En bicicleta de Melide a Arles, 2013
En general, la vía tolosana o de Arles, salvando escasos puntos concretos no tiene mayor atractivo.
En un sentido físico no es especialmente difícil. En un sentido psíquico es conveniente pensar que la mayor parte del camino entre las poblaciones es de una soledad absoluta (no se piense que es como en España, mi experiencia es que son muy muy escasos los caminantes). A lo largo de todo el sur de Francia, desde el País Vasco francés hasta Arles, mientras atravesaba los bosques para mi desconocidos e inhóspitos creo haberme encontrando a lo sumo con 10 personas. La mitad de estas personas eran franceses que por aquellas fechas buscaban setas.
Si este aspecto no supone un problema para el peregrino creo que no tendrá problemas.
En mi caso, a lo largo de toda la vía tolosana fui siguiendo unas pequeñas marcas rojas y blancas que indican un GR-653 (Ruta de Gran Recorrido) y que coinciden con la supuesta ruta original del Camino de Santiago. Me he perdido bastantes veces. Pues las marcas a veces están ocultas por la vegetación o han sido borradas por el efecto de las lluvias y el paso del tiempo. Sin embargo, si tenemos en cuenta la enorme distancia de la ruta podemos afirmar que está bien señalizada salvo en puntos concretos en los que es posible perderse (o cabrearse por no saber por cuál de los caminos seguir).
Sí, hay muchos. Francia no es España, esto es importante tenerlo en cuenta.
Esta vía transcurre, en una proporción considerable del camino, por lo que queda del mundo rural francés. Asombrará al peregrino lo desoladas y desiertas que están las pequeñas poblaciones. Con más fuerza que en España se tiene la sensación de estar en regiones completamente deshabitadas (pueblos fantasma). No hay gente, o muy poca. Esto desde luego tiene su atractivo en un mundo masificado pero es muy triste y descorazonador.
Una cosa muy importante: no hay fuentes. Los franceses, en el sur al menos, no hacen fuentes públicas. Si alguna vez las hubo, yo no lo sé.