camino, paso el Milladoiro, y ya se entra en el concello De Santiago. Más adelante hay que decidir: camino por Santa Marta-Choupana o por Conxo. Sigo el primero porque el otro ya lo conozco: recomendaciones? Pues el de Conxo en un poco más bonito al principio al pasar por delante de la iglesia de la Merced y el antiguo convento de mercedarios (hoy hospital psiquiátrico); pero una vez pasada esa plaza ya son calles normales de la ciudad sin más atractivo, igual que por el otro lado, que es un poco más corto y más tradicional porque era el camino por donde se venía de Padrón y Pontevedra hasta la Porta Faxeira.

Llego a casa, suelto la mochila y me voy hasta la oficina del peregrino con mi credencial: son más de las cinco de la tarde, y no hay casi nadie; a los voluntarios se les ve un poco aburridos, pero muy serviciadles y amables. Me hago con un par de credenciales para el futuro (me puede el vicio). Con mi nueva Compostela, subo hasta el Obradoiro, me hago un selfie con la fachada detrás y me acerco hasta la cripta de la catedral donde se guarda la urna con los restos del Apóstol, meta de la peregrinación según los sacerdotes de la catedral. Y desde luego, mi meta al llegar a Santiago.

 

Dia 19. Misa del Peregrino

 

Bella celebración con la actuación del coro Quiroga Palacios y funcionamiento del Botafumeiro: la catedral no esta llena, pero casi. Terminada la misa me dirijo a una comida familiar, y en la Rúa del Villar me encuentro a Miguel camino de la estación para coger el bus a Porto, Bom Caminho!!!

 

Este es un resumen de mi penúltimo camino; espero no haber sido muy pesado; si le sirve de utilidad al alquien, fenomenal. Feliz Pascua de Navidad y buen Año Santo Compostelano Extraordinario!!!!

 

Ultreia