Etapa 19: Bercianos del Real Camino - Mansilla de las Mulas | Al Loro

Seguimos avanzando por El Páramo, con un entorno similar a los días precedentes: terreno llano y extensos campos de cereales. La construcción de la autovía del Camino de Santiago, y de la vía del AVE, han restado ruralidad y tranquilidad al trayecto.

El largo y monótono tramo entre El Burgo Ranero y Reliegos pondrá a prueba nuestro empeño en alcanzar a pie el sepulcro del santo apóstol; hay una fuente a medio camino, así como hasta cinco áreas de descanso con sombra.

Para los ciclistas quizás sea mejor evitar el andadero e ir por la carretera paralela, y así no deben aminorar continuamente la velocidad ni incomodan a los peatones.

La variante por Calzadilla de los Hermanillos, que finaliza en Mansilla de las Mulas, avanza por solitarias pistas de tierra, unos pocos kilómetros al norte del Camino Francés.

A muchos sorprenderá el nombre de este pueblo, y pensaréis inmediatamente en los simpáticos anfibios anuros. Y si bien es cierto que estos están presentes en las lagunas de los alrededores, el topónimo viene de rañero, alusivo a una zona de monte bajo.

Cae 1,2 km fuera del camino —visible, a mano izquierda, a 7,8 km de El Burgo Ranero —, y cuenta con albergue, bar y tienda.

A la entrada está el inconfundible bar Elvis, a cuyo dueño hicimos una entrevista.

En la Calle Real una placa recuerda que el 28 de diciembre de 1947, ¡menuda inocentada!, cayó en este lugar un meteorito de 23x10 cm que únicamente provocó un buen susto.

Sobre Mansilla de las Mulas:

En 2024 se inauguró, a la entrada, un albergue municipal de peregrinos de solo 18 plazas. Es provisional, a la espera de la rehabilitación del albergue histórico, situado en el casco antiguo.

Ciudad amurallada (siglo XII): los peregrinos del Camino Francés entran por la Puerta del Castillo, construida en cal y canto rodado; y los peregrinos del Camino Vadiniense entran por la Puerta de la Concepción, la única que se conserva completa de la antigua muralla.

Muchos son los elementos, además de la muralla, de interés patrimonial, pero especialmente seductoras resultan las plazas del Grano y de la Leña, que forman un ocho. Aún acogen muchos edificios con sus soportales de madera, y recuperan su función con el mercado de los martes.

Aquí tiene su sede, en el que fue convento de San Agustín, un singular museo etnográfico, titulado «de los Pueblos Leoneses» (descuento a peregrinos, gratis domingos). Resulta muy variado y entretenido; saldrás sabiendo mucho de la forma de vida tradicional de los leoneses.

Entre los platos que se pueden degustar está todo lo que tiene que ver con la matanza del cerdo —en torno a la que celebra unas jornadas temáticas en invierno—, la cecina y otros embutidos leoneses, que se producen en la localidad, o el bacalao al ajo arriero, preparación leonesa por excelencia.