Ideas peregrinas en un Camino desde Sevilla (VIII)
Al salir de Salamanca me sentía absurdo caminando por la ciudad renqueando y cargado con la mochila. La gente iba al trabajo y los niños al colegio. ¿Quién va un lunes por la ciudad con un bastón de madera de más de metro y medio de alto? Me había prometido una etapa cómoda. No muy amena pero llana y con pueblos intermedios en los que ir deteniéndose. Pero para empezar, precisamente porque era lunes, me encontré cerrados los bares por ser día de descanso. ¿No podrían coordinarse y, como las farmacias, dejar un bar de guardia para la atención al peregrino?
En Castellanos de …. (ahora no recuerdo el apellido) me consolé de no poder tomar algo caliente admirando las pinturas que decoran algunos de sus muros. Han hecho un precioso ejercicio de memoria para reivindicar esas formas tradicionales de trabajo en el campo que se han perdido. Un mensaje en formato actual para valorar la tradición y, naturalmente, el Camino. ¿Nostalgia? No creo que ningún labrador añore la reata de burros o segar a mano. Es otra cosa. Una vida, no de pueblo, sino en el pueblo y no como dormitorio de la ciudad cercana, vista como espacio y como forma de vida (¿moderna?) que todo lo absorbe, mejor dicho lo succiona.
Luego, en Calzada de Valdunciel, la forja me pareció protagonista. Un precioso ejemplo es el mirador sobre la charca que hay saliendo de la localidad. Unos patos de rojo metal alzan el vuelo entre los cañizos de hierro y desde ese pequeño promontorio parece que puedan elevarse sobre los verdes campos de cereal. No es Calzada un pueblo decadente, sino de los que resisten. Me lo decía la boticaria que, aunque reside en Salamanca, ejerce aquí en su botiquín farmacéutico, que no farmacia. El hijo del antiguo molinero del pueblo regenta el albergue turístico y un mesón. En tanto no reabra el albergue municipal resulta una buena opción para los peregrinos. Este hombre, que no continuó la profesión familiar, es un ejemplo de cómo con fuertes raíces hundidas en su tierra tambien pueden lograrse frutos. Siempre que se riegue, supongo, con mucho esfuerzo.
Llegué a la provincia de Zamora. ¿Tierra del Vino? No vi muchas cepas. Probablemente no me fijé bien. Mucho cereal y otros campos cultivados. Tal vez las viñas se extiendan en otra dirección, porque estando ahí el Duero, el vino no andará lejos. De Zamora recuerdo buenos tintos en Toro y en los Arribes. Tendré que informarme mejor por si me perdí algo.
Pasando el Duero me he acordado de los mapas que completaba en el colegio de niño añadiendo el nombre de los ríos. En el de este viaje podría escribir el nombre del Darro y el Genil, en Granada; el Guadalquivir, en Córdoba y Sevilla; el Guadiana, en Mérida; el Tajo, camino a Cañaveral; el Tormes, en Salamanca y ahora el Duero en Zamora. Pocos ríos grandes quedan ya por cruzar. El Miño, en Orense, aún queda lejos. El Esla, que cruzaré camino de Tabara, está atrapado por la presa de Ricobayo. En estos tiempos de especulación hidroeléctrica embalsa más hierba que agua. Tal vez antes de que vuelva a llenarse haya tiempo para que crezca un sabinar y, quién sabe si volveremos a ver algún druida que nos descifre las inscripciones celtíberas cuyo significado hasta ahora se nos ha ocultado.
Zamora me pareció más grande que en otras ocasiones. Quizás sea que la ciudad ha crecido o tal vez que estos últimos días las distancias se dilatan al acortarse la longitud de mis zancadas. En cualquier caso encontré interesante la combinación de románico y de lo que suele llamarse ahora arte urbano.
El recorrido de hoy, hasta Fontanillas, no empezó con buen pie. No es una forma de hablar, es que a los problemas de los últimos días se añadió una sensación nueva en la planta del pie derecho. En Roales del Pan me descalce y descubrí que una nueva ampolla se había unido a la fiesta. Desplegué el material quirúrgico de campaña y procedí a la intervención. Solucionada la incidencia pude continuar, sufriendo tan solo los inconvenientes habituales. Vi pasar un tren velozmente en sentido contrario a mi marcha. Pensé que si llegó a Santiago como tenía previsto probablemente ese mismo tren será el que me lleve de vuelta a casa. ¡Mi caaasa, teléeefono! Fue un momento de bajón. ¿Qué hace un tipo como yo en un lugar como este con los pies a la funerala? Si llamó a mi mamá seguro que me dice que me suba al tren y que regresé ya. ¿Y si tuviera razón? ¡Ay, la mamma!
Sumido en esos pensamientos llegué a Montamarta… y seguí adelante, claro. Aunque el paisaje está verde por los trigos que están creciendo, si caminas cabizbajo aquí no vas descubriendo florecillas que te animen con sus colores. Tampoco trinaban los pajaritos. ¿Hay pajarillos cantores por aquí? Yo solo he visto cigüeñas picoteando por los campos. Pero si ya he superado el frío invierno en abril no voy a dejarlo ahora que ha salido el sol. Aunque el sol primaveral en Zamora puede resultar tan inclemente como el del verano aunque no caliente tanto. Y muchos árboles dónde resguardarse a la sombra no hay.
Muchas gracias y buenas noches
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Buenos dias, momentos de bajón, los tendras/tenemos todos. Pero la satisfacción el orgullo, la emoción de llegar al final del día a destino previsto, duchar, descansar, nos llena de energía de nuevo para seguir el dia siguiente. Esta tierra que recorres es dura, seca, difícil, pero noble. Ánimo.
Abrazo
Gracias MaTeresa. Ahí ando obligándome a levantar el vuelo. Cabezón que es uno. Saludos.
Comienzo el día leyendo tus reflexiones. Esperando salir hacia el Embalse de Alcantara no encuentro como tú, un lugar donde tomar algo antes. Es verdad lo que dices, los pueblos que pasamos van dejando de ser lo que fueron y lentamente se van convirtiendo en otra cosa y el campo también. Nuestra mirada busca infructuosa la esencia que aún queda en ellos. Cuando un problema nos hace más difícil el Camino, surge la añoranza de nuestra casa, pero continuamos. ¿Por qué será...? ¡Buen Camino!
Buenos dias Antonio, Buen Camino para todos.
Ma Teresa, dices muy bien alguno de los motivos por los que seguimos caminando. Gracias
Ya te digo desde ya que no tengo respuesta lógica. Buen Camino a ti también . Saludos.
Gracias Papadopou por conpartir una reflexion que es tambien la mia: La ausencia de un bar de guardia es peor para el animo que la peor de las ampollas. A mi, en esos momentos, cuando pasmado ante el bar cerrado siento flaquear el empuje, me funciona bien la siguiete tecnica: Levantar la mirada hacia el horizonte obviando el riesgo de un tropezon, forzar una leve sonrisa y asi poner la amigdala a trabajar para que envie ordenes de volcado de serotonina y dopamina en el torrente sanguineo y ala problema resuelto. A andar feliz de nuevo. Tengo la conviccion de que los druidas conocian perfectamente esta tecnica psico-fisica, para muestra un boton: Panoramix siempre muestra una ligera sonrisa. Buen Camino.
Gracias por el consejo Jordi. Te compro lo de la sonrisa: a las penas puñaladas! (queda mejor en caló, puñalas, pero no hay forma ee poner el acento). Lo de mirar alto no me atrevo por eso del traspiés. Saludos.
Papadopou que sepas que todos te vamos animando y empujando un poco, más en días así de bajona o de molestas ampollas. Creo que conocemos muy bien esa sensación de preguntarte: qué hago yo aquí?? Por eso empatizamos contigo y solo nos queda animarte mucho.
Buen Camino!!
PD: a mi también se me tuerce el morro cuando me encuentro un bar cerrado a primera hora... pero bueno, me he ido acostumbrando y cuando lo encuentras (a veces después de varios km) la alegría es inmensa.
Gracias Cristineta. Te lo agradezco, de corazón . Saludos.
Animo con el Camino Papadopou, esos momento de "¿que hago yo aquí?" seguro que eres la "envidia sana" de los que siguen su rutina.
Me encanta leer estas Crónicas, =)
Muchas gracias, Kemix. Saludos.
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No descarto el truco psico.fisico de Panoramix, pero creo que en el Camino lo suyo es experimentarlo todo, o mejor dicho, permitirse experimentarlo todo: la fragilidad, la euforia, el toque friki, la morriña, el calentón, la risa tonta, el auto.aburrimiento, la cursilería, la mística, el sentido común, la curiosidad científica, o historicista, la auto.pedantería, los complejos, el pudor, la vena teatral, el autismo episódico, el espíritu de francachela, el rigor mortis, el sentirse nube, o sapo, o corderito, o lobo feroz... en fin, todo aquello que nuestras recortadas vidas cotidianas nos coartan y que en la caja de resonancia de la peregrinación nos recuerda que somos seres humanos.
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No estoy seguro si he experimentado toda la lista. Estoy deseando una buena ocasión para la risa tonta. Respecto al toque friki ... tendrías que ver la pinta que llevo! Saludos.
Acabo de experimentar un genuino momento friki. Una señora que parecía ir de paseo dominguero me pregunta si iba yo solo haciendo el Camino. En ese momento no había nadie conmigo, por lo que era evidente que si. Me ha pedido hacerse una foto conmigo. Me he acordado de lo de experimentar y he aceptado. Otra experiencia de la lista de Fernando, pensé
Que bien lo expresais Papadopou y Fernando. En el Camino nos recreamos en sentir, actuamos y muy a menudo comunicamos desde la consciencia de "ser uno", cosas estas que no suelen darse en lo cotidiano. Perdon, hoy he andado y aun no he cenado y me salen estas cosas.
Lo pensaba esta misma mañana llegando a Riolobos. Es difícil escribir los motivos por los que caminamos incansables y sobre todo expresar todo lo que el camino nos da y las emociones que sentimos recorriéndolo a nuestra manera.
Creo que ponerle palabras a todo esto es un auténtico arte y más teniendo en cuenta que se trata de hablar de algo inmaterial.
Papadopou, Fernando, Jordisud, The Kemix, Ma Teresa, Cristneta 87. Vuestros comentarios son ejemplo de ello. Lo sorprendente es: que el camino y nuestra mente no agotarán su manantial creativo nunca. Por eso yo me sigo haciéndo preguntas y las comparto aquí con vosotros.
A bote pronto, aunque parezca un tópico, me gusta caminar porque me sumerje en la Naturaleza y, a la vez, me encuentro conmigo mismo totalmente, Tengo estos días la sensación de que no puedo hacer mejor cosa en este momento de mi vida que lo que estoy haciendo ahora.
Sigamos caminando
Un abrazo fuerte, peregrinos
Yo he tenido esa misma sensación tantas veces ya, que cuando las obligaciones a las que nosotros mismos nos hemos sometido me reclaman y debo dejar el Camino, ya no dejo de pensar en otra cosa que en esa certeza: La mejor cosa que puedo hacer en mi vida, por mí mismo, y creo que también por los demás, es caminar, caminar y caminar. Y va tomando forma. Esta zona de confort es una cómoda cárcel, y la llave la tenemos nosotros. Aunque tal vez con un tercer grado sea suficiente.
Buen Camino, Antonio!
Indi, cuando lo estaba escribiendo, me he acordado también de ti. No hace falta decir que tus comentarios son un ejemplo genuino de lo que estamos hablando. Un fuerte abrazo, peregrino.
"...y creo que también por los demás..." ¿En qué sentido? Camino solo, imagino que tú también. No sé si podría decir yo lo mismo. Encuentro muy interesante esta idea.
Camino solo, pero interactuo con todo aquel con quien me encuentro.
Encuentros fugaces la mayor parte de las veces, pero suficiente para esbozar una sonrisa, mostrarme cortés, amable, solícito, a pesar del cansancio o el contratiempo, y suelo cosechar lo mismo que siembro. Eso me hace sentir muy bien. Me doy cuenta de que en general, la gente es buena, muy buena en ocasiones. Y sé que yo también lo soy. Al volver, en cierto modo, esa magia desaparece. Y mi optimismo también.
Creo que todo lo hace el Camino. Por eso a veces digo que creo que en realidad mi verdadero "Yo" es el peregrino, y no el hombre pesimista y un poco enfadado con el mundo en el que me convierto al poco de regresar. De ahí lo de "...y creo que también por los demás".
Al museo de gronze. Y yo que te conozco, no se quien eras antes de tu primer Camino, pero se que hoy eres ese "yo" que te gusta.
Gracias, Jordi. Tu también creo que eres de los de estar más a gusto "contigo" en el Camino que fuera de él, y de eso nos beneficiamos todos, peregrinos y paisanos.
Seguramente casi todos los que estamos por aquí tendremos similares reflexiones.
¿Caminar como válvula de seguridad de la olla a presión cotidiana? Si sube mucho la presión se logra un escape para el vapor y se evitan estallidos. Está bien. Los demás lo agradecen. Si estás más relajado tratarás a los que te rodean en consonancia con tu estado de ánimo y te parecerá que eres más amable, más considerado y más chupiguay, por decir algo. Pero probablemente tampoco seréis tan ogros cuando no estéis en el camino... ¿o si?
Bonitas palabras y mejores sentimientos, Antonio, gracias.
No me cabe duda que todo el que hace el Camino, y por ente el que está aquí, son buenas personas, con sus virtudes y defectos, que han sabido despertar a ese progreso atrofiador que tiene al resto de la sociedad dormidos. Y eso que el Camino solo es un nombre, con mucha historia detrás, su verdadera esencia nos conecta de nuevo con nuestras habilidades naturales, nuestro yo interior, algo que al acabarlo no nos deja ser los mismos ya, quizá nos enfade no saber integrarnos de nuevo con el resto de la sociedad que se complica en exceso con el progreso cuando no debiera ser así.
Una de esa preguntas sin respuesta que descifré en el Camino que hice solo, fue sobre que es la esencia de la vida y llegué a la conclusión que no es más que la búsqueda de la paz interior en cualquiera de sus formas; la peregrinación, la jubilación, la evasión viendo la TV, diversas formas como diversas personas hayan. Casualmente me vino la inspiración a su paso por Mecerreyes (ruta de la lana, llegando a Burgos) el bar hogar del pensionista mirando la estatua en honor a estos o quizá fue la magia del Camino que iluminó.
Sea lo que fuera me renació ese niño interior que todos llevamos dentro y que te hace ver la vida con la ilusión del primer día, recordándome porque hacía el Camino (tras la mala experiencia de los dos primeros acompañado) y aunque volviera a la rutina, mantener esa esencia de vivir cada día como si fuera viernes, sin importar el que dirán y tratando a todo el mundo con la amabilidad que reclaman las batallas interiores que libre en su interior, porque siempre he dicho que el que menos merece es el que más necesita. Aunque también hay límites y hay que saber soltar donde no hay más ciego que el que no quiere ver.
Lo que he vivido en mi itinerario de hoy no se volverá a repetir. El viento agitaba con fuerza las copas de los árboles de los lados del Camino produciendo sonidos diferentes según fuese su frondosidad y sus hojas. Unos recordaban el oleaje estruendoso; eran más suaves los que venían de los trigales y de los matojos. Se mezclaban solapandose unos sobre otros aumentando en intensidad al acercarme y perdiéndose poco a poco cuando me alejaba; pero todos sonaban a novedad en mis oídos.
Como música de fondo casi inalterados y constantes en su armonía, sentía el discurrir del agua del Jerte y el canto de los grillos porque el de los pájaros era más discontinuo y diverso.
Ha sido como una sinfonía de la Naturaleza que empezó saliendo de Riolobos fue “in crescendo”, cambió de movimiento cuando el viento rozaba las piedras de la muralla de Galisteo que iban rodeando mis pasos, y se ha callado definitivamente al entrar en Carcaboso, donde me he quedado a pasar esta noche. Te lo estoy contando mientras me envuelve el silencio de la habitación de mi alojamiento.
Como se nota que no te ha tocado de compañero de cuarto un concertista de ronquido, sino se lleva por delante toda esa musicalidad que describes.
Espero que tampoco se repita la sinfonía que viviste tú anoche. No funcionaron los tapones?
Funcionaron, afortunadamente. Pero no te cuento las caras de alegría que tenían por la mañana los que no habían podido descansar bien. Esto es un clásico del Camino
Si, estoy teniendo mucha suerte hasta ahora. Debe ser difícil escribir con semejante fondo musical
El silencio es el punto de partida, y el final, de todo. Los músicos intercalan silencios en sus composiciones. La naturaleza interpreta la suya, pero no siempre tiene auditorio. Hoy sí, tú. Mañana sonará una nueva composición, pero como tú mismo has dicho, la que has vivido hoy no se repetirá.
Es muy bonita, la deducción que extraes; como siempre sueles hacer. Muchas gracias Indi. Estoy seguro de que hoy habrá otro concierto y tal vez un nuevo caminante lo pueda disfrutar tanto como yo lo hice ayer. Espero que así sea
A mí los ronquidos no me importan, primero porque soy de quedarme frito y no enterarme de nada, segundo porque se dice que yo también ronco (me quedo demasiado frito para darme cuenta, aunque alguna vez si me he despertado con mi propio ronquido xD) así que no estoy circuntancias de recriminar a nadie lo que yo mismo cometo.
Tienes razón; además de ser inevitables también forman parte de los sonidos del Camino
Sigo vuestros caminos con gran interés , Papadopou y Antonio. Es un placer leeeros y así de paso recordarlo. Gracias