Etapa 2M: Almogía - Villanueva de la Concepción | Al Loro

Distancia: 
20,2 km
Duración: 
5 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

Etapa sin localidades ni servicios intermedios, que discurre por caminos de tierra y senderos a través de un entorno rural sumamente agradable, en una sucesión continua de cuestas y bajadas.

La primera parte del recorrido se caracteriza por la vegetación de monte mediterráneo, con jaras, lentisco y romero, y árboles como encinas, algarrobos y acebuches, que conviven con almendros y olivos; en la segunda mitad el paisaje es más abierto, con grandes extensiones de cereal.

Atención a la bajada por sendero tras la urbanización La Caleta, a la salida de Almogía, pues la pendiente es muy pronunciada y el terreno suele estar resbaladizo, especialmente si ha llovido.

Para evitar este tramo abrupto a la salida de Almogía, los ciclistas pueden continuar de frente durante 2,1 km por la carretera MA-3403, que lleva a Villanueva de la Concepción; llegados al punto kilométrico 14,6 tomarán un camino a mano derecha que les devolverá al camino oficial al cabo de 300 metros.

En el kilómetro 12,9 de la etapa cruzamos un vado de hormigón sobre el río Campanillas, por lo general seco o con una mínima lámina de agua; en el caso que bajase crecido, no habrá más remedio que descalzarse.

Más adelante atravesaremos el histórico puente del Orcajo sobre el mismo río Campanillas, con un gran arco y una base de sillares de piedra; fue construido en 1787 bajo el reinado de Carlos III y formaba parte del antiguo Camino Real que unía Málaga y Madrid. Lamentablemente, su imagen ha quedado desfigurada por los quitamiedos de la carretera.

También conocida como la Villa del Torcal, la localidad se halla en la vertiente sur de esta impresionante sierra de origen kárstico, declarada Paraje Natural y que atravesaremos en la próxima jornada.

Como su propio nombre indica, estamos en un pueblo de colonización levantado a finales del siglo XIX, cuya trama urbana presenta una cuadrícula ordenada de calles; todo lo contrario a los habituales pueblos de origen medieval, con casas y callejuelas arracimadas en torno a un castillo.

El ajoblanco es una sopa fría típica de la zona, a base de almendras molidas, ajo, agua, sal, aceite de oliva y a veces vinagre; su origen se remonta a la época romana, y se suele servir con uvas moscatel, o bien con trocitos de manzana o de melón por encima.

También son muy populares las gachas, el aliño de espárragos trigueros y diferentes guisos a base de caracoles. Por lo que respecta a la repostería, destacan los roscos de huevo y de vino, las magdalenas y las tortas de aceite.