Etapa 76: Pontremoli - Aulla | Al Loro

Distancia: 
31,3 km
Duración: 
7 h 45 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
3

Los únicos albergues de la etapa se encuentran en Aulla, que por este motivo se ha consagrado como fin de etapa. El de San Caprasio es uno de los albergues modélicos de la Iglesia.

Para no tener que andar pendientes de buscar una tienda, que además no va a estar a pie de ruta, lo más recomendable es avituallarse en Pontremoli. A la salida de la población pasamos ante los supermercados Sigma (a diario, de 7:00 a 13:00 y de 16:00 a 20:00) y Euro Spin (a diario, de 8:00 a 20:00).

El mejor lugar para pararse a comer es el parque de los castaños que precede a Filetto, donde además de mesas hay una caseta del agua (ya se sabe, agua fresca con o sin gas por 5 céntimos/litro).

Salvo al inicio y en Aulla, que es cuando se aproxima al camino, el río Magra nos va a acompañar en distancia toda la jornada. El río nace en los Apeninos y, tras discurrir por Toscana y Ligura, desemboca en Bocca di Magra, cerca de la marina de Carrara. Con un curso de 70 km, gran parte de su valle coincide con la comarca de Lunigiana. El curso crece con las aguas torrenciales del otoño, causando periódicas y graves riadas.

Podemos resumir diciendo que la etapa se puede hacer en bici sin grandes problemas, salvo algún tramo sobre calzadas, en la mayor parte de su trayecto. Sin embargo, la señalización oficial en azul priva a los ciclistas de gozar de la belleza del camino peatonal, y propone un recorrido mucho más plano y soso, por la orilla opuesta del Magra y siempre próximos a la A15. Nos resulta incomprensible.

La salida de Pontremoli por la SS62 es un calvario, máxime porque las aceras están invadidas por coches aparcados, que nos obligan a pisar los carriles del tráfico.

El convento de la Santissima Anunziata, a la salida de Pontremoli, posee un gran templo renacentista, de nave única. Custodia importantes obras de arte, entre ellas un templete de mármol atribuido a Sansovino. La sacristía, del s. XVII, muestra ricas entalladuras de madera y frescos de Francesco Natali. Se puede acceder a los dos claustros, con las dependencias ahora ocupadas por el Archivo de Massa-Carrara.

En Santa Giustina vamos por la misma carretera, ahora sin arcén, en dos tramos de 250 y 400 m, con un cruce final peligroso.

De pequeño tamaño, parece un juguete, con sus casas de piedra unidas por arcos y los vicolos abovedados. Entre sus edificios cabe destacar la Casa-Torre, de los ss. X-XII, y el oratorio de los santos Rocco e Bernardo (ss. XVII y XIX).

En Migliarina falla la señalización, pues tras el viaducto del tren se debe seguir de frente, por un estrecho e imperceptible pasadizo, hasta la SS62, y no a la derecha con otras rutas BTT.

Levantada sobre una villa romana de la que han aparecido algunos vestigios, la pieve di Santo Stefano di Sorano (s. XI), a la entrada de la localidad, es un característico templo del románico lombardo. Muestra tres naves, triple cabecera absidal con decoración de arcos ciegos y bandas, y una sobria torre cuadrada que tuvo funciones defensivas.

El borgo di Filetto, creado por los bizantinos frente a los lombardos, posee una estructura peculiar, totalmente cuadrada y murada, de la que permanecen en pie todos los muros y una de las cuatro torres esquineras. Cuenta con dos puertas, que son las que usa la Francígena para entrar y salir, y dos plazas. En la de la iglesia, dedicada a San Filippo y San Giacomo, también se yerguen el palacio de los marqueses Ariberti y el convento dei Frati Ospitalieri, todo del s. XVII.

La única variante de la jornada, además mínima, es la opción de introducirnos por la vía principal del casco antiguo de Virgoletta, que va del castillo Malaspina a la iglesia de los Santos Gervasio y Protasio, con arcadas de refuerzo entre los edificios. Luego se baja hacia el río por una puerta de la muralla.

Las fuentes de Virgoletta. Tres caños, escalonados, se sitúan junto a un lavadero. En uno de ellos fue incrustado un mascarón de mármol antiguo, y en el segundo la figura de una mujer, que sostiene un recipiente del que mana el agua. Entre los vecinos siempre se ha considerado el valor terapéutico de estas fuentes, siendo de composición más ligera la que mana del mascarón (quien la bebe es costumbre decir que regresará a Virgoletta) y más pesada y calcárea la de la mujer.

El camino por el bosque entre Virgoletta y Fornoli se convierte en un barrizal, si llueve, en el entorno del canal de la Magnola y otros tramos bajos.

Frente al albergue de San Caprasio, para una comida rápida es una buena opción la pizzería Mauro e Giuly, muy amables, que también preparan farinato.

La pasticceria Biscotto (Piazza della Vittoria, 19), con su clásico salón de té y café, es un buen lugar para desayunar, tomarse un helado o probar su surtido de pastelillos.

Un buen lugar para aprovisionarse para la etapa siguiente es el supermercado Conad (de 7:30 a 20:00, domingo de 8:00 a 13:00 y de 16:00 a 20:00). Se sitúa a 5 minutos del albergue San Caprasio, con su acceso un tanto oculto en el Viale Lunigiana.

En la abadía benedictina de San Caprasio, fundada a finales del s. IX, se veneraban las reliquias de este santo provenzal, ermitaño en la isla de Lérins, que había sido peregrino a Tierra Santa. Era, por ello, un punto central en la Vía Francígena, y actualmente se pueden contemplar el sepulcro del s. X, un ábside de la misma centuria y vestigios de los templos precedentes, de los ss. VIII y IX. Un museo, instalado en el claustro y la sala capitular, permite comprender la relevancia que tuvo el santuario (más información: Museo di San Caprasio).