
La cruz del peregrino alemán
(Artículo de José Ignacio Díaz, antiguo cura de Grañón)
El albergue de Grañón es un lugar de acogida y misericordia. Esta frase tan redonda se puede ver como una simple declaración de intenciones que queda bien en un folleto informativo o en una reseña sobre lo que el peregrino puede contar del Camino de Santiago.
Sin embargo, mi experiencia me dice que detrás de esta frase hay muchas realidades concretas que avalan esta afirmación. Muchos peregrinos en el albergue se encuentran acogidos y liberados de sus cargas habituales. Esto se puede ver en la siguiente historia que sucedió en torno a 1999.
Era un domingo a comienzos del verano. En el albergue había una hospitalera muy contenta porque aquel día llegaba a Grañón como peregrina su hija. Ésta venía acompañada de otros peregrinos a los que había conocido por el Camino y a los que había sugerido parar en Grañón. De este modo teníamos unos 10 peregrinos desde el punto de la mañana. Casi todos estuvieron en la misa del mediodía en la parroquia y después comíamos todos juntos en el albergue.
Al final de la comida, un peregrino alemán, bastante mayor, me dijo que quería hablar conmigo. Nos sentamos junto a la chimenea acompañados de la hija de la hospitalera que hacía de traductora, ya que el alemán no hablaba español.
Nos contó que 40 años antes, él había estado enrolado en la Legión extranjera francesa y destinado en Argelia en la época de la guerra de liberación argelina. Una mañana, su pelotón estaba avanzando desplegado a lo largo de una playa. Él, que iba al lado del mar, descubrió un cuerpo que estaba flotando junto a la orilla. Se acercó y con la bayoneta movió el cuerpo hasta comprobar que llevaba uniforme militar francés y que llevaba tiempo muerto. Al reemprender la marcha algo brilló en aquel cadáver, se acercó y vio que aquel soldado llevaba en la solapa del uniforme una pequeña cruz que era el distintivo habitual de los capellanes militares. Nuestro amigo desprendió la cruz de la solapa y pensó que no podía dejar el cuerpo de aquel sacerdote allí abandonado sin enterrar, pero vio que sus compañeros ya se habían alejado y que él sólo tendría que cargar con el cadáver y encargarse de todo, con el peligro que conllevaba quedarse rezagado en un terreno que era aun zona de guerra. Finalmente decidió irse y dejar allí el cadáver, pero se llevó la cruz.
En ese momento del relato el peregrino sacó de su bolsillo la cartera y buscando en uno de los laterales sacó una pequeña cruz y nos dijo: “Hace 40 años que llevo siempre encima esta cruz con el sentimiento de culpa de haber dejado abandonado el cadáver de aquel sacerdote. Hoy en la misa he pedido perdón a Dios y a aquel sacerdote una vez más, y creo que me siento perdonado. Creo que es el momento de dejar aquí esta cruz que ya no tengo que llevar más tiempo conmigo. “ Y me entregó la pequeña cruz y me dio un abrazo.
Esa cruz la pusimos meses después en un pequeño relicario de madera y espero que aun esté en el albergue como un recordatorio de aquel peregrino alemán que en este albergue se sintió liberado de una carga que había llevado encima muchos años.
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Como siempre un placer volver a saber de ti, Fernando.
Gracias por compartir ¡¡
Bonita historia, que refleja el espiritu del Camino.
Suerte en el Camino
ULTREIA
He parado en Grañón y no había oido esta magnífica historia. Muy bonita y con mucho sentimiento. Gracias por compartirla.
El día que pernocté en Grañón alguien cogió la mayor parte del dinero que había en el cofre de los donativos y me desperté de la siesta porque uno de los voluntarios bajó al dormitorio detrás del presunto autor, quién con el mayor descaro negó los hechos y le recordó el cartel que había sobre el cofre: deja lo que puedas y coge lo que necesites.
Mi sorpresa fué cuando durante la cena vino el parroco y, al ver que no había vino en la mesa, preguntó por qué, a lo que los hospitaleros le explicaron lo que había pasado y que no habría dinero para la comida del dia siguiente. El sacerdote les hizo sacar el vino diciendo que en su casa los peregrinos siempre habían cenado con vino y que si al día siguiente era necesario la parroquia cubriría las necesidades. Este momento junto con la espiritualidad compartida en los oficios religiosos posteriores hace que siempre recuerde mi noche en Grañón.
Sé que mi vivencia no tiene comparacion con la historia explicada por Fernando pero también es Grañón.
Buen Camino
Estupenda historia!
Me encanta, tanto la historia de Francisco como de Josep, no me considero religioso, si espiritual, creo que son cosas diferentes y por acciones como estás son las que dignifican la humanidad, independientemente de los colores e ideologías, bravo!! (falta un emoticono de aplausos).
Estuve de hospitalera en el albergue parroquial de Grañón en el 2019 y no conocía esta entrañable historia.
Recuerdo que al llegar estaba muy preocupada por si no había suficiente dinero para atender a los peregrinos. Me dijeron que cada poco fuera recogiendo el dinero de la caja, que como sabéis siempre está abierta, pero siempre dejando cinco euros por si alguien los necesitaba. Confía, confía, me decía Marina, la cooordinadora que venía a vernos y a comprobar si asomaba algún chinche despistado ( por fortuna no dejábamos ni un minúsculo huevo tras a limpieza diaria) Al cabo de poco me relajé y la verdad es que nunca nos faltó ni comida ni vino, por supuesto!!
Guardo en el corazón los abrazos de los peregrinos, muchos de los cuales no entendía ni una palabra, que me traspasaron con una emoción jamás sentida antes. Las vivencias de aquella quincena son todo un tesoro.
!Qué chulo! La historia del peregrino alemán la he leído en Grañón este fin de semana pasado: era ya mi turno de hacer el cursillo de hospitaleros!!!
¡Anda! Estuve a punto de hacerlo yo también en Grañón, pero dejé mi plaza a otro...tal vez hayas sido tú. ¡Qué cosas!
Hubo una buena ración de maños
Avisa cuando tengas destino, a ver si coincide que ande cerca
Muy buena la historia...
Encantado de volver a leerte !
Hola, FERNANDO, darte la enhorabuena por esa nueva faceta de querer ser hospitalero, te compesará el sacrificio cuando puedas ejercer del mismo, verás que no es lo mismo el pasar que estar en el albergue, donde podrás comprobar que tod@s los que pasan, siempre aportan algo nuevo para enriquecer nuestros conocimentos. Te deseo mucha suerte. AGUR, MANU.
Eskerrik asko, Manu! Uztailan tokatu zait oraingoan, Zabaldikan, kontatuko dizuet
!