El Camino del Ebro pasa por cuatro comunidades autónomas y cuatro provincias: Cataluña (Tarragona), Aragón (Zaragoza), Navarra (Navarra) y La Rioja (La Rioja).
Camino del Ebro | Información
El Camino del Ebro (o Camino de Santiago del Ebro) es el Camino de Santiago que tiene como inicio el Delta del Ebro y remonta el valle del río Ebro hasta Logroño, donde se une al Camino Francés proveniente de Roncesvalles. Treinta kilómetros antes de Zaragoza, entre Pina de Ebro y Fuentes de Ebro, el Camino del Ebro confluye con el Camino Catalán por Zaragoza proveniente de Montserrat, y, por lo tanto, a partir de este punto tanto se le puede denominar Camino Catalán como Camino del Ebro.
El origen histórico del Camino del Ebro se remonta al siglo XII, después de las reconquistas cristianas de las principales ciudades del valle del Ebro, cuando devotos franceses, italianos, y de muchas otras procedencias, llegaban en barco a Sant Carles de la Ràpita para emprender la peregrinación al sepulcro del santo. El mismo Santiago, según la tradición, en su labor apostólica, recorrió el Camino del Ebro desde Tarragona, como ponen de manifiesto numerosas leyendas, la más conocida de las cuales habla de la aparición de la Virgen María sobre un pilar en Zaragoza.
El punto de partida oficial del Camino del Ebro es la localidad de Deltebre, pero el punto de partida histórico, como se ha dicho en el párrafo anterior, es Sant Carles de la Ràpita. También tenemos la posibilidad de iniciar la peregrinación en el extremo más oriental del delta, en el cabo de Tortosa, a 15 km de Deltebre.
La señalización del Camino del Ebro es buena en su conjunto, aunque en algunos lugares es algo confusa (se detalla en el apartado del recorrido) como por ejemplo la salida de Batea y algún cruce entre Caspe y Chiprana. En los pocos lugares donde no hay ningún tipo de indicación no tenemos más alternativa que hacer uso del sentido común, o bien, si ello es posible, preguntar a alguien. En algunos tramos la señalización del Camino del Ebro se superpone a la señalización del GR 99, pero debemos tener siempre presente que son dos caminos distintos aunque sigan, hasta Logroño, la misma dirección.
El eje vertebrador del Camino del Ebro es, naturalmente, el valle del río Ebro. El Ebro es el río más caudaloso de la Península Ibérica, el segundo en longitud (910 km) por detrás del Tajo, y su cuenca se extiende a una sexta parte del territorio español (también incluye Andorra y una pequeña parte del sureste de Francia). A lo largo de su recorrido cuenta con numerosas infraestructuras hidráulicas para el abastecimiento de agua potable y de agua de riego, para el aprovechamiento del potencial hidroeléctrico y para la regulación del caudal.
El paisaje en el Camino del Ebro es bastante variado, sin duda menos que en el Camino Francés pero más que en la mayor parte de los otros caminos. Los humedales del delta, los bosques mediterráneos de la cordillera prelitoral, las gargantas del río Canaleta, los secarrales de la sierra de Caspe, los variados cultivos de regadío que se extienden en la huerta del gran río, los taludes naturales, los meandros, los "galachos" (zonas inundables), la vegetación de ribera...
Hasta Zaragoza el Camino del Ebro tiene dos variantes importantes. La primera, no señalizada, evita el gran rodeo que el camino oficial da para pasar por Sant Carles de la Ràpita, y va directamente y todo derecho de Deltebre a Amposta, ahorrándonos 16 km. Un sucinto vistazo a un mapa de la zona nos dará una idea clara de esta alternativa. La segunda, deficientemente señalizada, es la variante directa a Velilla desde Alborge, descrita en el apartado del recorrido (etapa Escatrón - Quinto).
Debemos tener en cuenta que para realizar la etapa de Xerta a Gandesa conviene llevar una linterna, dado que la Vía Verde que sigue el Camino cruza muchos túneles, algunos de más de un kilómetro, en los que la oscuridad es total. Los túneles más largos tienen iluminación artificial, pero no siempre funciona. La temperatura en el interior de los túneles es más baja que en el exterior, y a veces hay corrientes de aire.
Además del Camino de Santiago, el valle del Ebro también es recorrido por otro camino muy importante: el Camino Natural del Ebro GR 99. Como ya hemos comentado, en algunos tramos los dos caminos coinciden. Las dos señalizaciones son inconfundibles, porque el GR presenta una moderna señalización vertical en los dos sentidos. Además, y hablando en general, la traza de un GR y la traza de un Camino de Santiago tienen una diferencia básica: para el primero es más importante el itinerario que avanzar, para el segundo es al revés, o sea, es más directo. Por lo que respecta al caso concreto del GR 99, éste suele ir más cerca del río Ebro que el Camino de Santiago, y, por lo tanto, en algunas etapas es bastante más largo. La señalización del GR 99 incluye las distancias a la siguiente y a la anterior población, un dato que es mejor tomar con una cierta cautela e, incluso, con un cierto sentido del humor. El GR 99 tiene unos 1.200 km y va del Delta del Ebro a Fontibre (Cantabria).
La ciclabilidad del Camino del Ebro es muy alta, superior a un 90% del recorrido. De hecho, es uno de los Caminos de Santiago en los que los ciclistas menos se deberán preocupar de buscar alternativas. Aún así, también este camino presenta tramos inaccesibles o, al menos, muy complicados para los amantes de las dos ruedas. El caso más obvio es el tramo de La Fontcalda a Gandesa, en que los ciclistas deberán ir por carretera. También de Fabara a Caspe hay algunos tramos de pista muy deteriorada, no aconsejable para según qué tipo de bicicleta. Y, finalmente, los cortos tramos de la salida del Monasterio de Rueda y la bajada a Sástago por el camino oficial no son aptos para bicicletas, pero hay buenas alternativas por carretera.
El Camino del Ebro, de Deltebre a Logroño, tiene 440 km y pasa por 45 poblaciones con servicios. Así pues, resulta una media de una población con servicios cada 9,8 km. Con datos del año 2010, de estas poblaciones, 33 disponen de algún tipo de alojamiento y sólo 13 de algún alojamiento más apropiado para los peregrinos (albergues, residencias...). Las distancias más largas sin posibilidad de avituallamiento son: de Xerta a Gandesa (25,6 km), en mitad del recorrido hay el bar-restaurante de La Fontcalda, pero sólo abren en verano y los fines de semana; de Gallur a Ribaforada (24,0 km) por el Canal Imperial; de Chiprana a Escatrón (21,4 km) y, por último, de Fabara a Caspe (21,3 km). Son varios más los trayectos que superan los 15 km sin posibilidad de avituallamiento. Además de las dos capitales (Zaragoza y Logroño), las ciudades más pobladas de este camino son Tudela, con 40 mil habitantes, Tortosa, con 35 mil habitantes, Calahorra, con 25 mil habitantes, y, finalmente, Amposta, con 20 mil habitantes.
A fecha de 2010, el Camino del Ebro dispone de 13 albergues o espacios de acogida para los peregrinos: 6 albergues municipales (Batea, Torres de Berrellén, Tudela, Alfaro, Calahorra y Alcanadre); 2 albergues privados (Xerta y Zaragoza); 2 albergues juveniles (Deltebre y Zaragoza); el seminario de Tortosa; el Patronato Hogar Nazaret en Amposta y, finalmente, la residencia de estudiantes de Caspe. La mayor parte de estos albergues o espacios de acogida presentan unas buenas instalaciones y unas buenas condiciones higiénicas.
Como es habitual en los caminos poco frecuentados, también en esta ruta deberemos hacer uso de alojamientos convencionales dado que hay largos tramos sin albergues, sobre todo desde el Delta del Ebro hasta Zaragoza. El caso más evidente es entre Caspe y Zaragoza, con más de 100 km sin ningún albergue. Afortunadamente, la oferta de alojamientos convencionales es suficiente para poder realizar el camino con continuidad.
Seguidamente presentamos una lista, no exhaustiva, de los monumentos o lugares más relevantes en el ámbito cultural que encontramos en el Camino del Ebro. La ciudad de Logroño no se incluye, dado que se comenta en la página del Camino Francés. Como siempre, la lista la presentamos siguiendo el orden de la marcha:
El Delta del Ebro. El Delta del Ebro es la zona húmeda más extensa de Cataluña y un importante hábitat que acoge diversas especies acuáticas. Está legalmente protegido como Parque Natural, tiene una extensión de más de 7 mil hectáreas, la mayor parte de las cuales están cubiertas por extensos campos de arroz, y las actividades económicas que se desarrollan son básicamente la agricultura, la pesca y, en los últimos años, el turismo. El frágil ecosistema del delta se enfrentará en las próximas décadas a graves amenazas: la primera y más importante es el cambio climático, que según los científicos aumentará el nivel del mar, disminuirá el régimen de lluvias y hará más frecuente los episodios de temperaturas extremas; la segunda, la disminución de los sedimentos que se depositan debido a las numerosas presas que hay río arriba, hecho que ya está provocando la retrocesión del delta y la salinización de las aguas; la tercera, la disminución del caudal a causa de los trasvases y canales de regadío; y, la cuarta y última, la introducción de especies foráneas.
La ciudad de Sant Carles de la Ràpita. Su importante puerto se considera el punto de inicio histórico del Camino del Ebro, pues allí llegaban por mar los peregrinos procedentes de Italia, de Francia y de otros países. Hoy en día Sant Carles de la Ràpita, con 15 mil habitantes, continúa viviendo de cara al mar gracias a su gran puerto pesquero y deportivo, motor económico, junto con el turismo de sol y playa, y a las actividades relacionadas con el Delta del Ebro. El centro vital de la población se encuentra en la bonita plaza rectangular de Carles III, donde está la iglesia parroquial (1941) y diversos edificios neoclásicos en los "Porxes". Sin embargo, el edificio más emblemático de la población es la inacabada Iglesia Nueva (siglo XVIII), en la avenida de Cataluña, de estilo neoclásico.
El puente colgante de Amposta. Es el icono de la ciudad, un puente espectacular formado por una gran estructura de hormigón armado de casi 150 metros de largo sostenida por cables, y dos bonitas pilastras de piedra (una a cada lado) en forma de arcos de triunfo. Fue inaugurado en el año 1921, y supuso una mejora importante en la conexión por carretera entre Cataluña y Valencia. Su construcción se inspiró en el gigantesco puente de Brooklyn de Nova York, quince veces mayor.
La ciudad de Tortosa. Con 35 mil habitantes, es la capital de la comarca del Baix Ebre y la ciudad más grande del valle del Ebro desde Zaragoza. Fue una ciudad íbera, probablemente la mítica ciudad fortificada conocida como Hibera que los romanos y los cartagineses se disputaron durante las Guerras Púnicas. De la larga historia de la ciudad son testimonio numerosos vestigios y monumentos: la catedral gótica de Santa María (siglos XIII-XVIII), el monumento más importante, donde debemos destacar el retablo del altar mayor y la capilla de la Virgen de la Cinta; el impresionante castillo de la Suda, de origen musulmán y emplazado sobre una colina; los restos de las murallas medievales (siglo XIV) y otras fortificaciones de la misma época; los Reales Colegios y la iglesia de Sant Domènec, un conjunto de tres edificaciones renacentistas, y, por último, el convento de Santa Clara (siglo XIII). La ciudad también cuenta con numerosos palacios y edificios de interés que abarcan desde la Edad Media hasta la Edad Contemporánea. Hoy en día el casco antiguo se encuentra bastante degradado, a pesar de que en los últimos años las administraciones han puesto en marcha diversos proyectos de recuperación.
El azud de Xerta. A 2 km de Xerta, desde la Vía Verde, en un punto situado a una cierta altura respecto al Ebro, podemos admirar esta obra de ingeniería hidráulica original del siglo XV (algunos creen que ya existía en la época del dominio musulmán). El azud actual data de la segunda mitad del siglo XIX. Se trata de una presa construida en diagonal, de casi 400 m, que tiene como función principal el suministro continuo y uniforme de agua del Ebro a los importantes canales de la derecha y la izquierda del río. Incluye una reclusa para la navegación, que hoy día no se utiliza, y una pequeña central hidroeléctrica de construcción reciente, muy polémica por su impacto visual.
La Vía Verde de la Val de Zafán. Es la plataforma, hoy reconvertida en ruta cicloturista, de la antigua vía del ferrocarril que unía La Puebla de Híjar, en la provincia de Teruel, con Tortosa. La idea original del proyecto constructivo era que el tren llegara al importante puerto de Sant Carles de la Ràpita, pero el trazado no se terminó. La línea, proyectada con finalidades comerciales y militares, se construyó entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, y estuvo operativa hasta 1971. Hoy día, la Vía Verde, totalmente acondicionada en la parte catalana y parcialmente en la parte aragonesa, es muy frecuentada los días festivos por ciclistas y caminantes. Es muy cómoda, debido al escaso desnivel, y pasa por lugares de una gran belleza.
El santuario de La Fontcalda. En el valle del río Canaleta, al lado de la Vía Verde, entre los estribos de la sierra de Pàndols y los Puertos de Tortosa, en un lugar bucólico y solitario, está emplazado el santuario de La Fontcalda. La iglesia actual data del siglo XVIII y es de estilo neoclásico. Está documentada la existencia de un santuario anterior del siglo XIV. Al lado del santuario hay un bar-restaurante y una gran zona de picnic, muy concurrida por los lugareños los días festivos. El topónimo de La Fontcalda hace referencia a una fuente de agua caliente cercana, conocida como "Font dels Xorros" y utilizada desde hace siglos por sus propiedades medicinales.
El pueblo de Gandesa. La localidad, de poco más de 3 mil habitantes, es la capital de la comarca de la Terra Alta, una de las comarcas de producción vitivinícola más importantes de Cataluña y que cuenta con denominación de origen propia. Con respecto a los lugares de interés de la población, destacamos: la iglesia de la Asunción, ampliamente reformada en el siglo XVII pero con elementos románicos del edificio original; la Cooperativa Agrícola (1919), bonita construcción modernista; el Palau del Castellà, del siglo XIII y de origen templario, y, finalmente, el Centro de Estudios de la Batalla del Ebro, que retrata la parte más humana y dramática de la gran confrontación de la Guerra Civil.
El pueblo de Batea. Batea es una bonita villa, de poco más de 2 mil habitantes, que conserva en sus calles estrechas y plazas del casco antiguo, embellecidas por portales (de la antigua muralla), arcos, porches y fachadas floreadas, toda la esencia de su pasado medieval. Los mejores ejemplos son la calle Major y la plaza Major. En el ámbito monumental debemos destacar la iglesia de Sant Miquel (siglo XVIII), de estilo barroco y neoclásico, de profusa fachada y con torre ochavada. También merecen un apunte las torres renacentistas de Martí (en las afueras) y de Castellà, y la capilla barroca del Portal (siglo XVII).
El mausoleo romano de Fabara. Se halla en la salida de Fabara, salvado el río Matarraña y sólo a 300 m del camino. Merece la pena visitarlo, aunque no podamos entrar en el recinto cerrado que lo protege (quien desee una visita más detallada, debe recoger las llaves en el Ayuntamiento dentro del horario pertinente y regresar a devolverlas). Se trata de un mausoleo romano del siglo II, uno de los mejores conservados del Estado, que mandaron construir los padres del niño Lucius Aemilius Lupus en su memoria. Un historiador descubrió el mausoleo en el año 1874, que hasta entonces era considerado por los vecinos una construcción sin ningún valor y se utilizaba para las cosas más banales. En el año 1931 fue declarado Monumento Histórico Artístico Nacional.
La ciudad de Caspe. Importante e histórica localidad de 9 mil habitantes. En el año 1412 nueve representantes del Reino de Aragón, Reino de Valencia y Principado de Cataluña, reunidos en Caspe, eligieron a Fernando I de Aragón para suceder a Martín I el Humano, muerto dos años antes sin descendencia, como rey de la Corona de Aragón, evitando así una sangrante confrontación. Es el Compromiso de Caspe, el hecho histórico más trascendente de la ciudad. Con respecto al ámbito monumental, Caspe presenta un importante patrimonio histórico y artístico, donde sobresale al conjunto colegial de Santa María la Mayor (siglos XII-XVIII), sede del Compromiso (en el castillo) y el monumento más importante de la ciudad. También merecen una mención la ermita románica de Santa María de Horta (siglo XII), que vemos en la entrada por el camino, la moderna Torre de Salamanca (siglo XIX), también en la entrada, el mausoleo romano de Miralpeix (siglo II), al lado de la colegiata, y, en la plaza Mayor, el palacio Piazuelo Barberán (siglo XVII), de estilo barroco, y el edificio del Ayuntamiento (siglo XIX), de estilo neoclásico.
El pueblo de Escatrón. Lo primero que sorprende de Escatrón, bonita localidad de poco más de mil habitantes, es la enorme central térmica instalada en un meandro del Ebro, a 1 km del pueblo. Como es natural, la economía del pueblo ha estado muy vinculada a la central desde su construcción en los años 50, pero, afortunadamente, los graves problemas ambientales de sus inicios se han solventado al convertirse en una central de ciclo combinado que utiliza gas natural. Por lo que se refiere al ámbito cultural dentro de la localidad, destacamos: la iglesia barroca de la Asunción (siglo XVII), con un extraordinario retablo de alabastro del siglo XVII; la ermita de Santa Aguedica (siglo XVII), emplazada en la cima de una pequeña colina, con una elegante torre, y, por último, el convento y la iglesia de San Javier (siglo XVIII), en un estado general muy deteriorado, pero que conserva las dos interesantes torres gemelas.
El Monasterio de Rueda. Es una de las joyas culturales del Camino del Ebro. Fundado a inicios del siglo XIII por monjes cistercienses, fue unos de los monasterios más importantes del Reino de Aragón. A mediados del siglo XIX, con la desamortización, cayó en una etapa de decadencia y destrucción que casi no deja nada en pie. A finales del siglo pasado el gobierno de Aragón puso en marcha, con una inversión millonaria, un ambicioso plan de restauración, en buena parte ya ejecutado. Hoy día se realizan visitas guiadas y, además, tiene un hostal de lujo. Del conjunto monumental, la parte más interesante es, por su originalidad, la réplica del sistema hidráulico junto al Ebro construido en el siglo XIII, que suministraba abundante agua corriente al monasterio a través de una gran noria, de 16 m de diámetro, y un acueducto gótico. Se trata de una obra de ingeniería admirable y de gran belleza plástica, y que además da nombre al conjunto monástico.
La Cartuja de la Inmaculada Concepción (La Cartuja Baja). En el interior de este magnífico conjunto monumental (siglos XII-XIII), el cual da nombre a la población zaragozana de La Cartuja Baja, destacan la iglesia del Sagrario, el Gran Claustro, la portería y la procura.
La basílica del Pilar (Zaragoza). La majestuosa basílica del Pilar (siglos XVII-XVIII), templo de estilo barroco situado en la misma plaza del Pilar, acoge la Pilarica (siglo XIV), patrona de los aragoneses. La basílica se levanta en el mismo lugar donde, según la tradición, a Santiago se le apareció la Virgen María sobre un pilar para incitarlo a continuar la tarea apostólica por tierras ibéricas. Está considerado el templo mariano, de culto a la Virgen María, más antiguo del mundo cristiano.
La catedral del Salvador (Zaragoza). Conocida como la Seo, fue construida entre los siglos XII y XVIII. Está en la plaza de la Seo, al lado de la plaza del Pilar. Es un templo de base gótica donde se combinan diferentes estilos: mudéjar, renacentista y barroco.
La torre mudéjar de Utebo. Esta preciosa torre mudéjar, de dos cuerpos, un cuadrado y el otro octogonal, forma parte de la iglesia de Ntra. Señora de la Asunción, declarada monumento nacional.
La catedral de Santa María (Tudela). La catedral de Santa María (siglos XII-XIII), a caballo entre el románico y el gótico, también está declarada monumento nacional. Tanto la Puerta del Juicio como el claustro, ambos del siglo XII, son un románico excepcional.
La colegiata de San Miguel (Alfaro). De la colegiata de San Miguel (siglo XVII), considerada una de las obras maestras del barroco español, destacan las dos torres de más de 50 metros de altura. Cabe destacar como hecho curioso que sobre sus tejados vive la mayor colonia urbana de cigüeña blanca del mundo, con más de 500 individuos.
La catedral de Santa María (Calahorra). De estilo gótico, la catedral de Santa María (siglos XV-XVII) es, actualmente, el monumento más destacado de esta antigua ciudad romana. Emplazada en la parte baja de la ciudad cabe destacar la torre de seis cuerpos, el extraordinario altar de San Pedro, de estilo plateresco, el portalón de San Jerónimo, y la pila bautismal, con numerosas referencias al Camino de Santiago.
El castillo de Aguas Mansas (Agoncillo). De gran relevancia histórica es el precioso castillo de Aguas Mansas (siglos XIII-XIV), emplazado en el núcleo urbano de Agoncillo. Se puede apreciar en su portalón la Cruz de Calatrava. Ha sido declarado monumento artístico histórico nacional y está considerado una de las más destacadas edificaciones civiles de La Rioja.
Es difícil, si no imposible, encontrar un camino con desniveles más moderados que el Camino del Ebro. Es un camino casi sin desniveles. Los primeros 80 km, hasta La Fontcalda, son absolutamente llanos. Y los últimos 270 km, de Velilla de Ebro a Logroño, también son absolutamente llanos. O sea, que el interés se reduce a los 100 km y pico que van de La Fontcalda a Velilla de Ebro, la mayor parte de los cuales tienen unos ascensos y descensos moderados y que ni siquiera merece la pena mencionar. Pero hay una excepción:
La subida al collado de En Torner (Sierra de Pàndols). Es en la etapa de Xerta a Gandesa, pasada La Fontcalda. La subida por el solitario valle del Frare transcurre en un entorno bucólico, terrible escenario de la Batalla del Ebro en el año 1938, y con la Sierra de Pàndols a mano derecha. El plato fuerte del ascenso es el tramo final, que realizamos por una pista de tierra bastante pedregosa. La Fontcalda se encuentra a 160 m de altitud, mientras que el collado de En Torner está a 475 m de altitud. Por lo tanto, en una distancia de 5 km, el desnivel total de la subida es de 315 m. Nada del otro mundo, pero es la única subida destacable en todo el Camino del Ebro.
De Gallur a Ribaforada. A siete kilómetros de Gallur, justo en el lugar donde el camino sale al Canal Imperial, se nos presentan dos alternativas para llegar a Ribaforada. La primera alternativa, el camino principal, recorre el canal por su camino de servicio; hasta Ribaforada hay 16,5 km, a lo largo de los cuales no pasamos por ninguna población y, por lo tanto, no disponemos de servicios. La segunda alternativa (la variante), en cambio, cruza por un puente el canal y pasa por Mallén y Cortes, ambas poblaciones con servicios. En este último caso, a la salida de Cortes volvemos a tener dos opciones. Una enlaza de forma inmediata con el Canal Imperial y, por lo tanto, con el camino principal; en este caso hacemos 1,1 km de más respeto el camino principal. La otra, girando a la izquierda en la salida de Cortes, sigue una ancha pista de tierra que atraviesa zonas industriales y que, a tramos, avanza en paralelo a la vía del tren hasta Ribaforada; en este caso hacemos 1,7 km de más respeto el camino principal.
Si seguimos el camino principal no dispondremos de ningún servicio a lo largo de los 24 km que separan Gallur de Ribaforada. Así pues, seguramente es mejor, y más agradecido, tomar la variante que pasa por Mallén y Cortes, aunque ello suponga añadir algo más de un kilómetro al recorrido. De lo que no hay duda es que a la salida de Cortes la mejor alternativa es enlazar de nuevo con el camino principal, dado que es más agradable caminar junto al Canal Imperial que junto a la vía del tren (al menos en este caso).