Al igual que en el juego de la oca vamos de albergue a albergue, por ahora respetando las etapas oficiales de quienes han recuperado este Camino y reaprovechado, para alojarnos, las antiguas escuelas primarias. El perfil de la etapa es de diente de sierra, sin grandes montañas pero con un ascenso acumulado de 1.050 metros, lo que no está nada mal para comenzar a bregarse. Se acentúa la impronta rural, con pequeñas localidades que muestran su arquitectura tradicional en piedra granítica, en parte ya arruinada. Del abandono ha sido rescatada la aldea de Cabrum, transformada por una experiencia comunitaria ecológica. Después de superar el alto da Maga encontramos un pueblo grande y con servicios, Mões, única oportunidad para adquirir provisiones.