La llegada al lago de Bolsena, y a la bella localidad histórica que le da nombre, convierte esta etapa en una de las más atractivas de la Vía Francígena. La primera parte del recorrido, por una meseta agraria hasta San Lorenzo Nuovo, no resulta especialmente interesante. Hecha la parada de rigor en el único pueblo intermedio, donde es tradición probar la porchetta, nos adentramos en un bonito tramo boscoso, luego con olivares y tierras de cultivo, que va bordeando el gran cráter volcánico hasta el castillo de Bolsena. En la villa, con buena acogida a los peregrinos, además de disfrutar de sus recuerdos etruscos y visitar el notable casco antiguo, con epicentro en su basílica de Santa Cristina, hemos de desplazarnos al lago para darnos un baño y realizar un paseo por su ribera.