Esta etapa tiene un gran encanto por dos motivos. El primero es que el Camino se apoya en una vía romana reaprovechada en el Medievo, con tramos de calzada, muretes laterales de piedra delimitándola y la compañía de deliciosos robledales, praderas y pinares. El segundo, que hemos entrado en un área termal, con prolongación hasta Galicia, de la que obtendremos dos requintadas entregas que parecen salidas de la Belle Époque: Pedras Salgadas, donde la traza atraviesa el parque del balneario, y Vidago, aquí con las instalaciones privatizadas y más orientadas al lujo, aunque también es posible visitar el parque.