Relato del Camino Aragonés
Presentamos a continuación otro de los buenos relatos del peregrino Luis Bona, basado en su peregrinación por el Camino Aragonés en los años 1997 y 1999.
Preámbulo
Este importante itinerario del Camino de Santiago recogía el flujo de peregrinos que procedentes del sur de Europa se dirigían a Compostela.
No menos significativo fue el tránsito de los que en sentido inverso y procedente de Santiago se encaminaban a Roma.
La vía, conocida como Tolosana por ser Toulouse la ciudad mas importante por la que pasaba, se le denominaba también vía de Provenza pues cruza longitudinalmente en buena parte de su recorrido, de Este a Oeste, esta región francesa, y debía el apelativo de Arletana al tener su inicio o punto de confluencia de los peregrinos de distintas nacionalidades en la ciudad francesa de Arles.
Desde esta ciudad y en dirección a Roma se seguía por la Vía Francígena, así denominada en honor de San Francisco, para llegar a la Ciudad Eterna.
El trayecto iniciado pues en Arles acometía en su último tramo francés la penosa ascensión del “Sumo Portu” o puerto de Somport para encontrarse con territorio español, y después de transitar por tierras aragonesas a lo largo de seis etapas se unía a la ruta procedente de Roncesvalles en la localidad de Puente la Reina de Navarra (Gares). Roncesvalles era, y sigue siendo hoy día, la principal vía de entrada de peregrinos en la Península pues el mayor número de transeúntes provenía de las tres vías francesas: Turonense que iniciaba su recorrido en París, Podense que arrancaba de Le Puy y Lemovicense que comenzaba en Vezelay.
Estos tres itinerarios convergían poco antes de la pequeña localidad de Ostabat, seguían el camino por Saint Jean de Pied de Port y tras superar la gran dificultad del acceso a los puertos de Cise, siguiendo la conocida ”Ruta de Napoleón” que asciende el puerto de Lepoeder y desciende luego a Roncesvalles, o bien por la vertiente por la que circula la carretera a Pamplona, pasando por las villas de Arneguy y Valcarlos, culminaban el ascenso en Ibañeta desde donde el tañido de una campana del pequeño eremitorio allí erigido guiaba sus pasos, sobre todo en los días de niebla.
Situados en ese lugar, un corto trayecto de unos tres kilómetros les permitía llegar a Roncesvalles.
Tras caminar por territorio español otros setenta kilómetros los peregrinos convergían con los que recorrían el Camino Aragonés, en Puente La Reina.
Hecho este preámbulo, vamos pues a iniciar la singladura del CAMINO ARAGONES.
1ª ETAPA: SOMPORT - JACA, 32 km
El Puerto de Somport es el punto mas elevado de todo el Camino, 1632 metros, tanto en los distintos trayectos franceses como en territorio español.
En los primeros tiempos de la peregrinación el trazado seguía el recorrido de la calzada romana que unía Burdeos con Zaragoza, teniendo que ascender al entrar en España el Puerto de El Palo de 2014 metros de altura, resultando muy penosa su escalada sobre todo en invierno al encontrarse impracticables con demasiada frecuencia los pasos debido a la nieve.
Esto condicionó el abandono de esta ruta por otra en cota mucho más baja como era el paso de Somport, en tiempo de Sancho Garcés III (El Mayor), rey de Pamplona.
Culminada la ascensión de este puerto el peregrino se encontraba con el Hospital y Monasterio de Santa Cristina de Somport, a escasos quinientos metros del puerto. Posiblemente remonte su origen hacia finales del siglo VII en tiempo del rey visigodo Wamba, y sucesivas ampliaciones y restauraciones lo situarían en el siglo XII, cuando lo conoció Aymeric.
La leyenda de su fundación, sin duda anterior al reinado de Sancho El Mayor, relata que dos peregrinos ultramontanos ascendían penosamente, en medio de una impresionante nevada, las crestas del “Summo Portu” cuando se ven atacados por los lobos, teniendo que refugiarse en una oquedad, en la nieve. A la mañana siguiente, bajo un espléndido sol, a salvo de los lobos, ven una paloma que les sobrevuela con una cruz de oro en el pico, que deja caer sobre ellos.
Los peregrinos atribuyen su salvación y el vuelo de la paloma a un milagro, y deciden levantar un monasterio en el preciso lugar donde cayó la cruz.
(L.Huidobro Serna señala que el lugar era ya memorable en 1078, siendo rey de Aragón Sancho Ramírez. Sigue documentada su existencia y funcionamiento en virtud de una donación realizada en 1166 por el obispo Bibiano de Pamplona por la que se otorga al monasterio la iglesia de Murillo -archivo de la catedral de Pamplona-.En 1623 se adjudica a la Orden de Predicadores de Jaca, y pocas décadas después, según relato de Burgues Elizondo, canónigo de Roncesvalles, en 1661 ya estaba arruinado)
Situado en una ladera en la margen derecha de la riera de Astún, el monasterio gozó de gran predicamento en tiempos medievales, desde los inicios de la peregrinación hasta mediados del siglo XVI, cuando a instancia de Felipe II se abandonan sus ya obsoletas instalaciones trasladándose la escasa comunidad conventual a Jaca. Tuvo extensas posesiones tanto en España cuanto en Francia y otras naciones, proliferando por distintos lugares de nuestro suelo patrio sus cofradías. La importancia de este hospital fue enorme y el mismo Aymeric Picaud nos lo recuerda cuando dice:
“Tres son particularmente las columnas, de extraordinaria utilidad, que el Señor estableció en este mundo para sostenimiento de sus pobres, a saber: el hospital de Jerusalén, el hospital de Mont-Joux (erigido por San Bernardo de Mentón a mediados del siglo XI en el paso del Gran San Bernardo, en la ruta a Roma) y el hospital de Santa Cristina, en el Somport. Están situados estos hospitales en puntos de verdadera necesidad, se trata de lugares santos, templos de Dios, lugar de recuperación para los bienaventurados peregrinos, descanso para los necesitados, alivio para los enfermos, salvación de los muertos y auxilio de los vivos. En consecuencia, quien quiera que haya levantado estos lugares sacrosantos, sin duda alguna, estará en posesión del reino de Dios”. (Guía del Peregrino Medieval – Liber Sancti Jacobi – Trad. Millán Bravo Lozano)
Luego de reparar sus fuerzas en este establecimiento, el peregrino continuaba descendiendo por el valle, cruzaba la cabecera del Río Aragón, y por su margen izquierda se internaba en un bucólico bosque, dejando a su derecha los picos pirenáicos donde actualmente se encuentran las pistas de esquí de Candanchú, y a la izquierda las laderas de la estación invernal de Astún.
Siguiendo siempre el trazado del Río Aragón, tras un corto trecho, se encontraban con el barranco que recoge las aguas de La Canal Roya y continuando por el valle en un breve trayecto se hallaban bajo la imponente roca sobre la que se eleva el fuerte de Coll de Ladrones. Seguimos caminando por un maravilloso paisaje a la vera de las cantarinas aguas del Aragón hasta llegar a
CANFRANC – ESTACION
La localidad nacida al amparo de la construcción del túnel y estación ferroviaria, dispone de todo tipo de establecimiento para nuestra provisión, albergue incluido, y llamará poderosamente nuestra atención la casi total ruina de la otrora impresionante estación de Ferrocarril, la mas larga de Europa en su tiempo, y hoy condenada al ostracismo por el desinterés del gobierno francés que nunca ha sido proclive a restaurar esta línea internacional desde que hace ya mas de 30 años se hundiera el puente de L’Estanguet, en territorio galo.
Hoy, un túnel carretero ha venido a paliar la deficiente comunicación de Aragón-Bearn, a pesar de que las autoridades francesas en modo alguno han acometido el acondicionamiento de sus carreteras que resultan peligrosas para el tráfico rodado y todavía mas para el paso de peregrinos, pues hay largos recorridos en los que el caminante no tiene otra vía alternativa en su andadura hasta la llegada al pie del pico de Aspe.
Cuando esta líneas escribimos, un nuevo contratiempo ha cortado el tráfico rodado, debido al hundimiento de un tramo de carretera en la zona de Urdós. Se abandona la villa cruzando un corto túnel y rebasada la presa sobre el Aragón, se desciende hasta la orilla y cruzando el río, seguimos por la margen izquierda avistando la Torre de Fusileros (siglo XVI) llegando enseguida a Canfranc.
CANFRANC
El primitivo “Campus Francus” era el paso natural a través de los Pirineos Centrales donde se cobraban los peajes, ostentando el derecho de “rota y porta”, impuesto que por orden real permitía la percepción de aranceles sobre las mercancías y caballerías que por aquí cruzasen.
A cambio de este derecho, los habitantes de la villa estaban obligados al mantenimiento del camino y, fundamentalmente, hacerlo transitable en época invernal.
En 1288 fue sede de las conferencias que permitieron la paz con Eduardo I de Inglaterra.
En 1366 por el ataque de ingleses y navarros fue arrasado y prácticamente destruido.
En 1944 un pavoroso incendió destruyó la práctica totalidad del pueblo, y sus habitantes se trasladaron a la ya influyente villa de Canfranc-Estación.
Hoy día, debido al turismo invernal y la proximidad a las estaciones de esquí de Candanchú y Astún, la villa recupera su identidad.
En este pueblo hay una curiosa leyenda: LA HILANDERA DE CANFRANC “Una vecina de la localidad entretenía las frías noches de invierno al calor de su hogar hilando una prenda, de tal suerte que lo que hilaba por la tarde, un gato negro lo deshilaba durante la noche, según relataba a su marido. Este idea una argucia y vistiendo las ropas de su esposa afronta la espera del gato. Cuando por fin aparece, se dirige a nuestro hombre preguntándole: “¿ cómo siendo hombre vistes ropas de mujer?”, a lo que contesta: “¿Y cómo tu siendo gato hablas?”. Seguidamente, coge un atizador y le suelta un tremendo porrazo, saliendo el gato aullando y cojeando. De regreso a la cama encuentra a su mujer lamentándose entre fuertes ayes, y al preguntarle su esposo de qué se queja, le contesta que al acostarse tropezó con algún mueble lastimándose una pierna. Los quejidos lastimeros de la esposa hicieron que el pobre hombre tampoco pudiese pegar ojo en toda la noche, y convencdo de que estaba casado con una bruja.”
El camino penetra en la localidad cruzando a la entrada un puente sobre el Aragón, la atraviesa longitudinalmente y se abandona por otro medieval, para recuperar la margen izquierda del río y ya no se abandona hasta llegar a la localidad de Villanúa, no sin antes detenernos a visitar la cueva de LAS GUISAS, enorme gruta natural excavada en la roca donde podremos admirar grandes salas con formaciones de estalactitas y estalagmitas.
Hay establecido un horario para poder visitarlas, primavera y verano, debiendo tener cuidado en época de lluvias pues existen sifones internos que arrastran agua con inusitada violencia. El nombre de la cueva se debe a las brujas (Guisas) que allí se reunían para celebrar:
LOS AQUELARRES DE LAS GÜISAS De antiguo se afirma que el lugar era el centro de reunión de las innumerables brujas que pululaban por los pueblos montañeros de la región pirenáica, y entre sus ritos practicaban uno que consistía en tomar varas de fresno que impregnaban de alguna sustancia alucinógena, y tras frotarse con ellas sus partes pudendas entraban en cierto éxtasis que les impelía a dar grandes saltos y cabriolas.
Antaño, esta práctica hizo afirmar a ciertos lugareños que presenciaron alguna sesión brujeril, que las brujas volaban, y de ahí la inveterada costumbre de culminar las chimeneas de sus casas con “los espantabrujas” para evitar su entrada. Similares procesos fueron famosos en otros lugares de nuestra geografía, principalmente en la localidad aragonesa de Trasmoz, o en la navarra Zugarramundi.
VILLANUA
Unos pocos metros después de abandonar las cuevas llegamos a la villa, donde lo mas representativo es su parroquial del siglo XVIII dedicada a San Esteban.
Como todos estos lugares a pie de la carretera que se dirige a la frontera y a las estaciones invernales, la economía de sus vecinos, además de agrícola y ganadera, descansa básicamente sobre el factor “servicios”, y son varios los restaurantes y hoteles de la localidad, amén de un albergue juvenil.
Llegados a este punto, tan solo nos separan de jaca 12 agradables kilómetros, que guiarán nuestros pasos hacia las cercanas ruinas de la primitiva iglesia de San Vicente de Aruej, siglo XII, hoy propiedad particular destinada durante años a almacén y cobijo de ganado, hasta el hundimiento de su techumbre.
El antiguo señorío de Aruej, el “Bardaruex” de origen visigodo, tuvo gran importancia en la Edad Media, al punto de dar nombre a los términos que hoy conocemos de Villanúa y Castiello.
Una hora después, cinco kilómetros bastante llanos, nos sitúan en “Villa Juanita” donde el peregrino que lo desee puede tomar un desvío carretero que se dirige a BORAU, a la derecha de nuestra ruta, en cuyas inmediaciones se conserva la ermita de Sasabe.
SAN ADRIAN DE SASSAU o SASABE
Sito en el valle de Larués es fundación de Sancho Garcés I, como reacción a la expansiva política del conde Galindo II, cuyo condado invadió logrando avasallarlo hacia el año 921-922.
Fruto de la reorganización eclesiástica del reino, el obispo pamplonés Galindo, actuando como metropolitano restauró la sede de Calahorra y creó los obispados de Nájera-Tobía, Deyo (tierra de Estella) y Sassau (el conde Galindo deseaba fuera Siresa), nombrando a FERRIOLO, primer obispo del Condado de Aragón para la sede Sasabensis.
Fue catedral hasta final del siglo XI cuando el obispado se traslada a Jaca. Hoy día sólo queda una ermita frecuentemente anegada por los vertidos de tres ramblas. Lugar emblemático pues en sus muros tuvo cobijo el Santo Grial.
Desde “Villa Juanita”, sin contemplar este desvío al monasterio, una pronunciada cuesta nos lleva a
CASTIELLO DE JACA
El camino atraviesa el pueblo de norte a sur, pasando por delante de la parroquial de San Miguel de los siglos XII-XIII, y si fuerte es la rampa de acceso no menos pendiente es el descenso hasta retomar el camino a las afueras del municipio.
Retrocediendo un centenar de pasos desde la salida del pueblo, cruzando la carretera se toma a mano derecha una estrecha calzada asfaltada que al poco abandonamos recuperando el camino que nos conduce hacia el Río Ijuez cuyo cauce se supera, a falta de puente, saltando de pilote en pilote para salvar sus aguas.
Antes de cruzar el río, si continuamos unos seis kilómetros hacia el Este por una pista asfaltada nos internaremos en el valle de LA GARCIPOLLERA, y tras dejar atrás el promontorio donde se ubicaba la abandonada villa de Cenarbe, y los despoblados de Bescós y Asín, llegaremos a la iglesia románica de Santa María de Iguacel que a mediados del siglo XI mandó construir del conde Galindo, monasterio benedictino y posteriormente cisterciense femenino.
Próximo al lugar se encuentra el despoblado de Larrosa, famoso por ser la patria chica del obispo de Pamplona D. Sancho, que a instancia de Alfonso I “El Batallador” fundó el Hospital de Roncesvalles.
Si no hemos querido aventurar nuestra ruta por estos parajes, seguiremos camino en dirección a Jaca con nuestro fiel acompañante el Río Aragón cuyo curso recuperamos una vez traspasado el cauce del Ijuez, continuando por la margen izquierda hasta el puente de Torrijos por donde salvamos el río y la carretera Nacional, y un corto trecho adelante, otro viejo puente medieval sobre el Aragón conduce en unos cien metros a la ermita de San Cristóbal.
Sigue el camino y a las puertas de Jaca, la antigua capital del Reino de Aragón, en el sitio conocido como Banco de la Salud, se hallaba un antiguo hospital y lazareto construido fuera de las murallas de la ciudad.
Otro antiguo hospital sirvió de cobijo a los peregrinos hasta finales del pasado siglo, siendo hoy día sustituido por un albergue de nueva planta.
La antigua capital de los “Iaccetani” remonta su existencia al menos al siglo III a.C.
Sancho Ramírez la hizo su capital construyendo la magnífica catedral dedicada a San Pedro, sede obispal, que sería referencia constructiva de las numerosas iglesias románicas que jalonan el camino cuyo exponente artístico mas próximo es el de San Martín de Fromista, en tierras palentinas.
Elementos decorativos pioneros en la catedral jacetana, principalmente el taqueado o ajedrezado jaqués y el crismón, estarán de manifiesto en muchos lugares de la ruta caminera.
La iglesia benita de Santa Ginés conserva un magnífico sepulcro románico de 1097 que guarda los restos de Dª Sancha , desde su traslado del que fue Monasterio de Santa Cruz de la Serós.
Otra iglesia, dedicada a Santiago, mandada construir también por Sancho Ramírez en 1088, ha sufrido a lo largo de los siglos sucesiva ruina y restauración, y en la actualidad su párroco imparte diariamente la bendición al peregrino.
También son monumentos significativos el medieval puente de San Miguel, sobre el Río Aragón; la Torre del Reloj, del siglo XIII y el Castillo de San Pedro conocido como “La Ciudadela”, fuerte defensivo edificado a las afueras de la ciudad, donde estuvo el Burgo Nuevo. Levantado por mandato de Felipe II, el remate lo concluye Felipe III.
2ª ETAPA: JACA - ARRÉS, 23 km
Se abandona Jaca teniendo dos posibilidades viarias.
Una, menos transitada, salvaba el Río Aragón por el Puente de San Miguel siguiendo el camino del Solano y por Abay y luego de cruzar el Río Estarrún se llegaba a Somanés continuando a Javierregay para empalmar con el primitivo camino del Puerto del Palo, girando hacia el sur hasta llegar a la antigua “OSTURIT” actual Puente La Reina de Jaca, citada ya en tiempo medieval por Aymeric Picaud.
La vía principal sigue su trazado, a la salida de Jaca por el camino de Mocorones y Llano de la Victoria y tras cruzar el Río Gas se atraviesa un abandonado campamento militar, y frente a la desembocadura del Estarrún en el Aragón, eleva su discurrir para salvar un sinuoso recorrido carretero cuyo tránsito resultaría peligroso para el peregrino.
Un trecho adelante tendremos opción de desplazarnos al Monasterio de San Juan de La Peña encaminando nuestros pasos por el fuerte ascenso del Barranco de Atarés, regresando al encuentro de nuestro camino descendiendo por Santa Cruz de La Serós y de aquí a la Venta de Esculabolsas.
Este desvío, con duro ascenso hasta el Monasterio incrementa el recorrido de la etapa en unos 14 km, aun cuando tenemos la posibilidad de fijar la meta en Santa Cilia, que dispone de un moderno albergue, en lugar de continuar hasta Arrés.
SAN JUAN DE LA PEÑA
(Juan Bautista Labaña. “Diccionario Histórico, Geográfico del Reino de Aragón”) A la muerte del rey Sancho García (I), sucesor del rey García Jiménez, se reunieron los aragoneses y sobrarbinos en San Juan de la Peña en número de casi 600, para enfrentarse a los moros. Agrandaron la iglesia y trasladaron a mejor sitio el cuerpo santo del ermitaño San Juan así como los de los caballeros Voto y Felicio, ordenando que fuese aquella iglesia convento de religiosos, eligiendo por abad a uno llamado Tresumiro, y se consagró la iglesia el día de Santa Ana, por el obispo de Jaca y Aragón, D. Enego. El rey D. Sancho (III) “El Mayor” envío monjes de Cluniaco que entonces florecían en religión y santidad, designando abad a PATERNO, de la Orden de San Benito. En San Juan está enterrado el rey D. García Yñiguez a quien mataron los moros en el castillo de Lecumberri el año (era) 901. También está el rey D. Sancho (II) Abarca, su hijo, que murió el año (era) 934, en cuyo tiempo hubo un obispo de Aragón llamado D. Oriol. Está también el rey D. García (Sánchez II “el Tembloroso”), su hijo, que murió el año de 956, y en su tiempo era abad de San Juan D. Fortuño. También está aquí sepultado el rey Sancho Ramírez que murió sobre Huesca el año 1094. Y su hijo el rey D. Pedro (I) que la tomó, el cual falleció el año 1105 al cual también vi aquí. El 28 de Noviembre fui a San Juan de la Peña, que está a 2 leguas y media de Jaca. Es un monasterio de monjes benitos claustrales, de los que hay tres monasterios en Aragón: éste, el de San Victorián y el de O (Alaón). El traje de los monjes es el de clérigo con un escapulario largo negro. Hay en este monasterio 17, y no puede albergar a más. Seis de ellos tienen prioratos, de 200 a 300 escudos de renta, y los demás, otros oficios. Tienen un abad que tendrá 2400 escudos de renta, y la casa más de 4000. El abad presente se llama D. (en blanco) Murero, natural de Cariñena. Fue colegial teólogo del colegio de Santa Cruz de Valladolid. Hace dos años que fue promovido a esta abadía. El sitio del monasterio es muy extraordinario, porque todo él y la iglesia está metido debajo de una gran peña, que levantándose en mucha altura con gran inclinación, deja espacio para contener iglesia y monasterio. La iglesia es de tamaño apreciable. La capilla mayor y dos capillas colaterales son pequeñas, metidas en tres arcos de pedrería antigua. El cuerpo de la iglesia es de dos paredes que se encastran en la peña y le sirve de techo. El coro, y lo mismo el resto de la iglesia se encuentra abovedado, bóveda redonda sobre pilastras, y por encima de la bóveda, y por debajo de la peña entra luz a la iglesia y a las capillas. El retablo de la capilla hace más de 100 años que se pintó, y para aquella época es de buena pintura. Encima del sagrario hay una imagen de San Juan Bautista metida en un nicho, y sobre ella un arca de madera dorada donde se guarda, con gran veneración, el cuerpo de San Ildefonso, uno de los 72 discípulos de Cristo, y de los 7 de Santiago, que con el vino a España. Fue obispo de la ciudad de Urci, cerca del lugar donde había una población que los moros llamaban “Paschema” y a seis millas de ella, Almería. Eso dice el monje Ebrelmo, que vivía junto a Almería. (Los discípulos de Santiago eran: Torcuato, Indalecio; Segundo; Eufrasio; Cecilio; Tesifonte e Isicio) Se dice que con el cuerpo de San Indalecio vino también el cuerpo de San Jaime, discípulo de San Indalecio, que fue martirizado en Urci, llamado Almería. El cuerpo de este santo (Indalecio) fue mandado traer de Urci por un abad de esta santa casa llamado Sancho, hombre de vida religiosa, para lo que envió a dos monjes con un pariente suyo, a fin de que robaran el glorioso y santo cuerpo que se encontraba en lugar poseído por los moros. Y lo trajeron a San Juan de la Peña, a donde llegó en la “quinta feira sancta –anno ab incarnatione Domini 1084 era 1120 (1122), 2ª kalenda aprilis“ reinando en Aragón el rey D. Sancho (Ramírez) y siendo príncipe su hijo Pedro (I) que se encontraba en San Juan de la Peña cuando llegó allí el cuerpo santo, como consta en la historia de su traslación escrita por un monje cluniacense que se hallaba presente, llamado Ebrelmo, y que escribía por mandato del dicho santo abad. En la sacristía que se encuentra al lado derecho de las capillas – debajo de la peña – están enterrados los reyes de Aragón en túmulos de piedra y nichos cubiertos por losas. Entre los muchos reyes aquí enterrados esta el rey D. Pedro (I) que murió sobre Huesca, en cuya sepultura se hizo un cerco de oro groseramente labrado. Por dentro es redondo. Por fuera de diez caras. Encima del engaste una piedra de esmeralda, y esculpida en ella una figura, aunque no se adivina a quien representa. En la cara opuesta se leen estas letras “T.A.X”. Este monasterio y la iglesia se quemaron hace poco más de cien años, y todavía se ven las ruinas y el humo en parte del claustro. Del incendio se salvaron sólo las capillas de la iglesia y otra que está debajo de ellas, muy soterrada, dedicada a Nª Señora. Las paredes exteriores de la iglesia, frente a las capillas y la bodega, se reedificaron, y tienen buenos aposentos y comodidades, y día a día se sigue obrando.
Los lugares de la Abadía son: ACUMUER, 70 vecinos; MIANOS, 40; HUERTOLO, 12. De la Mesa Capitular: STA. CILIA, 60 casas; ALASTUEY, 16; ENNA (Ena), 35 casas; BOTAYA, 20 casas; De los claustrales de la Honor de Matirero (Matidero) son 4 lugares que tienen 50 casas: MATIRERO, VINUEST (Vinués); BIVAN y ACASTROE (Alastuey).
Lo que se cuenta como principio de esta casa: Dicen que había en aquella peña una ermita en la que vivía un ermitaño, de nombre Juan de Atarés, natural del lugar de Atarés que está a una legua de este sitio, castillo antiguo que dicen fue fundado por Galindo de Aragón (así lo afirma Beuter). Muerto este santo ermitaño, que por tal se tiene, estuvieron en aquella ermita dos hermanos naturales de Zaragoza: Voto y Félix. Voto, dicen que andaba de caza por el bosque que se encuentra por encima del monasterio y corriendo tras un venado llegó a la punta de la peña, desde donde se despeñó el venado, y su caballo quedó en alto sobre dos patas. Y rogando a San Juan Bautista que le socorriese, giró de pronto el caballo en redondo, y quedó a salvo del peligro. Por eso dejando a un lado el mundo y las riquezas que poseía se hizo ermitaño, con su hermano Félix, en aquella ermita. Muertos éstos, ocuparon la ermita Benedicto y Marcelo, siendo rey de Navarra D. García Giménez y su mujer Eneca, siendo conde de Aragón Azenario (Aznar) y rey de Huesca Abderrahman (I), año de 758. (Según Beuter, Otho y Felizio fueron compañeros del santo ermitaño Juan en los últimos año de su vida, juntándose muchos cristianos en aquella cueva para celebrar las exequias del santo, y eligieron rey a García Giménez, esforzado y valiente caballero, en el año 724) Después los reyes fueron engrandeciendo esta ermita y fundaron un monasterio, que tuvo canónigos regulares, y fueron enterrados aquí, tras dotarlo largamente. La peña es fuerte y casi cortada a pico por todas partes. La subida al monasterio desde Santa Cruz (de la Serós) es ardua y con muchas vueltas. En lo alto, hay un llano muy hermoso poblado de espesos piñoneros. Y prolongándose la peña hacia poniente se va elevando suavemente una punta mucho más alta que el resto, donde se halla una ermita del Salvador que se encuentra ya en tierra de Santa Cruz, desde donde se divisa un gran espacio de tierra y montes (Pascual Madoz “Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico” 1845-1850). La abadía sufrió tres incendios, el último el 24 Febrero 1675, por lo cual, y en cuyo momento se inició la construcción del Monasterio nuevo. Al hablar de los enterramientos reales, dice fueron 27, siendo el primero el de Garci-Ximénez, y el último el de Pedro I, muerto en 1104. Sin embargo el postrero es el del todopoderoso Conde Aranda, en 1798. En tiempo de Ramiro I, 1062 se celebra el I Concilio Pinatense, en el que entre otros temas confirma lo ordenado por su padre Sancho III “El Mayor” para que los obispos de todo el Reino de Aragón se elijan de entre los monjes de este Monasterio. El Monasterio nuevo fue incendiado por los franceses en 1808 y fue reconstruido en 1814, y su templo a partir de 1828 (Ana Isabel Lapeña Paul – “Suma de estudios de San Juan de la Peña”). El 22 de Marzo de 1071 se procede a la sustitución del rito mudéjar, por el romano. Ese día se siguió el primitivo ritual hasta la “hora Tercia”, pero “la hora Sexta” se celebra ya con el canon romano, siendo abad pinatense Aquilino, procedente de Cluny. No todas las iglesias y monasterios del reino de Aragón aceptan de buen grado este cambio, y algunos como Banzo, abad de Fanlo, por oponerse a la reforma es desposeído de su dignidad. Tras la visita de Aquilino a Roma en ese mismo año, el papa Alejandro II toma al cenobio pinatense bajo su protección, a cambio del pago de una onza de oro anual. El auge de San Juan de la Peña, favorecido con la protección real y las importantes donaciones que recibe permite la construcción de la primitiva iglesia románica, consagrada el 4 de Diciembre de 1094, en presencia del rey Pedro I, varios obispos y abades, y el legado pontificio.
La proximidad a la Ruta Jacobea (a pesar del difícil ascenso a monasterio) inducen al abad Sancho de Arinzana (había peregrinado a Roma, Montecasino y Compostela) a acumular gran cantidad de reliquias, como medio de atracción del peregrino, y ya en 1084 los monjes consiguen hacerse con los cuerpos santos de Indalecio y su discí- pulo Santiago, sepultados en Urci (Almería), todavía bajo el poder musulmán. (San Indalecio es un obispo del siglo IV aunque la tradición española lo hace discípulo de Santiago “El Mayor”, y consagrado obispo en Roma por San Pedro y San Pablo. Es supuestamente uno de los “varones apostólicos”, y sus restos, con los de Félix y Voto se veneran en sendas arquetas de plata situadas bajo el altar mayor de la catedral de Jaca), a donde llegaron desde San Juan de la Peña tras la desamortización de Mendizábal) En memoria de este santo y a beneficio de San Juan de La Peña se instituye en 1187 el llamado “Voto de San Indalecio” que agrupó en torno al cenobio a 238 pueblos del contorno, tras contar con el beneficio del santo en una gran sequía, formulando desde entonces la promesa por la que cada lugar aportaba anualmente al monasterio determinadas cantidades de especies (cereal, aceite, sal, etc).
Con el paso del tiempo la costumbre fue decayendo y muchos lugares negaron su contribución, hasta el punto de que en el siglo XVII solo 34 pueblos se mantenían fieles. La costumbre, recientemente recuperada, aglutina a buen número de gentes de diversos lugares que, con sus pendones, se desplazan hasta el monasterio alto para celebrar la festividad del santo. El poder de atracción que ejercían las reliquias era muy grande y La Peña contó además con otras: un pequeño fragmento de la Santa Cruz; piedras del pesebre y del sepulcro de Cristo; dos redomas de vidrio con leche materna de la Virgen; dientes y huesos de innumerables santos; y sobre todo, la atracción por excelencia, el santo cáliz de la Pasión de Cristo, enviado por San Lorenzo que a su vez lo había recibido de manos del papa S. Sixto, transferido posteriormente por Martín I a la catedral valenciana donde se venera hoy. Contó San Juan de La Peña con enormes posesiones: villas, prioratos, campos de cereal y viñedo, granjas, molinos y herrerías, etc., producto fundamentalmente de donaciones, cuando no de compras o permutas. A mediados del siglo XII se produce la primera de las sucesivas crisis que acabarán con el cenobio, debido en esta ocasión al desgobierno del abad Juan, quien comprometió seriamente el futuro monacal hasta el punto de que para seguir existiendo precisó el auxilio del conde Ramón Berenguer IV y del obispo tarraconense, que deponen al abad e incluso le expulsan del reino. La situación irá degradándose paulatinamente aun a pesar del efectivo gobierno de abades posteriores y las rentas monacales resultarán seriamente afectadas por los continuos gastos de los frecuentes pleitos con los obispados de Pamplona, Jaca, Huesca, e incluso con San Sernín de Toulouse por las posesiones de iglesia y villa de Artajona. El 3 de Septiembre de 1375 un pavoroso incendio asola el dormitorio monacal y el archivo. En 1474 otro incendio destruye la abadía, que muchos años después, hacia 1550, será reconstruida bajo el mandato del abad Martín Pérez de Oliván. En 1571 Felipe II separa las diócesis Jaca-Huesca y la primera ve acrecentado su patrimonio con bienes de la abadía y 3000 ducados de renta anuales que se cargan al haber pinatense, según bula papal dada en ese mismo año. En la noche del 25 de Febrero de 1675 se desencadena otro arrasador incendio, y los monjes vieron impotentes arder sus dependencias durante tres días, sin apenas poder salvar nada de sus pertenencias. Este hecho fue definitivo para la vida monacal, por lo que la comunidad planteó y obtuvo licencia del rey Carlos II para la construcción de un nuevo monasterio cuya ocupación se llevó a cabo el 19 de Septiembre de 1682, siendo prior mayor Domingo de la Ripa, al encontrarse vacante la silla abacial. La primera piedra del nuevo templo se coloca el 21 de Octubre de 1693, y el 18 de Octubre de 1705, el abad de San Victorián José Plácido Corona y Guzmán consagra la iglesia. Este nuevo monasterio, tras caer en situación ruinosa, desaparecida hace lustros la vida monacal, está siendo restaurado hoy día. El singular monasterio de San Juan es el mas famoso del Reino de Aragón, panteón real y guardián del Santo Grial, hasta que el peligro de la invasión musulmana aconsejó su traslado a un lugar mas seguro en las entrañas del entonces Condado de Aragón, San Adrián de Sasave. Dejamos la importante abadía y descendemos durante unos tres km por una estrecha carretera para llegar a Santa Cruz de la Serós, o de las Sorores.
SANTA CRUZ DE LA SEROS
ERMITA DE SAN CAPRASIO (Ana I. Lapeña) Enclavada en la localidad de Santa Cruz de La Serós, con iglesia dedicada a San Cipriano, trocándose luego a favor del mártir francés Caprasio, compañero de Santa Fe de Agén, o de Conques.
Desde finales del siglo XI formó parte del dominio pinatense, y hasta el XIV un monje se ocupaba de este priorato que, mas tarde, se integró en la limosnería.
MONASTERIO DE SANTA CRUZ DE LA SEROS o de las Tres Sorores
Monasterio fundado por Ramiro I hacia 1059/1061, para profesar sus hijas Urraca,Teresa y Sancha, viuda esta y sin hijos e Armengol III de Urgel, y lugar donde encontraban cabida también las damas de la nobleza. Sancha tiene que oponerse a su hermano García, obispo de Jaca que trataba de recortar sus derechos episcopales, y dota al monasterio de algunas villas, dotación luego confirmada en 1097 por Pedro I, que también acrecentó con nuevos bienes el patrimonio monacal que se vería incrementado con Ramiro II “El Monje” y sobre todo con su nieto Alfonso II “El Casto” (no confundir con el asturiano de igual nombre).
El traslado en época posterior de las sorores a Jaca en 1555 donde pervive hoy día, acarreó la desaparición de este cenobio. Abandonamos la localidad siguiendo la carretera hasta encontrarnos con la venta de “Esculabolsas” donde recuperamos la ruta principal, que en corto paseo nos encamina a BINACUA y poco después llegamos a Santa Cilia.
SANTA CILIA DE JACA
(Ana I. Lapeña) Erigido en esta villa el monasterio de Santa Cecilia, lugar de donde toma nombre la localidad (Cecilia – Cilia), pronto pasó a ser priorato dependiente durante algo mas de dos siglos del Monasterio de San Juan de la Peña. Desde mediados del siglo XIII estuvo en las propiedades de la clavería. Es un cuidado pueblecito que presenta un conjunto histórico artístico integrado por la parroquial dedicada a la santa titular, y un palacio cuya datación abarca de los siglos XI al XVII. Hoy día cuenta con casa rural y moderno albergue. Abandonando la villa, el camino discurre durante un trecho por la carretera Jaca-Pamplona y Huesca, hasta llegar en unos 6 km a un nuevo puente sobre el Río Aragón que nos sitúa en Puente la Reina de Jaca. Antes de cruzar el puente sobre el Aragón, se ofrecen al caminante dos alternativas. Si optamos por continuar por PUENTE LA REINA DE JACA, la antigua villa real de “Osturit, o Astorito”, nuestros pasos se encaminarán, casi todo el trayecto por carretera, a BERDÚN, preciosa villa cuya población tras ver arrasada su primitiva ubicación en el valle de río fue posteriormente reconstruida, para tiempo después ser nuevamente saqueada, por lo que decidieron buscar el amparo de un sitio más elevado y de fácil defensa , lugar en el que hoy subsiste.
Luego el Camino se dirige por ASSO-VERAL, pasa por las inmediaciones de SIGÜES, y el despoblado (a causa de la construcción del embalse de Yesa) de ESCO para llegar a TIERMAS donde se ubicaron las famosas termas romanas que engullidas por el pantano de Yesa únicamente son visibles cuando el nivel del embalse desciende unos cuantos metros, momento que aprovecha mucha gente para tomar baños de lodo, y agua que fluye a unos 34º. Finalmente, rebasada la presa del embalse, en la localidad navarra de Yesa, el camino gira a la izquierda y tras pasar por el CASTILLO DE JAVIER, se llega a SANGÜESA. A la derecha de la salida de la población de Yesa, una carretera asciende en unos 3 km hasta el magnífico Monasterio de Leire, panteón real navarro. No obstante la vía que mayoritariamente sigue el peregrino en la actualidad evita esta ruta continuando, sin cruzar el Río Aragón ni entrar a Puente La Reina, por el ramal de carretera que conduce a Huesca unos 300 m. donde se toma un desvío por otra estrecha calzada que señala el final de esta etapa, ARRES. Tomado este desvío, un suave descenso y salvado el puente sobre un barranco, se gira a la izquierda remontando un pequeño talud y en relajado y agradable ascenso entre el follaje, precioso balcón con las imponentes moles pirenáicas a nuestra derecha, después de caminar 3 km llegamos a
ARRES
Pueblo semi derruido y casi abandonado desde el inicio de la década de los 70. La llegada de los hospitaleros voluntarios a este lugar contribuyó a dar a conocer su lánguida existencia y hoy día, tras la construcción de un albergue de peregrinos en lo que fue casa de los maestros, el continuo tránsito de aquellos ha dinamizado el resurgir del pueblo con buena parte de su desolado caserío en fase de recuperación, al haberse adquirido por foráneos. El pueblo se sitúa en un altozano donde se edificó su iglesia dedicada a Santa Colomba, y el convento, formando una línea de muralla defensiva con su atalaya. El lugar aparece mencionado ya hacia el 850 en la Crónica de San Juan de la Peña. Perteneció a este monasterio, pues en 15 de Mayo de 1090 se data un documento por que el Sancho Ramírez lo cambia al cenobio por otras propiedades. Otra cita de 1094, señala que D. García Jiménez de Arrés dona a San Salvador de Leire y a las santas Nunilo y Alodia sus casas en Arrés a cambio de vestido y alimento a costa del monasterio. Con el devenir del tiempo perteneció a diversos señoríos con intervalos de realengo: en 1294 Artal de Alagón cambió al rey Jaime II este lugar por los de Pina y Alcubierre. A finales del siglo XIV pertenecía al Señorío de Rueda a cuyo titular Gastón, concedió Juan I “el mero y mixto imperio en Arrés”. Su siempre escasa población contaba en el siglo XV con solo tres fuegos.
3ª ETAPA: ARRÉS – RUESTA, 27 km
Se abandona la pequeña villa descendiendo por una torrentera, hasta encontrar una buena pista y girando a la derecha, dirección al río Aragón, bordea tierras de labrantío hasta llegar al camino principal que discurre en perpendicular a nuestro itinerario, recuperando entonces dirección oeste. El camino pasa por las inmediaciones de MARTES que cuenta con edificios destacables: la ermita Nª Sª de Javierremartés, siglo XIII, otra dedicada a San Pelay y una tercera a San Sebastián, además de la parroquial de Nuestra Sra. de las Candelas, siglo XV, y la casa Consistorial, del XIV. Antiguamente, tras cruzar el río Aragón, se incorporaban en este tramo peregrinos que seguían la ruta por la margen derecha del Aragón, después de dejar atrás la villa de Berdún. Trayecto en el que hay que vadear dos barrancos que en época invernal y de deshielos, obligan al peregrino a descalzarse para atravesarlos, ya que no cuentan con ningún puente que permita salvarlos. Después de rebasar “Villa San Francisco” donde el peregrino puede refrescarse y tomar un descanso, merced a la munificencia de sus moradores, llegamos aunque sin tocarlo al lugar de MIANOS, pequeña localidad con parroquial de Santa María, de los siglos XII-XIV. Un paseo de una hora nos sitúa en
ARTIEDA
El camino que traemos desemboca en la carretera un trecho antes de llegar al cruce que toma el duro ascenso al pueblo, aunque si no se piensa descansar en su cómodo albergue, podemos evitar esta subida continuando nuestro camino, de frente, ahora por asfalto, sin tener en cuenta el giro a derecha que forma la carretera, para recuperar el camino. La villa cuenta con parroquial del siglo XII-XIV dedicada a San Martín, en fase de restauración, y cuyos bienes mas preciados se encuentran, como el de los muchos lugares del Obispado de Jaca, en el museo románico de la excelsa ciudad. Nuestra marcha se encamina ahora hacia el llano llegando casi a hollar las aguas del pantano de Yesa, pasando por delante del desolado monasterio de San Juan de Maltray, pionero de la reforma cluniacense en Aragón a propuesta de Sancho III “El Mayor”.
SAN JUAN DE MALTRAY
El Monasterio románico de San Juan Bautista lo funda Sancho Garcés I tras la conquista de Ruesta de manos del walí de Huesca Al-Tawil, cuñado y aliado del conde aragonés Galindo. Mas tarde se constituyó en abadía aglutinando a los monasterios de Santa María de Fonfría y Ciellas, convertidos entonces en simples prioratos, para, años más tarde ser donado a San Juan de la Peña. (Agustín Ubieto. Monasterios medievales Altoaragoneses) Hoy día, las obras de recrecimiento del Pantano de Yesa han arruinado parte del tramo conservado de la posible calzada romana, y con seguridad medieval, que ascendía por una pequeña ladera para situar al peregrino a las puertas de
RUESTA
Localidad abandonada a causa de la construcción de la presa de Yesa a finales de la década de los 50 del pasado siglo, tras su cesión a la CNT por parte de la CHE está consiguiendo una mínima recuperación.
Aunque la práctica totalidad de su caserío - iglesia de Santa María del siglo XVI y castillo del siglo X incluidos – se encuentran arruinados, se ha recuperado algún espacio habitable, destinando un par de casas a albergue donde, entre otras gentes se atiende a los peregrinos. La monarquía pamplonesa, Sancho Garcés I, incorpora el lugar a la corona tras su victoria sobre Al-Tawil, cuñado del conde aragonés Galindo. Sancho III “El Mayor” reforzará sus defensas, y finalmente en 1054 García III “El de Nájera” cederá la plaza a su hermano Ramiro I, rey de Aragón.
4ª ETAPA: RUESTA – SANGÜESA, 22 km
Descendemos hasta el cauce del barranco Regal que atravesamos por una pasarela y seguidamente encontramos el camping. Seguimos adelante iniciando el ascenso del monte Fenerol, una larga cuesta que por buena pista nos elevará a una alta meseta desde la que, si el día está claro, divisaremos a nuestra derecha y espalda el Pirineo y al frente-izquierda, Moncayo, Picos de Urbión y Demanda.
En las primeras rampas encontramos la iglesia priorato de Santiago, antiguo cenobio que perteneció a la abadía francesa de Selva Mayor. Casi a la altura de la villa de Ruesta, en la margen opuesta del Aragón se encontraban las antiquísimas termas, primero romanas y luego reales, de Tiermas, mencionadas en el itinerario de Aymeric Picaud, que podían visitar los peregrinos que transitaban por dicha margen, y que, tras rebasar Sigües, el despoblado de Esco y la propia villa de Tiermas encaminaban sus pasos a Sangüesa, después de visitar el monasterio real de Leyre. De este magnífico monumento románico, que algunos datan en 1057, fue abad San Virila, del que la leyenda cuenta: “Cierto día descansando sobre una pradera al lado de una fuente del cenobio quedó extasiado oyendo el trino de un ruiseñor. De regreso al monasterio el portero no le reconoció y a su vez al santo abad tampoco le era familiar el rostro del monje. Cuando por fin se pudo aclarar el entuerto coligieron que habían transcurrido 300 años, al constatar que Virila fue un abad del monasterio en ese tiempo”. Por el altiplano un trecho malamente conservado de calzada romana nos conduce en descenso a las puertas de Undués aunque previamente salvaremos un pequeño galacho para ascender una dura cuesta de uno 600 m. que nos sitúan en la villa.
UNDUES DE LERDA
Villa apenas poblada que, no obstante, cuenta con albergue de peregrinos, el último en territorio aragonés. Como edificios destacables, la parroquial de San Martín, siglo XVI, y el ayuntamiento. Al poco de abandonar el pueblo, un corto descenso nos sitúa en el indicador de la “muga” de Navarra, y desde aquí el camino discurre por tierras relativamente llanas y pequeños collados para, unos 8 km después llegar a Sangüesa.
SANGÜESA
Nos encontramos ya en el viejo reino que fue, primero de Pamplona y tras consolidar la reconquista, a partir del reinado de Sancho VI “El Sabio”, de Navarra. La zona irrumpe con fuerza en la ruta caminera a partir de las conquistas de Sancho III “El Mayor” aunque la fundación de la ciudad, junto a la antigua Rocaforte, tiene lugar en el primer cuarto del siglo XII, naciendo el primitivo burgo al lado del puente que salvaba el río Aragón, construido a finales del siglo XI. Cuenta con un gran patrimonio artístico destacando las construcciones del Palacio Real, o del Príncipe de Viana; Iglesia de Santiago, siglo XII; la también románica de San Adrián de Vadoluengo. El Convento del Carmen; el de San Francisco, siglo XIII, y sobre todo Santa María, conjunto arquitectónico del siglo XII en el que destaca la maravillosa labra románica de su portada completan el recorrido turístico por la ciudad.
5ª ETAPA: SANGÜESA – MONREAL, 30 km
Abandonamos la bella población para dirigir nuestro caminar a lo largo de unos 3 km de trazado llano hasta la vecina localidad de LÍEDENA donde cruzaremos la carretera para internarnos por el antiguo trazado del ferrocarril de vía estrecha “El Iratí”, paso que permite salvar la Foz de Lumbier. Antiguamente el peregrino salvaba las bravas aguas del río por un majestuoso y atrevido Puente del Diablo que tiene su propia leyenda y cuya construcción atribuye a Satán y su demoníaco gremio. Destruido en las Guerras Carlistas, nunca fue reparado. “En cierta ocasión a una bella labriega imposibilitada para cruzar el Río Iratí debido a una fuerte crecida se le aparece el diablo y le propone construir un puente en término de 24 horas, para que aquella pudiera franquear el río. Firmado el oportuno contrato, dentro del plazo se construye el puente y cuando la muchacha se persona en el lugar Satán le reclama su alma pero aquella, volviendo su rostro hacia la torre de la iglesia del pueblo hace ver al Diablo que el reloj señalaba cinco minutos de más sobre el tiempo pactado, por lo que el Demonio resultó burlado” El paseo, precioso, siguiendo la margen izquierda del río nos conduce aguas arriba a la salida del desfiladero después de atravesar dos túneles en los que, sobre todo en uno, es aconsejable ayudarse de una linterna. A la salida del desfiladero se abre el estrecho valle y podemos reparar fuerzas en los merenderos que al aire libre instaló la Diputación Foral.
Un poco mas adelante se presenta a nuestra vista la villa de LUMBIER aunque el camino gira al oeste sin necesidad de penetrar en la población, siguiendo tránsito hacia las de NARDUÉS y próxima a ella ALDUNATE, iniciando seguidamente el ascenso, por una senda con exuberante vegetación, de la ladera del puerto de Loiti y en su cima converge con la carretera el camino que llevamos. Se cruza la carretera en este punto y al otro lado se retoma una pista forestal que tras seguirla unos 800 m aproximadamente gira a la derecha internándose en la espesura (ojo no seguir el ascenso recto pues conduce al alto donde se instalan los generadores eólicos), y tras continuas subidas y bajadas nos presentamos a las puertas de
IZCO
Esta pequeña localidad, bien comunicada por la carretera Huesca y Jaca a Pamplona, cuenta con un pequeño y acogedor albergue. Dispone de ocho plazas. Dejamos atrás la villa siguiendo por buen camino, con la vista puesta al oeste, en la Higa de Monreal que con sus 1300 m de altura domina el horizonte, y en apenas una hora encontramos ABINZANO. Cruzamos Abinzano y a la salida, junto a unas naves ganaderas tomamos el camino que a lo largo de una hora, entre bajas colinas y salvando pequeños regatos nos acerca al río Elorz que atravesamos por un antiguo puente a la entrada de SALINAS DE IBARGOITI bajando luego a su cauce para vadearlo mas adelante y continuar por un trecho boscoso, siempre a nuestro frente la colosal Higa, que en unos 2 km nos lleva a cruzar nuevamente el Elorz, esta vez por un bello puente medieval, a la entrada de
MONREAL
La antigua “Mons Regalis” consolida su población al otorgar Sancho Ramírez el Fuero de Estella a sus vecinos. Lo mas destacable de la villa es su parroquial dedicada a San Martín de Tours. Tuvo castillo y una iglesia, Santa María, ambos desaparecidos. En 2002 inauguró un albergue con capacidad para 25 personas.
6ª ETAPA: MONREAL - PUENTE LA REINA (Gares), 31 km
Abandonamos el lugar ascendiendo por la romera calle del Burgo descendiendo luego a la ribera del Elorz para tomar el camino de “los Carros” y seguir por la orilla izquierda del río hasta encontrar un puente donde cambiamos de orilla para llegar enseguida a YÁRNOZ villa que conserva una torre medieval. El itinerario sigue a la vera de pequeños lugares: OTANO, EZPERUN Y GUERENDIAIN, hasta internarnos en un frondoso encinar antes de llegar a
TIEBAS
Conserva restos de su arruinada fortaleza, que fue sede del Archivo del Reino de Navarra, y la parroquial de Santa Eufemia a cuyo pie discurre el camino. Dispone de albergue para 25 peregrinos. A la salida del pueblo se cruza la autopista que conduce a Pamplona y sin llegar a CAMPANAS seguimos la ruta en ligero ascenso hasta BIURRUN que dedica su iglesia gótica, siglos XIII al XVII, a Nuestra Señora del Rosario. El camino continúa dejando la villa a la derecha, sin entrar en ella, siguiendo entre labrantíos y ligeros toboganes para llegar a UCAR y desde aquí luego de recuperar la carretera, llegaremos a
ENÉRIZ
El municipio situado a orillas del río Robo cuenta con unos 250 habitantes, dedicados a menesteres agrícolas. Su pasado se remonta hasta el final de la dominación romana pues así lo atestigua el hallazgo de cerámica y monedas de la época. La parroquial, siglo XVIII, se dedica a Santa María Magdalena. Ilustre hijo de la villa fue Sebastián Eslava, ministro de la guerra con Fernando VI y virrey de Nueva Granada. El camino atraviesa todo el pueblo y por buena y llana pista nos acercamos a uno de los monumentos más emblemáticos del camino,
SANTA MARIA DE EUNATE
A escasamente 2 km de reunirnos con la vía que viene de Roncesvalles encontramos esta joya románica de transición; “La de las Cien Puertas”. La iglesia de trazado octogonal con linterna en su bóveda, se rodea con un anillo de arcadas apuntadas que cierran el conjunto de inequívoca factura templaria, y cuya construcción ha dado lugar a múltiples interpretaciones. Para unos fue lugar iniciático de la Orden Templaria. Otros, en función del hallazgo de osarios afirman que fue hospital y lugar de enterramiento, tanto de peregrinos como de monjes. Hay quien asegura que fue hospedería. Situada en una amplia llanura, hoy dispone en una edificación aneja de albergue para peregrinos. Al frente e izquierda de nuestro camino se encuentra sobre un otero la ermita de Arnotegui, donde descansan los restos de San Guillén, hijo del Duque de Aquitania que tras asesinar a su hermana y expiar su pecado peregrinando a Santiago, regresó al lugar donde profesó hasta su muerte. Enfrente de la ermita en otro desvío a la derecha de nuestro camino se ubica el pueblo de OBANOS, tristemente famoso por ser el lugar donde el santo asesinó a su hermana. La leyenda de San Guillén, escenificada cada año en Obanos y en cuya representación participa la casi totalidad del pueblo, rescata lo acontecido: “Santa Felicia, hermana de Guillén, se encuentra peregrinando a Compostela y a su regreso, en esta villa decide profesar como monja. Los mensajeros enviados por su padre, el Duque de Aquitania que tenía planes distintos para su hija, no consiguen hacerla desistir de su idea, a la vista de lo cual el duque decide enviar a su propio hijo. Como tampoco este obtiene el fruto apetecido, en un arrebato, mata a su hermana”. Hoy, un relicario revestido de plata guarda el cráneo de San Guillén y los lugareños a través de un orificio hacen fluir el vino de la cosecha vaticinando su calidad en función del color que adquiere el líquido. Dejamos Eunate y en la confluencia con la carretera Pamplona-Logroño, en una isleta en el centro, encontramos el monumento del peregrino donde una leyenda anuncia: “Y desde aquí, todos los caminos a Santiago se hacen uno solo”. Giramos a nuestra izquierda y siguiendo la carretera afrontamos las primeras casas de
PUENTE LA REINA
Nacida para el camino, su caserío se fue conformando en la margen izquierda del Río Arga al amparo del magnífico puente medieval que la mayoría atribuye a Dª Mayor, esposa de Sancho Garcés III “El Mayor” de Pamplona. Hay quien sin embargo afirma que es obra mandada ejecutar por Dª Estefanía, esposa de García “el de Nájera”, hijo y sucesor de Sancho en el trono de Pamplona. Es criterio normalmente aceptado el considerarlo como el mas bonito puente de todo el camino, aunque en mi opinión resulte mas bello y atrevido el leonés del Paso Honroso. Antes, a la entrada del pueblo, encontramos el albergue de peregrinos e inmediatamente después la Iglesia del Crucifijo que aloja una talla de un Cristo “renano”. La Iglesia es fundación templaria y se erige en el siglo XII. Ya en 1149 los templarios habían fundado un priorato en esta localidad. Siguiendo nuestra ruta, que cruza el pueblo de Este a Oeste, pasamos por delante de la Iglesia de Santiago, románico del siglo XII con maravillosa portada polilobulada, y próximo al puente la parroquial de San Pedro cuyo deterioro es manifiesto, y por fin llegamos al puente, de seis arcadas, que todavía conserva un gran portal que cerraba el acceso a la villa.
LEYENDA DEL “TXORI”
Se cuenta que un txori (pajarillo en idioma vascuence), acudía todas las primaveras revoloteando sobre el Arga, y bañando sus plumas en el río recogía agua con la que lavaba una talla renacentista de la virgen ubicada en una torreta del puente, limpiándola de polvo y telarañas. Puente La Reina, la antigua “Pons Reginae”, señala el final del recorrido de la Vía Tolosana que se inicia en la localidad francesa de Arlés y que tras penetrar en Aragón por el Puerto de Somport acaba su periplo a la entrada de la población , como ya hemos señalado. Desde aquí, las cuatro grandes vías europeas de peregrinación del Camino de Santiago; TURONENSE; LEMOVICENSE; PODENSE y TOLOSANA, discurren juntas e inseparables hasta la tumba del Apóstol. El autor ha recorrido el itinerario aragonés del Camino de Santiago llegando hasta Compostela en dos ocasiones: por primera vez en 1997 y una segunda en 1999. En Mayo de 2004 completó en toda su extensión esta ruta, comenzando en Arlés y finalizando en el Puerto de Somport.
FIN
Luis Bona - Octubre 2005