Etapa 90: Radicofani - Acquapendente | Al Loro

Distancia: 
23,0 km
Duración: 
5 h 45 min
Dificultad: 
1
Paisaje: 
2

El largo tramo entre Ponte a Rigo y las inmediaciones de Acquapendente, que coincide con la Cassia (SR2), es uno de los marcados en negro, indigno de una ruta de peregrinación. En vez de crear una senda paralela (se aparta un par de veces por caminos) optaron por definir una larga variante que no convence. El trayecto es frustrante, y desde luego penoso para quien camina con el tráfico rozándole los talones, sobre todo al entrar en el Lazio.

La variante más importante de la jornada, por Proceno, permite evitar caminar por la desagradable carretera SR2, a cambio de alargar el recorrido en 8 km. Una buena opción para quien no tenga prisa; además, Proceno dispone de dos albergues de peregrinos.

Se puede hacer sin problema la etapa en bicicleta, salvo en la llegada a Acquapendente, donde en vez de entrar por el río se sigue la carretera al centro.

En Casa al Maestro, con una buena zona de descanso, obsequian colgantes a los peregrinos, tienen sello, disponen de un botiquín de ruta y un minitaller de bicicletas.

Ofrece un albergue parroquial de pequeña capacidad pero espíritu peregrino.

Existe una estupenda área de descanso junto a la iglesia, que dispone de zona de pícnic (mesa con bancos cubierta), un campo de hierba y fuente.

Pueblo de aspecto medieval que corona un montículo, con su castillo (ahora hotel) de alta torre cuadrangular del homenaje almenada y tres menores, y el caserío apiñado en derredor y con la iglesia de San Martino (s. XIII).

Al inicio del casco antiguo el camino pasa ante la iglesia de San Francesco, del s. XII, con rosetón en la fachada, nave única y un claustro de fines del s. XVI. En las dependencias del convento se muestra una pinacoteca, parte del Museo della Città, que entre otros cuadros de temática religiosa expone dos copias de Rafael ejecutadas por el más prolífico y perfeccionista falsificador del s. XVI, Terencio Terenzi.

Cuenta la leyenda que la basílica concatedral del Santo Sepolcro fue fundada por la reina Matilde de Westfalia, madre del emperador Otón I, que se dirigía a Roma con una caravana cargada de oro para su construcción, pero las mulas no quisieron continuar y decidió, tras una visión, edificarla aquí. Su fachada del s. XVIII, con la peineta central más alta que las torres, es obra de Nicola Salvi, el arquitecto que hizo en Roma la Fontana de Trevi. Nos introduce en un templo barroco de tres naves bajo el cual se sitúa la cripta románica de 1149, la cual consta de 24 columnas e integra una pequeña capilla o sacello que, a escala, es la copia más antigua del Santo Sepulcro de Jerusalén.

En la salida de la localidad se sitúa la Torre Julia de Jacopo (s. XV), que formaba parte de la puerta del Santo Sepolcro, la cual acabó siendo dedicada a la heroína local que cerró las puertas de la muralla cuando atacaban los Orsini. La ocupan una oficina de turismo y la sección de cerámica medieval del Museo della Città.