Cabra
Cultura e Historia
La localidad, conocida bajo el dominio romano como Egabrum, destacó por la explotación de canteras de mármol rojo; fue también uno de los focos primigenios del cristianismo en la Bética romana, fruto de su evangelización por Hissio, primer obispo de la ciudad; una consecuencia de ello es que en el siglo III d.C. llegaría a ser sede episcopal. Durante la Reconquista Cabra se convirtió en un bastión estratégico para las aspiraciones de ambos bandos, pasando repetidamente de unas manos a otras: a pesar que el rey Mohamed I de Granada había reforzado el castillo y sus murallas, en 1244 fue tomada por las tropas castellano-leonesas; en las siguientes décadas este enclave sería regido sucesivamente por el rey Alfonso IX, por su hijo Alfonso, su nieto Sancho el Bravo, por el Infante Don Pedro y, tras una permuta en 1295, acabó pasando a manos de la Orden de Calatrava. Durante los siglos XIV y XV la zona fue objeto de repetidas campañas de conquista tanto por parte de los nazaríes como de los cristianos, hasta ser recuperada por Don Enrique, que sería designado conde de Cabra; en 1455 la villa fue entregada a Diego Fernández de Córdoba, mariscal de Castilla y Señor de Baena, pasando a incorporarse a la jurisdicción del Fuero de Córdoba.