A día de hoy se conoce bastante bien la evolución de las peregrinaciones por mar, que lejos de haber sido dejadas al albur de las circunstancias de navegación —solo en ocasiones— o a los caprichos de un capitán, solían responder a criterios objetivos y estar bien organizadas. En una primera y poco nutrida fase, se utilizó el estuario del Ulla, el mismo por el que había llegado, conforme a la leyenda, el cuerpo del apóstol Santiago, y donde Gelmírez había creado una marina de guerra. Pero pronto los buques evolucionan, y siempre utilizando las rutas comerciales, los peregrinos son embarcados hacia Galicia buscando el abrigo de las rías más próximas a Compostela, con mayor calado que el estuario del Ulla. De este modo, ya a partir del siglo XII, Padrón y Pontecesures son sustituidos por Noia y, a posteriori, por Muros. A partir del siglo XV, sin embargo, el monopolio va a ser ejercido por el puerto de realengo de A Coruña, bien conectado con Inglaterra, Flandes y Francia.
Las apoyaturas históricas de la ruta no son excesivas, esto no es el Camino Francés ni el Portugués, pero sí superiores a algunas de las rutas jacobeas reconocidas. Se cita siempre la carta puebla de Noia, dada por Fernando II al arzobispo compostelano Pedro II en 1168, donde se concede permiso para “restaurar” el portus apostoli, garantizando la inmunidad para aquellos buques que transporten peregrinos. Citado por las fuentes medievales como puerto del Tambre, por ser este el río que desemboca en la ría de Muros y Noia, a él arribó buena parte de la flota inglesa, embarcada en Darmouth, de la Segunda Cruzada (1147). Sus soldados, tras postrarse ante el apóstol, proseguirían su singladura hasta Lisboa, donde ayudarían al rey portugués Afonso Henriques a tomar la plaza a los moros.
En 1189 también recala en la ría una expedición germana que formaba parte de la Tercera Cruzada, y hace lo propio que la anterior, participando también en la reconquista portuguesa, ahora con la toma de la algarvía Silves.
Noia vive un período de esplendor con el arzobispo Berenguel de Landoria, que lo fue de 1317 a 1330. Imposibilitado de tomar posesión de su sede por las luchas feudales, se instaló aquí con su corte hasta 1320, promoviendo la construcción de la iglesia de Santa María a Nova. En el cementerio medieval de este templo fue hallada la lápida de un peregrino, tocado con la clásica indumentaria, que ahora se expone en el interior. En el bajo Medievo también son creados dos hospitales de peregrinos: el de Sancti Spíritus de Afora (c. 1300), del que resta la portada repleta de símbolos jacobeos, y el de Sancti Spíritus de Adentro (c. 1476), cuya fachada gótica aún subsiste. Se sabe que en este tiempo Noia, como Compostela, incluso tuvo su rúa dos Concheiros, donde los peregrinos adquirían su emblema, y una puerta denominada “de la Peregrina”.
A medida que va aumentando el calado de los buques y hacen su aparición las carracas, al tiempo que el puerto de Noia se va colmatando con la arena, Muros lo sustituye como principal rada para el desembarco, contando también con su hospital (1418) y un lazareto inmediato al santuario de la Virgen del Camino. En este período la ría de Muros y Noia se había convertido en un espacio de recalada, en espera de viento favorable para doblar el cabo Fisterra, en la que funcionaban muchos astilleros dispuestos a realizar las reparaciones pertinentes.
Uno de los testimonios más interesantes de peregrinación entre Muros y Santiago nos lo proporciona, en 1431 y a través de su diario, el mercader veneciano Pietro Querini. En ruta del Mediterráneo a Flandes, se detuvo en la ría para reparar su carraca, la Gemma Querina, y aprovisionarse; durante estos días se desplazó a Compostela a caballo. El patrón y navegante, miembro del consejo de la República Serenísima, es una figura muy estudiada en Italia, Irlanda, Noruega y Suecia, a donde lo llevó una infortunada travesía, y con su nombre se ha instituido una ruta europea de la que forma parte este Camino.
Todavía en 1524, tenemos noticia de que el mismísimo rey Carlos I intercede ante el gobernador de Galicia para que libere a 50 peregrinos franceses, que no es un número menor, que habían sido apresados en Muros.
Por lo tanto, y como puertos de desembarco de peregrinos, tanto es así que se barajó incluso la posibilidad de denominar a esta ruta como “Camino Inglés del Sur”, la ría de Muros y Noia está bien documentada como uno de los mejores lugares para acceder por mar a Compostela, lo que constatamos al menos desde mediados del siglo XII al XVI. Sirva como último dato que el hospital de Sancti Spíritus de Afora, en Noia, mantuvo su actividad hasta 1747.
En conclusión: el de Muros y Noia cuenta con suficientes argumentos de peso para demostrar su historicidad, y es el gran camino que falta para completar los principales itinerarios jacobeos de Galicia.