¡Saludos!

Abro este Tema para narrar un hecho emblemático e importante que me sucedió con motivo de la realización de mi “Caminho Aragonés Lento, Muy Lento” el año pasado.

Escribí en una ocasión aquí en el foro de Gronze que “cada vez que hago un Camino me dirijo al punto central de la ciudad, pueblo o aldea (catedral, iglesia, monumento histórico...) y hago una petición (oración, si lo prefiere), y pido a lo que creo, que me dé salud, energía y protección para poder recorrer el Camino con la fuerza de mis piernas. No caminar ni un metro excepto con la fuerza de mis propias piernas.

Y así lo hice y salí de Lourdes con confianza para abrirme camino.

Nada más terminar la primera etapa tuve que abortar mi Camino en Lestelle-Bétharran por cuestiones logísticas: no había albergues abiertos ni alternativas que me cabían en el bolsillo para alojarme en lugares donde dormir.

Aborté y me fui a Oloron-Sainte-Marie y desde allí comencé mi Camino Arles/Aragonés con mucha ilusión.

Esta emoción se convirtió en euforia cuando un gran amigo mío, hasta entonces solo amigo de Foro Gronze, vino acompañarme y subir los Pirineos conmigo. Dejó el coche en Somport y bajó en autobús hasta Cette-Eygun y desde allí emprendimos una deliciosa y suave subida hasta Urdos, donde dormimos para el día siguiente temprano empezar la última y fuerte subida del tramo hasta el Puerto de Somport.

Al día siguiente salimos por la mañana. El pronóstico de lluvia era para la tarde, pero llegó temprano, antes de lo que esperábamos.

Tenia problemas com mis rodillas que ardían como fuego con un dolor indescriptible. Con mi bordón, cabeza abajo caminando. Caminando con dificultad bajo la lluvia intensa. El tramo empinado no cedió la caminata. Dolor, mucho dolor.

Salimos del denso bosque y por un descampado más abierto llegamos a la confluencia del camino con la Carretera, cerca de Peyranère, a 3 kilómetros de Somport.

La lluvia castigándonos fuertemente. El dolor había pasado de horrible a insoportable.

¡Sentí, por primera vez, que era "fin del Camino"!

El agua de lluvia que golpeaba mi rostro se mezcló con lágrimas, no de dolor, sino de desilusión y tristeza ante el inexorable fin del camino.

Cualquiera que nunca haya sentido esto no tiene la dimensión de lo que es un primero y imprevisto "fin del Camino".

Mi amigo me miró, se dio cuenta de la situación y me dijo: “quédate aquí, voy a buscar el auto y vengo a buscarte”.

Y salió caminando hacia Somport y pronto desapareció en medio de la niebla y la lluvia densa que no amainaba.

Y así cometí la primera trampa de mi vida: me rescataron horas después.

¡En coche terminé la subida a los Pirineos!

Luego volvimos a Somport después de 2 días de descanso y medicación en el excelente albergue de Canfranc Pueblo. Y así pude terminar el Camino Aragonés hasta Puente la Reina.

¡Pero restaba 3 km atrás!

No puedo quitarme esos 3 km de la cabeza.

Le dije a mi amigo: "Voy a volver aquí para terminar mi Camino Aragonés"

Y aquí estoy para hacer estos inolvidables, impactantes y doloridos de alma, 3 kilómetros.

Sé que no es lo mismo que hacer todo el tramo de tirón, Pirineos arriba. Pero eso es lo que era y fue posible.

La mayor promesa

Prometo no ir más al punto central de la ciudad, el pueblo o la aldea (catedral, iglesia, monumento histórico...) donde empezaré mi otro Camino y hacer la petición para que las fuerzas a lo que creo me dé la salud, la energía y la protección para poder recorrer el Camino solo con la fuerza de mis piernas.

No haré más esta petición. Prometo.

Ya no estoy autorizado a recorrer el Camino con la fuerza de mis propias piernas solamente. ¡No más!

Las promesas menores

El Camino me hace bien y quiero seguir en él.

Algunas cosas me sucederán a partir de esta limitación, pero continuaré en el Camino para mi propia satisfacción y también para buscar la satisfacción de otras personas.

En mi nueva situación, prometo que haré algunas cosas, como:

- No me enojaré con aquellos que me mirarán con ojos de reprensión cuando baje del autobús o del tren cerca del destino. ¡Esto lo prometo!

- No me enfadaré con nadie que me mire con ojos de censura cuando tenga que tomar un taxi en algún final de tramo del Camino y llegue a la puerta del albergue/hostel. ¡Esto lo prometo!

- No me molestará que algunas personas me critiquen por tomar la mochila que llegó al albergue/hostel despachada por Correos y subir a la habitación para acomodarme y ducharme. No me molestaré, lo prometo.

- No me molestaré con los que se creen los verdaderos Peregrinos y me miraran con aire crítico y censurador, porque no llegué caminando con la mochila a la espalda. Esto lo prometo.

- Y, por último, que no mandaré a la mierda a todos los que mencioné anteriormente. ¡Esto NO prometo!

Pero aún prometo:

- No utilizar los albergues públicos para ocupar camas de aquellos que realmente lo necesitan y que venían caminando cansados con sus mochilas a la espalda;

- Ayudar en todo lo posible para que todos tengan un buen camino;

- Quien sabe servir como hospitalero voluntario (mis próximos planos) en albergues públicos o religiosos y servir bien a los Peregrinos;

- ¡Ayudar en lo posible para que todos tengan un buen camino!

La conclusión es que quiero seguir viviendo el Camino. Estar en el Camino. Pulsar el Camino.

El Camino me hace bien y quiero devolverle el bien que me hace.

Ultreia!