Al cruzar la vía férrea (puente) divisamos por vez primera el monte Pedroso, que junto al Pico Sacro es uno de los indicadores de la proximidad de Compostela. La siguiente parada recomendada es A Igrexa, donde tiene asiento el templo parroquial de San Martiño de Laraño (s. XVIII), acompañado de su cruceiro y el campo de la fiesta arbolado (fuente).
Al subir una cuesta ya contemplamos las torres de la catedral, por lo que aquí podríamos decir que se sitúa el Monte do Gozo del Camino de la Ría de Muros-Noia. Volvemos a cruzar las vías para pasar por la aldea de A Amañecida y cruzar su puente de origen medieval sobre el río Sar, que como se puede comprobar ha sido muy reformado, recurriéndose incluso al acero corten. A su vera vemos una fuente, decorada con bustos de santos, provista de lavadero.
Poco después del puente nos desviamos a la derecha para tomar el camino que, ya por Vidán, circula a espaldas de la iglesia del Divino Salvador. Se aproxima al río Sarela, con varios molinos, hasta llegar a la carretera de Noia en A Ponte Nova.
Después de cruzar la carretera, el Sarela nos sigue acompañando, o nosotros a él, en la aproximación a Santiago. A la vista del vasto Hospital Universitario, pisamos una carreterilla arbolada que se abre paso entre molinos y curtidurías abandonados.
Superamos el río Sarela por el puente de Santo Domingo, siendo posible continuar por la variante fluvial, aunque la ruta oficial asciende hasta la Estrada de San Lourenzo. De este modo pasaremos ante el convento de San Lourenzo de Trasouto y la Carballeira de San Lourenzo, cantados por Rosalía de Castro.
En sentido contrario al de la Prolongación a Fisterra y Muxía, ya solo resta continuar, en una progresiva gradación edificatoria bien ensamblada con la entrada al casco antiguo, por las rúas de San Lourenzo y Poza de Bar hasta el Campo do Cruceiro do Gaio.
Superado, junto al apetecible Café Tertulia, un cruce con semáforos, proseguimos en línea recta, por la Rúa das Hortas, hasta la mismísima Praza do Obradoiro y la catedral. Concluye así, quizá más rápido de lo deseado, un Camino que tuvo un comienzo teatral en Muros y la ría, y un remate igualmente especial con este acceso directo al corazón de Compostela.