Donde concluyen las casas comienza una pista de tierra, por momentos intercalando sendas sobre la roca, que ascienden por un pinar. El trayecto, que fatiga, concluye en una carretera municipal, con tenues marcas pintadas en el suelo para que vayamos a la derecha.
Entre los estragos causados por la procesionaria, al final de una recta nos desviamos a la izquierda por un camino de tierra que prosigue por el medio del monte, ahora un eucaliptal, precipitándose en fuerte bajada hasta la aislada aldea de Cabrum, con providencial fuente.