El Camino Inglés desde Ferrol, verano de 2016
Primera experiencia en el Camino de Santiago. Lo hice en solitario. Puedo decir que vengo renovado física y espiritualmente. No se puede explicar lo que se siente al acabar una etapa y saber que has cumplido y que va quedando menos para la meta. Caminar en solitario por caminos y pistas rodeado de un paisaje espectacular... ir conociendo gente en el camino, charlar, compartir. Es una experiencia única.
Me ha resultado bastante duro, teniendo en cuenta que no soy una persona muy acostumbrada a andar y que no lo preparé lo suficiente. La salida de Pontedeume y la subida a Bruma son un rompepiernas. Y la última etapa hasta llegar al polígono también me costó lo mío, porque ya notas la acumulación de kilómetros en las piernas.
La señalización hasta la última etapa perfecta. En la etapa Sigüeiro-Santiago llegas a un punto en el que andas bastantes kilómetros sin ver una señal, y por la carretera. Pensé que me había perdido hasta que después de mucho caminar fui a caer al polígono. En Santiago la señalización desaparece. Mejor preguntar.
Yo no dormí en ningún albergue al llevar reservadas las noches en hostales. Los visité todos y menos el de Bruma, que me pareció pequeño, el resto con bastante sitio y personal muy amable. Se echa de menos un albergue público en Sigüeiro, según me comentan otros peregrinos.
Mi recomendación sería que se prepararan fisicamente antes de afrontar el camino. Andar 30 km diarios no es cosa para tomarse a la ligera. Yo desde la tercera etapa sufrí una tendinitis y me fue mal para acabar el camino. Es una experiencia para disfrutarla, aunque se sufra un poco.