Málaga
Notas destacadas
La ciudad, abierta y cosmopolita, constituye un destino turístico de primer orden. Entre sus monumentos no podemos dejar de visitar la alcazaba, la Catedral de la Encarnación y el teatro romano, así como el monumento a Torrijos —también conocido como el Obelisco— situado en el centro de la popular plaza de la Merced, con terrazas siempre concurridas. |
|
Esta ha sido la cuna de muchísimos personajes destacados en el arte, la política y la cultura, tales como el pintor Pablo Ruíz Picasso, el poeta Manuel Altolaguirre, la escritora María Zambrano, el cantante Antonio Molina, el cantaor y guitarrista Rafael Flores «el Piyayo», políticos como Antonio Cánovas del Castillo, Blas Infante o la feminista Victoria Kent, actores como Pepa Flores «Marisol» o Antonio Banderas, el humorista Chiquito de la Calzada... |
|
El malagueño más universal es sin duda Pablo Ruíz Picasso (1881-1973), nacido en un edificio de la plaza de la Merced y que fue bautizado en la cercana iglesia de Santiago; el templo, mandado construir en 1487 por los Reyes Católicos tras la toma de la ciudad, es precisamente el punto donde arranca este ramal del Camino Mozárabe. Nuestra ruta pasa frente al Museo Picasso de Málaga, instalado en el antiguo Palacio de Buenavista, y apenas 500 metros después ante el Museo Carmen Thyssen, que acoge una gran colección de pintura española de los siglos XIX y XX. |
|
Son innumerables los bares de tapas y de marisco, pero ninguno tan veterano como la Antigua Casa de Guardia (Alameda Principal, 18), la taberna más antigua de la ciudad, buen lugar para tomar un pajarete (vino dulce de la tierra), un vermut o un moscatel. Fue fundada en 1840 y se conserva tal cual, con sus barricas de madera, su larga barra donde los camareros apuntan con tiza cada consumición y unos aseos no precisamente glamurosos… Mejor ir temprano, pues en la hora del aperitivo y por la noche el local suele estar abarrotado tanto por parroquianos como por turistas. |
|
Los tejeringos, también conocidos en algunos lugares como jeringos, son los churros tradicionales de la provincia de Málaga. El nombre proviene del instrumento con el que se elaboran: una jeringa de caño grueso, mediante la cual se va echando la masa a la sartén en forma de lazos, para así conseguir su forma característica. |
|
Entre sus platos típicos destaca el gazpachuelo, un caldo de pescado con mayonesa, patatas hervidas, trozos de huevo duro y pan tostado; tiempo atrás, cuando todavía no había tanatorios, era habitual servirlo durante los velatorios a quienes acudían a la casa del difunto. |
|
Pero si existe un plato estrella de esta ciudad marinera, este sería probablemente los espetos de sardinas, que antaño preparaban los pescadores al regresar del mar: ensartaban en una caña los ejemplares que no habían vendido (en aquel tiempo la sardina era considerada un pescado vulgar, poco valorado) y hacían fuego junto a las barcas, en la misma arena de la playa, donde asaban los espetos tan solo con sal y una buena lumbre. |
|
Este ramal del Camino Mozárabe comienza en la iglesia de Santiago Apóstol, en la céntrica calle Granada. El horario de la sacristía, donde os sellarán la credencial, es de 10:00 a 13:00 y de 17:30 a 20:00 (quien no disponga de credencial, aquí la puede adquirir); nuestra sugerencia, si vais a pernoctar en Málaga, sería pasarse a sellar una vez lleguéis a la ciudad, y así poder comenzar temprano al día siguiente. |
|
Es posible recibir la bendición del peregrino en la misma iglesia de Santiago durante la misa diaria (a las 19:30 de lunes a sábados y a las 12:00 los festivos), siempre que lo solicitéis al párroco unos minutos antes de comenzar la ceremonia. |
Cultura e Historia
En el siglo VIII a.C. los fenicios fundaron aquí la colonia de Malaka, aprovechando la proximidad del mar y del río Guadalhorce, al cobijo del cerro donde después se levantó la alcazaba; el enclave alcanzaría su esplendor en época romana, con la construcción del teatro y la concesión de la Lex Flavia Malacitana, un estatuto propio como ciudad confederada. Tras la caída del Imperio, ahora bajo dominio visigodo, se produjo un largo periodo de decadencia; ello propició el desembarco en el año 711, sin apenas oposición, de los musulmanes comandados por Tarik, iniciándose una época de prosperidad económica basada en el papel de su puerto en el comercio con el resto del Mediterráneo, destacando los fletes de productos agrícolas producidos en el interior (caña de azúcar, almendras, higos, pasas, azafrán, aceite), así como de minerales, seda y cerámica.
Esta situación, que se prolongaría durante casi ochocientos años, dio pie a un aumento demográfico constante: a lo largo de estos ocho siglos de dominio andalusí, la medina y los arrabales de Málaga acogieron una población variopinta: yemeníes, beréberes, árabes del sur, muladíes (hispanogodos convertidos a la nueva religión), mozárabes (cristianos que habían conservado y seguían practicando su religión) y también un importante núcleo de judíos. Tras la caída del Califato de Córdoba, Málaga se convirtió en capital de la taifa de los Hammudíes, reino que llegaba hasta Algeciras; a finales del siglo XIII, después de las invasiones de almorávides y almohades, pasaría a depender del reino nazarí de Granada. En el siglo XIV se incrementaron los intentos de conquista por las tropas cristianas, que finalizarían con la toma de la ciudad en 1487, quedando definitivamente incorporada a la Corona de Castilla.
El siglo XVI quedó marcado por el levantamiento de los moriscos y su posterior expulsión, así como por sucesivas epidemias, inundaciones y malas cosechas que azotaron la región. Además de impulsar la construcción de la cabecera de la catedral, la Corona benefició a las comunidades religiosas, que durante casi tres siglos se convirtieron en promotores del crecimiento urbano de la ciudad; el motor de la actividad económica seguía siendo el puerto, lo que propició el desarrollo de una industria incipiente, entre otras la fabricación de armamento.
Durante el siglo XVIII se impulsaron remodelaciones urbanísticas fruto de las ideas ilustradas de la época; destaca la construcción del Paseo de la Alameda en 1783, así como el edificio de la Aduana, junto a los muelles del puerto. El siglo XIX vino marcado por una crisis generalizada, que arrancó con los desmanes y matanzas durante la Guerra de la Independencia, el conflicto perenne entre absolutistas y liberales –Málaga sería el escenario del fusilamiento del general Torrijos–, el cierre del comercio marítimo con América, el hundimiento de la industria local y, ya en el último cuarto de siglo, la propagación de la terrible plaga de la filoxera, que tuvo efectos inmediatos en la producción agraria y propició la despoblación del campo andaluz.
La región fue el escenario de algunos de los episodios más sangrientos de la Guerra Civil, con una posguerra marcada por la miseria y la emigración. Ya avanzado el franquismo, el litoral malagueño se convertiría en el principal foco del boom turístico español de los años 1960 y 1970, para encarar el siglo XXI como centro vacacional, económico y cultural de primer orden, convirtiéndose en una de las ciudades más cosmopolitas y visitadas del país.