Etapa 10: Conques - Livinhac-le-Haut | Al Loro

Distancia: 
23,4 km
Duración: 
5 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
2

Conviene advertir que la señalización de esta etapa es bastante rácana, y que en ocasiones hay que prestar atención a las marcas colocadas en el suelo, no solo a las verticales.

El exceso de asfalto va a acabar horneándonos los pies. Las duras rampas entre Decazeville y Saint-Roch también nos pondrán a prueba en el tramo final.

Salvo en la partida de Conques, donde se debe tomar la D232, el recorrido es ciclable en todo momento.

Al salir de Conques, llegados a la capilla de Sainte-Foy es tradición tañer su campana, lo que por una parte supone dar un agradecido adiós a este hito del Camino y, según se practicaba en el pasado, avisar de que seguimos sin novedad y hacia el frente.

El GR-6 y el GR-65 avanzaban juntos hasta 1999, pero el segundo se divorció y se fue por su cuenta a través de Noailhac, que le ofrecía ventajas. Por lo tanto no tiene sentido traicionar al GR-65 y pasarse a la competencia, especialmente por dos motivos: la variante es más larga y carece prácticamente de servicios. Tan solo se nos ocurre que pueda ser una opción para quienes ya conozcan la ruta y deseen variar en este tramo, o pisar menos carreteras.

Cuenta con un restaurante (Du Chemin de St-Jacques), un buen café y a su lado una epicerie.

En esta jornada cruzamos, justo después de la unión de los dos GR, el Meridiano Verde, proyecto artístico ideado por Paul Chemetov para conmemorar la entrada del Milenio. La actuación consistió en plantar miles de árboles a lo largo del meridiano de París, que divide en dos mitades casi iguales Francia.

Acostumbrados como estamos a los pueblos históricos e impecables, en Decazeville asistimos a todo lo contrario, pues se trata de una localidad minera en reconversión. Por lo tanto, el desvío turístico señalizado puede satisfacer la necesidad de utilizar alguno de sus servicios, entre ellos un área de acogida de los caminantes y el accueil pèlerin parroquial (de 14:00 a 18:00), aunque los más curiosos también podrán descubrir sus atractivos, que los tiene.

Supermercados, tiendas, panaderías, charcuterías…, de todo hay, pero nada al lado del GR.

Han señalizado una variante turística para que conozcamos su patrimonio, entre lo más destacable los catorce lienzos del Camino de la Cruz de Gustave Moreau (1863), colgados en la iglesia de Notre-Dame, pero también el Museo Industrial o las instalaciones mineras, entre las que se cuenta la mayor explotación de carbón a cielo abierto de Francia.

Una alternativa, que acorta la etapa en 2,9 km, nos la ofrece la gîte de Saint-Roch, que funciona todo el año.

En Livinhac-le-Haut se prodigan en recibir al peregrino, con una animada acogida de convivencia en la casa parroquial, de 17:00 a 19:00, entre mayo y septiembre.

No es un pueblo que destaque por su monumentalidad, poseyendo una iglesia neo-románica que preside la plaza. En la zona baja hay algunos edificios antiguos y una rúa, Laromiguière, que en occitano alude a los romeros, o sea, a nosotros los peregrinos.

Plato típico del Aveyron y el Lot es la estofinade. Fue importada de los Países Bajos, y su nombre es una evolución a partir de la palabra stockfish (pescado seco). Consiste en un puré de patata con huevo y bacalao.