1º PREMIO LITERARIO AGACS 2023
¡BENDITA LOCURA! ET SUSEIA.
“Solo los locos, entienden lo que hacemos.” ¡Bendita locura!
Los “cuerdos” te recriminan a la cara, pero a nosotros nos sobran sus
observaciones. Y es que ellos no quieren; dicen que no pueden, que no es el
momento. Algunos incluso tiran por tierra llegar a realizarlo, y muestran su desdén
con excusas tales como “quita, quita, yo, ni a la vuelta la esquina”.
Cuando les cuentas con ilusión desmedida tus experiencias, sorprende recibir
respuestas de este tipo, pero con el paso del tiempo, les miras y asumes que no
hay más cera que la que arde.
“De qué sirve empujar más, si la tienes toda dentro”, es simplemente una
expresión graciosa que suele venir a mi mente, cuando nada puedes hacer y te
quieres ahorrar molestias.
Termina ya por no afectarte, no pierdes el tiempo, y decides que los “locos”,
son los únicos con los que merece la pena desnudar tus sentimientos. Es más
gratificante.
Y tú, no piensas más que en preparar el siguiente Camino. Otro loco, gracias al
Señor.
Hacer el Camino, es el “Premio Gordo” de tus sueños; planificarlo es como ir
metiendo las bolas en el bombo. Elegirlo, es como ir a la administración de tu
barrio y apuntar a ciegas hacia un boleto cualquiera.
A diferencia con el sorteo de Navidad, aquí siempre tienes premio. Toca a todos los
que apuestan, y como cada Camino es diferente, te da igual te toque el “gordo”, el
tercero o un quinto premio. Es seguro que no te decepcionará.
Angel ya está caminando, qué cab…. ¡Eh, Eh, envidia sana mamonazo!
¡Que tengas un buen Camino.! Nos pasa a todos cuando en las redes ves que “ese
loco” de nuevo ha puesto pies en polvorosa, y posa en lo más alto de Mosterales
con el sol de la mañana emergiendo tras su mochila.
A la tarde, te sorprendes babeando cuando lees su crónica y saboreas las
tropecientas maravillosas fotos de su magnífico día. Te vienen tantos buenos
recuerdos…...¡la noche estrellada en San Antón!
Pepe, acaba de colgar una foto de su mochila ya preparada junto a su
bordón en la puerta de su casa. ¡Todo listo grita! y notas que esa sana envidia, se
está convirtiendo en ansiedad.
Desde el otro lado del mundo, alguien con nombre “innombrable” y con una
pésima traducción al castellano, solicita información sobre el albergue de Tineo,
cómo llegar a Sarria desde Burgos, o qué comer en Caborredondo. Al instante,
catorce respuestas de……...¿otros locos?, llenan una página con sus múltiples
opiniones sobre literas y baños, horarios de autobuses y trenes desde Coruña y
Murcia y los restaurantes más chulos y baratos de toda Cantabria. Y es que cada
uno es hijo de su “Santa Madre” y sus cinco sentidos difieren cómo no, desde el
gusto, la forma, el color y la textura de las famosas croquetas de Casa Marcelo.
Sin duda alguna, el coreano acabará duchándose en Tineo; el australiano
llegará a Sarria sí o sí, y el Mejicano le echará una cayenita a las croquetas. Todo
en su sitio y todos satisfechos. ¡Hagan sus apuestas! Lo dicho, una lotería con un
millón de premios.
¡The Camino provides!, que memorizó James el sudafricano conversando
con Vicente de Murcia en el parroquial de Estella, tras soportar una semana de
calor soporífero en pleno julio.
La verdad es que el murciano, tiene razón. El Camino te da aquello que
necesitas cuando y como lo necesitas. La medida no importa, porque en él, todo
sabe mejor y los sentidos se agudizan tanto que sientes que has recibido el triple
de lo que ansías. Otra cosa es buscar lo que quieres, que eso, en la vida rutinaria
lo puedes encontrar a base de tirar de tarjeta, y otra cosa es encontrar lo que no
esperas. Ésto último puede ser delicado, pues puede trastocar tus hábitos. Desde
sorprenderte que caes bien a los que te encuentras a diario a fin de etapa, tú que
todos tus amigos te apodan “el sieso” o de llegar a sentir acelerados pálpitos
cuando caminas al lado de Martina, la italiana de la que no te has despegado
desde que saliste de Zamora y que te incitó a seguir hasta Fisterra, sabiendo que
te quedan diez míseros euros en el bolsillo. ¡Non preoccuparti! te dijo en Santiago,
y poco te costó llamar a casa para comunicarles que tardarás unos días en volver.
El amor en el Camino…………………..¡ese bicho!
Un día recibes la llamada de un amigo, de esos buenos, y te expone que se
siente confuso, que está pasando un momento “delicado”. Se ha acordado de ti, ya
que en las veladas de los viernes, tú no hablas de otra que el dichoso Camino, y le
vino a la mente que asegurabas “curarte” cuando desaparecías por esos lares
hacia Santiago. De repente el pulso se acelera y te vienes arriba con la excitación
del momento. Un minuto tardas en enviarle los siete enlaces más valiosos que
guardas entre tus archivos. Al otro lado, tu amigo engorda solo de ver tanta
información sobre el Camino; itinerarios, albergues, longitud de las etapas, visitas
culturales, gastronomía y lugares sagrados. Quizá demasiada información en ese
altivo momento. Un día llegará con catorce calzoncillos en la mochila a San Vicente
de la Barquera, y se verá yendo a Correos a mandar once de ellos a su casa, e
incluirá en el paquete cinco camisetas, un litro de gel, cuchillas de afeitar y las
botas último modelo que con su último sueldo compró en la especializada tienda
de su pueblo. Nadie le habrá dicho que lo haga. Él solito se ha dado cuenta que lo
necesario lo ha trasformado en cinco míseros kilos, y el mayor peso, ese que no
hay báscula dichosa que lo mida, se ha ido quedando por el sendero a lo largo de
cientos de kilómetros. A su regreso lo adivinarás en su rostro; salió con el peso
muerto de su casa, pero lo fue soltando entre las miles de pisadas que le llevaron
hasta la morada del Santo. Vuelve a casa agradecido a Él por haber lamido sus
heridas, sin darse cuenta que es él mismo quien con su esfuerzo las ha
cicatrizado. Pepe, en breve comienza su tercera andadura. No ha vuelto a dejar
una sola piedra que valga en Cruz de Ferro, dice que ahora siempre llega allí
ligero. ¡Bendita locura me dijo en la estación la última vez que lo vi! Et suseia le
respondí.
¡Grañón, me mandan a Grañón, y en pleno Agosto!
Eduardo está tan contento, como confuso. Va a realizar hospitalidad por primera
vez, y en su primer destino pretendía unos días tranquilos en Arrés, aquel
maravilloso pueblín donde los atardeceres se reflejan en un lienzo digno de museo.
Va a ser que no. Disfrutará igualmente de un entorno de ensueño, pero
empleará todito su tiempo en………..madruga, sirve, despide, limpia, recoge, viste,
compra, recibe, abraza, instala, ficha, sella, instruye, limpia de nuevo, cocina,
vuelve a recoger, descansa……..si puedes.
¡Sonríe! Es la expresión que más se agradece en un hospitalero.
Cuando en la temprana mañana los peregrinos ponen de nuevo pies en polvorosa,
suelen mirar atrás para mostrar un último saludo, y si ven una amplia sonrisa de
satisfacción en tu agotada cara, afrontan felices una nueva dura jornada bajo el
sol. Recordarán de por vida tus deliciosas lentejas. Quizá también te recuerden a
ti, y eso, sí que no tiene precio.
¡Esos sufridos hospitaleros! Qué sería del Camino sin ellos. De hecho, son
los que con sus abrazos construyen un idioma universal, el del amor, a base de
entrega por y para cualquier hijo de su madre que se aventure a recorrer los
senderos del peregrinaje.
¡Íntima satisfacción del deber cumplido!, me decía Víctor, aquel ex legionario
que cada día, tras sus cuarenta kilómetrazos, aun tenía fuerzas para ofrecerse a
pelar las patatas para la tortilla que un montón de desconocidos saborearían esa
tarde. Todo lo más que recibirá será un aplauso de tres australianos que ese día
coinciden en el dormitorio con él. Quizá cambien de parecer al “degustar” también
sus ronquidos esa interminable noche. Los italianos, cenaron pasta, sin tortilla.
Mantienen invariables sus costumbres. Han dormido bien, han acabado con toda la
mermelada y la mantequilla, y se van gritando calle abajo. Esa costumbre suya de
hablar como si a quinientos metros uno del otro estuvieran, te hace dudar si se van
cantando o jurando. Son únicos.
Celso, el agricultor jubilado de …….taitantos, cada mañana madruga y viene
desde su casa únicamente para disfrutar del espectáculo. Le encanta saborear el
café recién hecho en los fogones del albergue, mientras charla “a” la pareja de
coreanos. Estos, callan clavando sus miradas en los arrugados ojos de Celso; no
entienden ni jota, pero saben que están en su pueblo. Aguantarían en esa posición
horas, mientras Celso siga charloteando a sus anchas. Ante todo, respeto, y ellos
dominan ese arte.
Cada año, se repiten innumerables historias como estas a lo largo y ancho
del Campo de las Estrellas. Miles de personas se visten de colores, se calzan sus
mochilas y se lanzan a la aventura peregrina. Muchos de ellos, la mayoría, por
primera vez; otros tantos tienen que hacer recuento de sus credenciales para
recordar las veces que han pisado Santiago. Los locos adictos.
Es admirable pensar en aquellos que tras años de paciente ahorro, parten
desde todas partes del extenso mundo con una mochila cargada de ilusiones en
busca de paz, y reconforta escucharles confesar en los ocasos veraniegos, que lo
han conseguido. Santiago los bendice cada mañana y ellos se acuestan exultantes
cada noche. En las paredes de sus hogares exhibirán un bonito marco rezando su
nombre en latín y su merecido premio “gordo” serán los recuerdos de las
emociones vividas en este largo trayecto, las sensaciones de haber sido
escuchados en sus oraciones y nunca olvidarán los amigos tatuados a fuego de
por vida en sus corazones.
Muchos repetirán en el futuro, pues la experiencia adquirida la primera vez,
les enseñará que no es necesario meter tantas bolas al bombo, y que el boleto
puede adquirirse en cualquier rincón del planeta. Se sorprenden cuando los
empiezan a tachar de locos allende los mares, pero no les molestará. ¡Bendita
locura!
¿A quién no se le eriza la piel de emoción, cuando a los pies del altar está
siendo bendecido en Roncesvalles junto a otros quince desconocidos? Victoria la
segoviana comienza su quinto Camino y te explica lo que ello alimenta su alma, y
sin darte cuenta, te lleva sin escapatoria hasta esa capilla en medio de la nada; te
sorprendes sintiendo hervir tu sangre peregrina, cuando aún no has dado ni tu
primer paso. Ese día, las montañas que te rodean, parecen gigantes acechando.
Días después te convences que solo eran molinos. Tus doloridos pies se han
adaptado a las interminables caminatas de sol a sol, tu semblante se ha abrasado
bajo la pastosa crema en la que cada mañana te embadurnas, tu mente comienza
a vaciarse de tanto peso como el que soportabas al iniciarte ese ya lejano día, y tu
corazón se ha llenado de placentera paz, ¡y no pesa!
Te sientes feliz, de eso no cabe duda. Si te preguntan por qué haces el
Camino, te sobran las escusas: “Quería encontrarme a mí mismo; necesitaba
saber que mi cuerpo resiste; mi Dios me estaba llamando; lo prometí cuando
estaba enfermo; me pedía el cuerpo escapar de mi monótona vida;……….”
La moraleja final te lo descubrirá. Es posible que a cinco días de llegar, no te
acuerdes de “ese”, “ese” y “ese” problema con los que estérilmente guerreabas, y
asumas cual en verdad has de asir por los cuernos a tu regreso. Has reseteado tu
mundo y te convences que únicamente merece la pena encarar aquello que
realmente te acecha, y que con empeño lograrás darle solución. Han hecho falta
treinta días de inenarrable sufrimiento para aliviar tus penas y has adquirido el
coraje necesario para afrontarlas. Un psicólogo habría tardado mucho más tiempo
en curarte, y te habría salido más caro. De nuevo retumba dentro de tu cabeza
¡Bendita locura!
Se oye decir que el Camino ya no es lo que era. La gente lo expresa de mil
maneras. Muchos opinan y sus oyentes escuchan y lo llegan a creer. Cada
persona y sus experiencias son únicas e intransferibles. Han mirado con el color de
cristal ajeno, sin contar que colores hay infinitos. Que todo el mundo quede
satisfecho, es una utopía, lo que sí es real es que si te dejas arrastrar por las
opiniones de los demás, es posible recorras sus mismos senderos con el mismo
lúgubre y oscuro color, sin percatarte que eres tú quien pintas tu propio Camino.
C’est la vie! me dijo Marguerite en Montamarta, mientras se introducía en su
colorido poncho ese el único día que cayeron dos gotas en toda la Vía de la Plata.
Se notaba que sabía de qué hablaba, porque entre gota y gota de lluvia, se pelaba
la naranja con avidez, mientras los trallados bastones colgaban de sus antebrazos.
Con todas sus articulaciones repletas de palos, naranja, mochila, poncho y navaja
caminaba, sorteaba, sonreía, hablaba y manejaba ésta como si su lejano y cómodo
salón de su casa fuera la misma carretera. Es de esas personas que no apuestan
a la lotería ni en Navidad. Su forma de vivir, ya es un premio.
Pilar, “la maña con perro”. Dice que caminar con Bruno es su lotería, y que la
experiencia de compartir Camino con su mascota no tiene precio. En verdad,
sorprende ver la singular pareja peregrina y “perregrino” unidos por un cordón
umbilical en forma de arnés y cuerda, disfrutando él de las piñas rodantes caídas
sobre la calzada, penando ella por los tres kilos de pienso, tres litros de agua,
tienda de campaña automontable y chuches perrunos que le toca acarrear.
No es nada fácil lanzarse al Camino con tu mascota; aunque despiertes la
admiración de los demás caminantes y permitas los cientos de caricias en el
cogote de tu perro, la infraestructura animalista no se ha conseguido depurar en
favor del alegre perregrino para permitir su andadura por estas tierras con plena
garantía. ¡Patrimonio de la Humanidad!
En verdad, queda mucho por hacer en este sentido. Al menos Bruno
disfrutará sin recelo de una bien ganada libertad, como cualquier otro caminante, y
recibirá su “Compostela perruna” gracias a la dedicación de cierta buena gente
amantes de los animales, que un día pensaron que las mascotas, también
merecen un apropiado reconocimiento.
Su dueña se sacrificará para proporcionarle júbilo. Es un hecho que sabe
que debe asumir.
“El que quiera peces……………...”
¿Quién no se ha encontrado durante su andadura en alguna ocasión con
Pavel el polaco? Como él, decenas de Pavel no pudientes transitan por el Camino
de las Estrellas exentos de medios económicos. Seguro no será por gusto pues la
vida quizá no les ha favorecido en el transcurso de su caminar, pero su derecho a
peregrinar, los lanza de forma austera al Camino tras ansiar el mismo sueño de
encontrar paz; quizá tras librar duras batallas similares a las de cualquier hijo de
vecino, eso sí, buscando aquellos cobijos que sin afán de lucro ofrecen donativo;
lugares “sagrados” que sin ser gratis, permiten a las almas rodearse de un aura de
bienestar.
¿Cuánto dejas tú en los albergues de donativo? Gran cuestión de la mayoría
de nuevos caminantes. Todos sabemos lo que un albergue de este tipo ofrece al
peregrino. Un HOGAR. Quizá no tan bonito como tu casa, pero diez veces más
cómodo. Allí no está mamá para echarte una reprimenda por no recoger tu plato, y
menos aún por no limpiar tu habitación. Recibes una cariñosa bienvenida y un
amistoso trato al llegar con todos tus músculos deshechos tras una dura jornada;
te han preparado una cómoda camita tras recibir una relajante ducha para que te
desparrames en tus ratos de asueto, pues un buen descanso es primordial para
acelerar una rápida recuperación. Has compartido una sabrosa cena y un no
menos potente desayuno, ¡y sin solicitarlo!, y lo único que se espera de ti, es que
aflore tu generosidad y dentro de esa pequeña cajita de donativos se refleje tu
valoración del amor recibido y tu forma de agradecerlo.
La cuestión final es ¿qué dejas tú en los albergues de donativo? Únicamente
se espera una respuesta: que decida tu corazón.
Kara, de Australia. Mathias de Alemania. Kurt de Noruega……
Se quedaron por el camino. Un precipitado regreso a sus hogares frustraron su
sueño por “su mala pata”. Mathias al menos, pues no vio el socavón en la acera de
Castrojeriz, y su tobillo dejó de responder en el momento que escuchó aquel
terrorífico ¡crack!.
La gripe acabó con Kurt. acostumbrado al frío en su país de residencia, se
hizo el fuerte en el invernal páramo castellano, sin darse cuenta que los virus de la
gripe, campan a sus anchas también es estas tierras. Kara descubrió algo que no
esperaba. Es alérgica a la picadura de “ciertos desagradables bichitos” que
decidieron acoplarse a su mochila cuando disfrutaba de una placentera siesta
sobre la hierba, ante la pasividad de un puñado de vacas en aquel verde campo en
el puerto de Otxondo. Dura subida.
Tras sufrir un inesperado desmayo y ser urgentemente evacuada al hospital
de Pamplona, se le diagnosticó un “debe usted regresar a su casa fräulein”. No se
frustre usted, el Camino siempre la estará esperando para cuando decida regresar,
añadió el simpático doctor peregrino ¡qué coincidencia!, en su informe médico.
El Camino pone a cada uno en su sitio. A veces con dureza, otras con
vehemencia. Como las piezas de un tetris, los caminantes van encajando a lo largo
de su grandioso trazado de manera que nadie queda fuera. No falta una cama, un
plato y una ducha para todo aquel que se vea inmerso en la celestial senda que
une todos los destinos del ancho mundo. Miles de corazones llegados de todas
partes recorren cada año la senda de las estrellas buscando cada cual cumplir su
sueño.
Ishmal, huido de Siria durante “cierta Primavera”, camina hoy junto a su hijo
Nacir hacia Santiago convencido de que si Dios existe, llamemos como le
llamemos, es para todos el mismo que “vivito y coleando” nos observa desde las
alturas. Es la demostración de que cualquier alma puede realizar el Camino de
Santiago. Diferentes culturas, razas, religiones……….. todas ellas con el objetivo
de abrazar al Santo en su morada. En su caso, la religión no va a ser motivo de
exclusión. Al menos él vive y procesa una divina creencia, y ésta le aporta la
fortaleza necesaria para realizar el esfuerzo que le permite agradecer a Dios poder
compartir junto a su hijo la vida y la libertad que un día estuvo en un tris de perder.
Santiago Apóstol no va a juzgar si llevas ropa de marca, si comes menú o si
en algún momento de flaqueza has cogido un autobús para terminar una dura
etapa. Seguro que en sus planes no entra infligir castigo a quien su estatus le
permita enviar al siguiente albergue su pesada mochila, así que menos derecho a
criticar tenemos los mortales, pues desconocemos el peso que en sus vidas suelen
acarrear.
Hoy María, desde Ecuador, no ha podido evitar dejar que una lágrima fluya
de sus ojos mientras hacía zafarrancho en casa, al pasar un paño por el marco
que contiene su nombre en la pared, los recuerdos han aflorado en su cabeza.
Igualmente le ha ocurrido a Xavi en Donosti, Patric en Dublín y Yejun en Corea.
Imposible borrar una de las más gratas experiencias por todos ellos vividas. Para
todos ellos, “no es un papelajo cualquiera” ese que muchos citan, y que ellos
ganaron a base de sudor y sacrificio.
Bruno descansa sobre el suelo del estar, ajeno a subidas de IPC´s,
incrementos de COVID´s y explosión de conflictos mundiales. Tumbado sobre su
cojín, sus patitas corretean en su profundo sueño. Su dueña al observarlo, no
puede reprimir una amplia sonrisa, no lo quiere molestar. Le agrada imaginar que
en sus sueños el perrito aun retiene los dulces recuerdos del último caminar junto a
ella, su amante caminera. Don Bruno, como así le vitoreaban a su llegada al
Obradoiro no sabe llorar, no tiene lágrimas que derramar, pero en su pequeño
corazoncito, al igual que miles de locos caminantes, la llama “perregrina” no ha
dejado de brillar.
¡Bendita locura! Et suseia.
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Recuerdo que hace ya algunos años había ganado el tercer premio de " peregrinas en el Camino de Santiago "y los relatos seleccionados y finalistas los publicaban en un libro, meses después salió a concurso la convocatoria de premios literarios de AGACS asociación en la que entonces era socia y recomendé a un buen amigo Antxon se presentase al Concurso, estando ya enfermo de una grave enfermedad. pensé que con lo bien que escribía y peregrino de muchos caminos sería para el un maravilloso regalo, y tuvo esa suerte pues ganó el Primer premio literario de AGACS , apenas un año y medio después murió de una enfermedad devastadora dejando un libro póstumo que fue y sigue siendo muy leido en el universo peregrino, un libro que todavia bastantes años después muchos recomiendan.
Recuerdos bonitos, felicidades al ganador que lo ha puesto en este foro.
Felicidades al Ganado. Da un gusto enorme leer tan bonito y del Camino.
Sofía, tengo el libro de Antxon como un referente y cuando me da el ataque de nostalgia, acudo a leer algun parrafito.
El libro de Jose de la Riera, un tesoro también.
Abrazo
Y ahora ..., ¿qué escribimos los demás?
Pues lo dicho, a contar a qué hora sale el tren de Murcia a Pamplona, si los bastones se pueden llevar en el BlaBlaCar, si se puede reservar en Grañón o si es mejor ir por Samos o por San Xil.
Nunca faltarán candidatos a locos que pregunten y locos consumados que ilustren
Gracias por compartir con nosotros el texto. Me lo he pasado pipa leyendo.
Qué bonito lo ha escrito, y que bien lo ha descrito. No me queda más que decir: et suseia!
Si
Es un canto de Amor al Camino
Muchas felicidades 'aduemar' por semejante texto, por lo sencillo y bien expresado que dejas el sentir dentro y fuera del Camino. No me extraña que te dieran el premio.
Muchas gracias, también, por ponerlo a nuestra disposición. Aunque un poquico ya nos estás chinchando con la envidieta y las ganas.
Muchas gracias y buen Camino
Enhorabuena y gracias por compartir este hermoso relato. He reído y llorado a la par.
Precioso relato, gracias por traerlo. Y si, bendita locura.