Ideas peregrinas en un Camino desde Sevilla (VII)
Al salir del albergue de Fuenterroble en la oscuridad recibí un bofetón frio. ¡Buenos días! me saludó un viento cortante. Menuda helada ha caído, comentó el dueño del bar mientras me ponía el café. La cocina del albergue sigue sin estar operativa y por tanto ni cenas ni desayunos en compañía.
Como habían advertido, el invierno ha regresado. Esperemos que solo sea para despedirse, aunque no me hubiera importado que lo hubiera hecho a la francesa. Con su aliento gélido esa mañana lo cubrió todo con una capa de encaje tejido con minúsculos cristales blancos y brillantes. El sol se alzó e inmediatamente se puso a deshacer ese tapiz de hielo y el mundo a mi alrededor se calentó, ligeramente.
Seguí caminando sobre lo que un día fue la calzada romana -Iter ab Emerita Asturicam, ponía en algunos paneles-, los miliarios así lo atestiguaban. Por ahí habían pasado legiones romanas y, probablemente, también Almanzor cuando iba a guerrear al norte o cuando volvió a Córdoba con las campanas de Santiago. También pasaron peregrinos y ahora pasaba yo pensando en cuántos me habían precedido.
Intentaba resguardar del aire frío mis orejas y la nariz cuando se me ocurrió que al Pico de la Dueña es probable que no subieran antaño ni legionarios, ni peregrinos. Como el viento arreciaba los molinos giraban más y más. Su zumbido sonaba burlón, y molesto. Pensé que, efectivamente, el desvío no tiene sentido salvo para contemplar, desde la cruz de Santiago que llevó allí arriba el padre Blas de Fuenterroble, las panorámicas de la tierra charra. Al menos estas fueron superlativas. Pero quedó la duda. De camino a San Pedro de Rozados volvieron a aparecer los miliarios, así que efectivamente la calzada romana debió discurrir por ahí.
Las dehesas salmantinas han resultado más austeras que las (al menos estos días) exuberantes y floridas campiñas extremeñas. Son más castellanas, como expresión de su sobriedad. Como era domingo por los caminos que me acercaban a Salamanca empezaron a surgir paseantes, ciclistas y hasta un jinete a caballo. Otros jinetes, de motos de dos y de cuatro ruedas, surgían en una nube de polvo atronadora y desaparecían veloces. Yo llegaba tocado y renqueante, con mis pies pidiendo a gritos un receso. Desde hacía mucho rato veía la ciudad en la lejanía pero, como de costumbre, un duende travieso tiraba de ella alejándola de mi cuanto más me acercaba.
Un cartel me alertó de que me hallaba en un escenario histórico. En aquellas llanuras Napoleón (en realidad un subordinado suyo) perdió el tambor como Almanzor en Catalañazor, según se dice. El caso es que franceses e ingleses, estos asistidos por fuerzas ibéricas aunque testimoniales en comparación, se zurraron de lo lindo en un glorioso episodio, para los vencedores, de nuestra Guerra de Independencia (sic). Resulta curioso que en estas tierras de Aquí siempre hayan venido otros de fuera a dirimir sus diferencias y a pegarse de patadas en nuestro culo. Viene de antiguo, recuérdese a cartagineses y romanos. Estos se quedaron y luego lidiaron sus guerras intestinas Aquí, naturalmente implicando a los lugareños. Al menos dejaron esa calzada por la que a ratos caminamos.
Una vez en Salamanca me invadió la misma sensación que en Cáceres el domingo pasado. Pero esta vez tuve que quedarme, sometido al chantaje de mi pie derecho, secundado por el del otro lado.
¿Porqué ya no me seducen como antes las reverendas piedras de estas antiguas ciudades,? Si por aquí estuvieron Fray Luis de León -…como decíamos ayer-; Unamuno -… venceréis pero no convenceréis-; tal vez la Celestina, por cierto que el albergue de peregrinos está junto al (presunto) huerto donde Calixto y Melibea se encontraban; o Cervantes, con citas suyas por las paredes aludiendo a las virtudes de la ciudad. Porqué prefiero yo largarme raudo a rodearme de alcornoques de verdad y no como los que andamos, lamento reconocer que yo el primero, dando vueltas entre los venerables edificios buscando la rana sobre una calavera en una fachada plateresca o un astronauta en la portada de una catedral.
Muchas gracias y buenas noches
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Buenas noches,hace dos días llegué a granada y el horror,era sábado y lo único que queria era huir bien rápido de allí y su gentio.
Hola, David. Seguro que entre los olivos te vas a encontrar bien acompañado. Estoy siguiendo tu periplo por el mozarabe. Bautismo de barro? Saludos.
No eres el único al que ya no seducen. Confieso que me sucede lo mismo, y que acercándome a esas grandes poblaciones ya estoy deseando salir disparado en busca de esa acompañada soledad. Además se acentúa el espanto con el paso del tiempo y de los Caminos.
Aún te quedan un par de días de escarchas matinales y orejas congeladas hasta que el sol caliente, poco.
Ese Aquí que utilizas me gusta. Es limpio, higiénico. Además me ha recordado al gran Forges, con su Historia de Aquí, que consumía siendo un adolescente.
Gracias por tus finas e inspiradas ideas, Peregrino
Gracias, Indi. El Sr. Fraguas siempre fue también santo de mi devoción. Su historia de Aquí tiene su lugar en mi biblioteca. Siempre me encantó ese enfoque gamberro de nuestra historia. Saludos.
Gracias por hacerme recordar y disfrutar de nuevo la belleza y las sensaciones del Camino
No se merecen. Saludos, Montse.
Toca cuidar a ese pie. De nuevo gracias por escribir y compartirlo con nosotros, se disfruta mucho Papadopou!
Buen Camino :)
Gracias, Cristineta. Ahí estoy intentando recuperarlo para el equipo. Ya casi está a punto. O eso quiero creer. Saludos.
Esta vez tu relato tiene visos de crónica. En él se suceden vicisitudes y personajes -unas veces históricos, literarios otras- que se incorporan poco a poco a tu Camino y al nuestro y vuelven a transitan por nuestra imaginación.
La seducción de las piedras nunca es la misma cuando su contemplación se repite: en ninguna es superior a la primera vez.
Pensaba sobre ello cuando siguiendo la Vía me he ido acercando a Cáceres
Dejando el puente de San Francisco se sube por la calle Damas y se entra en la Ciudad Antigua. Temía perder la impresión que me causó cuando la visité como viajero; sin embargo bajando hacia la Plaza Mayor las callejuelas tomaban un significado nuevo y distinto. Creo que los peregrinos miramos lo que nos rodea de manera diferente aunque el objeto al que la dirijamos haya permanecido igual.
Acabo de llegar al alojamiento y me he puesto a escribiros porque os lo quería contar.
Esta tarde volveré al barrio antiguo, me perderé por sus calles y continuaré contemplando lo que pasa.
Mucho frío.. por aquí también.
Que se mejore tu pie, Papadopou
Un abrazo peregrino a todos
Antonio espero que estes disfrutando. Abrazo
Gracias, Antonio. Tienes razón, nunca nada es como la primera vez. La ilusión que tenemos ante las novedades y las expectativas que nos creamos hacen que la repetición no pueda igualar a la primicia. Ánimo que el frio ya va aflojando. Mi pie progresa adecuadamente, o eso creo. Saludos y buen Camino.
"Creo que los peregrinos miramos lo que nos rodea de manera diferente aunque el objeto al que la dirijamos haya permanecido igual."
Verdad verdadera
Encandilada estoy con tus cronicas! Abrazo
Gracias MaTeresa. Voy a dejarte otra para que no te desencandiles. Saludos.