Etapa 1: Bayonne - Saint-Jean-de-Luz | Al Loro

Distancia: 
29,0 km
Duración: 
7 h 15 min
Dificultad: 
2
Paisaje: 
2

SOBRE BAYONNE/BAIONA:

En la catedral expiden y sellan la credencial, y, en temporada (de abril a septiembre, de lunes a sábado de 9:00 a 12:00, excepto festivos), los Amis du Chemin de Saint-Jacques des Pyrénées Atlantiques cuentan con un punto de información para los peregrinos. También podemos solicitar la credencial en el albergue de la asociación (Refuge Saint-Jacques).

La catedral de Sainte Marie, construida entre los siglos XIII-XIV y de estilo gótico, es el monumento más importante de la ciudad; destaca su claustro, una auténtica joya arquitectónica. Tanto la catedral —abre a las 8:00— como el claustro —abre a las 9:00— son de acceso gratuito.

El casco antiguo, conformado por los barrios del Gran Bayonne y el Petit Bayonne, separados por el río Nive, merece una visita pausada. Tanto el caudaloso río Adour como su afluente el Nive atraviesan la ciudad cuales majestuosos canales, confluyendo frente al ayuntamiento.

A finales de julio se celebran aquí las fiestas más populares de Francia, una réplica de los Sanfermines de Pamplona, y la ciudad se llena a reventar de visitantes.

Desde 2021 cuenta con el Refuge Saint-Jacques, alojamiento en una planta baja exclusivo para peregrinos; también disponemos de la Maison Diocésaine (alejada del centro, domingos y festivos cerrado) y varios alojamientos particulares, así como un hostel de precio moderado al otro lado del río Adour. En cualquier caso, en Francia siempre es recomendable reservar con antelación. A finales de julio, durante las fiestas de la ciudad, encontrar un lugar para dormir puede ser misión imposible.

Cuenta con dos productos estrella, el chocolate y el jamón; respecto al primero, los más golosos pueden visitar la fábrica-museo L’Atelier du Chocolat y la chocolatería artesana Cazenave, la más antigua de la ciudad, fundada en 1854; en la zona del Petit Bayonne tenemos el taller de salazón de jamón Pierre Ibaïalde, con visitas guiadas gratuitas.

SOBRE LA  ETAPA:

Nuestro camino discurre durante 2,4 kilómetros a la orilla del río Nive, a lo largo de un agradable paseo para peatones y ciclistas. Este tramo es compartido por tres rutas jacobeas: el camino del Norte o de la Costa (Voie de la Côte), el camino del Baztán y una variante de conexión que lleva hacia Saint-Jean-Pied-de-Port y Roncesvalles.

En Francia la señalización es discreta y efectiva, mediante pequeños adhesivos, alguna baliza y sin apenas flechas pintadas, lo que nos obliga a prestar atención.

A las afueras de Bayonne deberemos estar muy atentos a la bifurcación de la Voie de la Côte: tras 2,4 kilómetros caminando junto al río Nive, lo abandonamos por una calle a la derecha. Es un punto clave, del cual tenéis más detalles en nuestra pestaña Recorrido.

Salvo el inicio por la orilla del río, el resto de la etapa es muy urbana, con mayoría de tramos por aceras o asfalto. Quien la considere demasiado larga tiene la opción de pernoctar en la villa de Guéthary, equilibrando así el kilometraje de esta jornada y la siguiente.

Disponemos de un albergue privado exclusivo para peregrinos, con sólo 6 plazas y muy agradable. Su encargado, Jean-Luc, habla español; es un amante del camino y nos dará buenas indicaciones sobre las próximas etapas. Tanto aquí como en el resto de gîtes y alojamientos en Francia, es recomendable reservar previamente.

La etapa discurre mayoritariamente en llano y sobre asfalto, con algunos tramos por carril-bici; ello permitirá a los ciclistas prolongar la jornada hasta Irún o incluso hasta San Sebastián.

Bidart, Guéthary y Saint-Jean-de-Luz eran ya en el siglo XI puertos balleneros, desde los que zarpaban pequeñas embarcaciones a la captura de ballenas francas, mamíferos marinos que podían medir 18 metros de longitud y cuyo peso rondaba las 50 toneladas (mientras que un elefante adulto pesa sólo 6 toneladas); solían pasar el invierno en la costa vasca, donde daban a luz a sus crías, pero la pesca masiva provocó su extinción en estas aguas, y hoy en día sólo quedan unos cientos de ejemplares en la costa de Canadá.

Era conocida como la cité des corsaires (la ciudad de los corsarios), pues entre los siglos XVI y XVIII numerosas familias de marinos y balleneros se dedicaron a la lucrativa actividad de abordar y saquear navíos mercantes bajo bandera de países enemigos.

En nuestro paseo por la ciudad veremos la Gare (estación de tren), el interesante edificio de Les Halles (mercado) y la iglesia de Saint-Jean-Baptiste, construida entre los siglos XIV y XVII. Frente a la playa tenemos el quartier de La Barre, un singular barrio de casonas de estilo vasco protegidas del mar por un malecón.