Pisa
Notas destacadas
Al duomo se puede acceder a los oficios sin necesidad de sacar el billete de la visita turística, que es gratuito pero debe incluir al menos uno de los restantes monumentos. El billete completo incluye el duomo, baptisterio, torre, cementerio y museos; otra opción es solo torre y duomo. Es recomendable sacarlo con tiempo, por la gran demanda existente, con tu horario de acceso: www.opapisa.it |
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El mejor lugar para sellar es la oficina de turismo de la Piazza del Duomo, abierta a diario de 9:30 a 19:30. |
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Es inmensa la oferta de restaurantes, por lo que nos limitamos a un par de recomendaciones. En la orilla turística nos vamos a un local típico, con platos a buen precio, donde bordan la pasta: la Trattoria La Ghiotteria (Vicolo delle Donzelle, 9-11). Y para una pizza artesana económica, al otro lado del río tenemos La Taverna di Pulcinella (Via Garofani, 10); nos encanta el nombre. |
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La heladería más famosa de la ciudad (hay colas) es La Bottega del Gelato (Piazza Garibaldi, 11), pero tampoco están nada mal Rufus (Piazza Martiri della Libertà, 25) o Il Gelato di Toto, que tiene varias localizaciones, las más céntricas en Via Santa Maria, 149 y Borgo Stretto, 15. |
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Si queremos dormitorio compartido tenemos la opción de los hostels, aunque su ambiente no es nada peregrino y sí bastante festivo. También hay algún alojamiento religioso para peregrinos, aunque suelen estar ocupados por grupos. Por norma, cuanto más lejos del centro más económica será la estancia. |
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No se puede pasar por la ciudad sin recordar a Santa Bona (c. 1156-1207), la peregrina por antonomasia, que tras viajar a Jerusalén tuvo una visión en la que Santiago el Mayor la invitaba a visitarlo: parece que tuvo efecto, pues llegó a peregrinar nueve veces a Compostela, y también a Roma y al micaélico Monte Gargano. La leyenda dice que su última peregrinación jacobea la realizó milagrosamente, por mediación del apóstol, volando; al regresar a Pisa portaba las conchas testimoniales. Su cuerpo es venerado en la iglesia de San Martino. |
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Mucho es lo que se puede visitar en una ciudad de arte como Pisa, pero no cabe duda de que el conjunto formado por la catedral (ss. XI-XII), con el baptisterio (s. XII-XIII) y la torre inclinada (s. XII), exentos, más el cementerio (s. XIII), es el principal imán. El conjunto ha sido declarado Patrimonio Mundial por la Unesco en 1987. Se agradecerá que no os hagáis la foto sosteniendo la torre: es un ritual reservado a turistas miméticos de pocas luces. |
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De los muchos templos de la ciudad nos vamos a quedar con el del Santo Sepolcro, próximo al río, levantado por la orden de San Juan de Jerusalén a imitación del Santo Sepulcro, con su planta octogonal, en el s. XII. Junto a él funcionaba un hospital de peregrinos. |
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Pasear junto al río Arno, al que hemos regresado desde Firenze, nos ofrece una bella estampa de la ciudad al atardecer, con las fachadas de sus casas y palacios pintados en tonos cálidos del amarillo al ocre. En el Lungarno se sitúa la delicada iglesia de Santa Maria della Spina, gótica del s. XIII y con aspecto de relicario de mármol, en la que se custodiaba una espina de la corona de Cristo. La reliquia, tal vez por ser falsa, nada hizo para aminorar las crecidas del río, y el templo hubo de ser trasladado desde la orilla a su actual posición en 1875. |
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Para concluir esta rápida visita, que cada uno podrá ampliar a su gusto, nos detenemos en la Piazza dei Cavalieri, que constituye el contrapunto civil a la Piazza dei Miracoli. Promovida por el duque Cosimo I (estatua en el centro) y diseñada por Giorgio Vasari en el s. XVI, se halla rodeada por las iglesias de Santo Stefano dei Cavalieri y San Rocco, y los palacios del Consiglio dei Dodici, l’Orologio, Puteano y Carovana (Scuola Normale). Gana enteros al anochecer. |
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La cocina pisana es muy rica, y como aperitivo podemos pedir cecina: hablamos de una focaccia elaborada con harina de garbanzos (en italiano, ceci). De los primeros podemos recomendar la ribollita (una menestra de col negra y alubias) o le pallette (crema de maíz con salsa de carne y champiñones). Más contundente, el mucco pisano es carne de una raza autóctona de vacuno. Si se prefiere algo del mar, baccalà alla pisana, que se cuece con puerros y tomate. |
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De los dulces, lo más típico de la ciudad, aunque su origen está en Pontasserchio (donde se la daban a los peregrinos que iban hacia Roma), es la torta co’bischeri. La masa de hojaldre que la rodea se hace con pliegues en forma de afinadores de guitarra (bischeri). El relleno está elaborado con harina de arroz, chocolate, piñones, pasas y frutos confitados. |