Etapa 32: Sarrance - Borce | Al Loro

Distancia: 
22,4 km
Duración: 
6 h 15 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
5

Las lluvias torrenciales de inicios de septiembre de 2024 han causado importantes daños materiales. Debéis informaros del estado del camino.

Siempre hemos de ser prudentes al aproximarnos a la N134, carretera por la que circula mucho tráfico pesado, y que hoy será necesario atravesar en varias ocasiones. Además, también nos veremos obligados a circular por su arcén, siempre a la izquierda, antes de L’Estanguet y de aquí hacia Borce. Resulta sorprendente que, a estas alturas, no se hayan habilitado más sendas paralelas para aminorar el peligro que corremos los peatones y ciclistas.

Dado que la dificultad de la etapa no es tremenda, algunos se verán tentados a seguir más allá de Borce, por ejemplo hasta Urdos (con buen albergue, un hotel y camping). Quien haga esta apuesta sólo caminará 4,6 km más, pero gracias a ello el día siguiente podrá sobrepasar el Somport y, cuesta abajo, llegar sin mucha dificultad hasta Canfranc.

Hay tiendas, para la compra, tanto en Bedous (también panadería y charcutería) como en Accous (supermercado Intermarché en la N135, a 500 m del Camino), pero también en Borce; por lo tanto, no será necesario cargar comida en exceso desde el inicio. Todos los pueblos grandes disponen, asimismo, de fuentes de agua potable.

Un día más se deben evitar las estrechas y peligrosas sendas, por discurrir al borde de barrancos, inmediatas a la Gave d’Aspe; esto es, de Sarrance a Bedous, y de Bouhaben a las inmediaciones de Borce. Tampoco ofrece garantía el camino de Jouers a Accous, pero se puede bajar por una pista asfaltada al norte del monte Poey, que se interpone entre ambas.

Al llegar por vez primera a la nacional, tras el recorrido fluvial desde Sarrance, en Pont Suzon es preciso retroceder 200 m para poder superar la vía férrea y tomar otra senda similar por la cara opuesta del valle. Aunque pocos, por la línea circulan algunos trenes hasta Bedous, y está prohibido cruzarla por más que la tentación de evitar el rodeo pueda ser muy grande.

Los mercados, en la plaza principal, tienen lugar la mañana del jueves.

Alrededor de la place François Sarrailhé se localizan la iglesia de Saint-Michel (1631), la Mairie con su elegante arcada (s. XIX), y en su centro una fuente. El pueblo también cuenta con dos châteaus del s. XVII: Lassalle, reparado en los s. XIX y XX, con sus torrecillas rematadas en chapiteles, y Laclède, con una recia torre cuadrada.

En Orcun, barrio de Bedous, atravesado por el Camino, además de la iglesia de origen medieval, reconstruida en los s. XVII y XVIII, existe un molino dieciochesco, que es el único en activo del valle de Aspe y puede ser visitado en verano.

La capilla de Saint-Saturnin mantiene el ábside semicircular románico, pero la nave es del s. XVI. Un canecillo muestra la alegoría de la Lujuria acompañada de una venera (¿por qué será?).

La capital del valle y del cantón, aunque en el presente menos poblada y con menos servicios que Bedous, es una localidad grande, y repleta de edificios antiguos y típicos del Haut Béarn, entre los que sobresale la iglesia de Saint-Martin, de nave y cabecera góticas (s. XIV-XV), pero con fachada clasicista del s. XVII; el altar mayor es del s. XVIII. Una nueva sección del Ecomuseo del Valle está aquí dedicada a las granjas vasco-bearnesas y a la elaboración del queso.

El lugar de L’Estanguet ha quedado unido a la historia del valle por el descarrilamiento de un tren, en 1970, que provocó la ruptura de un puente de la línea férrea, que desde 1928 comunicaba Aragón con el Béarn. Desde entonces no ha sido reparado, y los trenes no han vuelto a circular entre Canfranc y Bedous, circunstancia que ha limitado las potencialidades turísticas del valle.

El ecomuseo del Valle de Aspe, que tiene en Borce su cita con la historia jacobea, ejemplifica el deseo, compartido por una población apegada a sus tradiciones, de seguir viviendo con sosiego. Tal filosofía explica que los habitantes del valle hayan rechazado con contundencia, a diferencia de lo que ocurrió en la vertiente aragonesa, el proyecto de la autovía central del Pirineo. Estamos convencidos de que la belleza del paisaje, y la conservación de su patrimonio material e inmaterial, del que forma parte el Camino de Santiago, son la mejor apuesta para mantener un turismo respetuoso y de calidad.

Muchos son los atractivos de este pequeño pueblo medieval, que en su casco conserva varios edificios de los s. XIII al XIX. En el inicio del pueblo están el hospital y la capilla de Saint-Jacques, ambos destruidos en 1569 por los hugonotes y reedificados poco después; el primero mantiene su función como albergue, y en la capilla se proyecta un audiovisual que pone en valor sus pinturas, entre ellas un fresco de Santiago, y grafitis realizados por los soldados napoleónicos.

El templo de Saint-Michel, reedificado en el s. XVII, contiene un aguabenditero medieval, de mármol negro, decorado con una concha, un bordón y una cara barbuda, acaso la de Santiago. Junto a él permanece en pie una casa-fuerte con torre del s. XIII.

Al salir del pueblo, junto al río se localiza la escultura contemporánea dedicada a los hombres y mujeres del valle, iniciada por Erik Dietman y concluida por Saturo Sato en 2012.

Más lúdico resulta el Parc'Ours, zoológico de 10 hectáreas en el que viven especies, tanto domésticas como salvajes, de los Pirineos, con especial atención para los osos (info visitas: www.parc-ours.fr).

El queso de Ossau-Iraty es el principal tesoro del patrimonio gastronómico del Valle de Aspe, aunque también se produce en otros valles pirenaicos del Béarn y el Pais Vasco. Elaborado con leche de oveja de las razas vasco-bearnesa y manech de cabeza roja o negra, está amparado por una AOC (denominación de origen) desde 1980. Una ruta temática permite conocer la región del queso y visitar algunas de sus granjas. Las piezas son identificadas con diferentes logos: si aparece la cabeza de una oveja de perfil es que proceden de una quesería, pero si la cabeza está de frente vienen de una granja (de Plaine); por último, si a la anterior se añade el logo de un edelweiss del Pirineo sobre una montaña, es que la producción es totalmente tradicional, por parte de los pastores que las siguen produciendo en verano cuando las reses pastan en la montaña (d’Estive). El precio suele superar los 30 €/kg en las tiendas, y se sitúa en torno a 20 €/kg en las granjas, pero vale la pena probarlo.