Villaharta
El Vacar | » 9.1 km » | Villaharta | » 33.7 km » | Alcaracejos | |
Etapa 19: Cerro Muriano - Villaharta | Etapa 20: Villaharta - Alcaracejos |
Notas destacadas
El nombre de la localidad probablemente hace alusión a su posición elevada entre los ríos Guadiato y Guadalbarbo. Este pequeño pueblo, con casas blancas y calles empinadas, creció a partir del siglo XV alrededor de una venta donde se hospedaban mercaderes y viajeros. Más tarde, las propiedades terapéuticas de las aguas que manan de su subsuelo provocaron un auge turístico de la localidad a finales del siglo XIX. Los manantiales de Fuente Agria y las fuentes del Cordel y de Malos Pasos, con aguas carbonatadas y ferruginosas, son testimonio de dicha actividad balnearia. |
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En 2022 se inauguró el albergue municipal de peregrinos. Otra alternativa es el alojamiento privado La Buhardilla, agradable bed & breakfast en la casa de Amparo, ex peregrina y gran conversadora, a sólo 150 metros del centro. |
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El queso de oveja curado en aceite, elaborado en diferentes granjas de la comarca, resulta un manjar excepcional. Entre los dulces, no podemos perdernos los buñuelos de Villaharta, típicos de Carnaval (y cuyo aspecto resulta muy diferente a los buñuelos habituales), así como las sopaipas, las hojuelas y el hornazo. Otros platos típicos son las tortillitas de San José, el cochuflo de coles, la alboronía, el caldillo de perdigón y el lomo de orza. |
Cultura e Historia
El origen de la localidad se remonta a un poblado ibérico-romano llamado Casóbriga, cuya actividad minera debió ser destacable, y que aprovechaba la cercanía a dos vías por las que se distribuía la producción de minerales hacia el Guadalquivir: la Vía Corduba- Emérita Augusta y la Corduba-Sísapo, la cual continuaba hacia el norte por el puerto del Calatraveño. Además de su riqueza minera y la condición de cruce de caminos, los romanos también se interesaron por sus aguas termales, con propiedades terapéuticas.
La villa se desarrollaría durante el siglo XV: así quedó reflejado en 1478 con los primeros documentos que la mencionaban como pueblo de hospedaje para viajeros y mercaderes que realizaban las rutas Córdoba-Bélmez o Córdoba-Los Pedroches. En dichos escritos se incluyen nombres de ventas como la de Lopillo, la Sileruela y la del río Guadalbarbo, todas ellas regentadas por vecinos de Villaharta a fines del siglo XV.
En 1495, durante el reinado de los Reyes Católicos, se concedió a Fernando Páez de Castillejo facultad para fundar un mayorazgo entre cuyas propiedades se encontraban las tierras de La Alhondiguilla, que con el tiempo sería el embrión del término municipal de Villaharta. Tras sucesivas transmisiones y herencias, a mediados del siglo XVII la villa pasó a posesión de la casa de Alba y del Marqués del Carpio.
La población fue creciendo paulatinamente, y en el año 1839 Villaharta tenía ya tres calles, compuestas por unas cincuenta casas donde residían 298 habitantes. A finales del siglo XIX el censo era muy parecido al actual, de unos 600 habitantes.
A pocos kilómetros de Villaharta encontramos varias fuentes y manantiales conocidos como los manantiales de Agua Agria, cuya explotación de sus aguas ferruginosas y carbonatadas, muy beneficiosas para la salud, dio un gran impulso a la economía de la zona a finales del siglo XIX y durante la primera mitad del XX. Aquí acudieron a tomar las aguas personajes de gran relevancia, como los políticos Francisco Silvela o Álvaro de Figueroa (conde de Romanones y presidente del Consejo de Ministros durante el reinado de Alfonso XIII). Tras la Guerra Civil, el balneario se arruinó y cerró sus puertas. De aquel pasado de esplendor se conservan algunas de las antiguas fuentes, entre ellas la del Cordel y la de Malos Pasos.