Existen dos posibles formas de llegar caminando hasta el cabo Finisterre: la más utilizada es por la carretera, si bien se trata de una ruta moderna y artificial (pues la carretera no fue construida hasta 1927); la otra opción es tomar la antigua calzada que sube por la vertiente norte del promontorio (el monte do Facho) desde el barrio de Insua, un recorrido que va por caminos y pistas, algo más largo pero que nos brinda panorámicas magníficas, y que hemos dibujado a trazos en el mapa de la etapa.
Nuestra recomendación sería hacer el camino de ida por la ruta del monte (la dibujada a trazos) y volver después por la carretera (más corta y con un andadero paralelo al asfalto). Las razones son obvias: por una parte, como todo recorrido circular, resultará más ameno y podremos ver más cosas; pero además, en caso de quedarnos en el faro hasta la puesta de sol, la vuelta de noche será más fácil por la carretera, y sin pérdida posible.
RECORRIDO CLÁSICO POR LA CARRETERA (3,2 km):
Desde el centro de la localidad subimos por la Rúa Federico Ávila y tomamos la carretera AC-445, que sigue hasta el faro. Al salir del pueblo encontramos un bello cruceiro gótico y detrás de éste la iglesia de Santa María das Areas, cuyo origen como hospital de peregrinos data de los siglos XII-XIII; aquí se custodia una talla de Cristo crucificado (el popular Santo da Barba Dourada, obra del siglo XIV y rodeado de leyendas), así como un frontispicio renacentista en piedra con una imagen de Santiago peregrino, que se utiliza como emblema de este camino de Fisterra; también cuenta con una Puerta Santa que sólo abren en los años santos jacobeos.
Aquí comienza un andadero junto a la carretera por el que seguimos en suave ascenso, con vistas al mar y, en la otra orilla de la ría, a los montes de Pindo y Carnota. Al cabo de 900 metros, en una curva, pasaremos al lado de una estatua de bronce con un peregrino luchando contra el viento. 400 metros después veremos a nuestra izquierda, encarado al mar, un curioso y original cementerio formado por 14 cubos de granito.
Seguimos sin pérdida posible hasta el final de la carretera, donde está el aparcamiento, un cruceiro levantado sobre un penedo y un edificio de madera con paradas de artesanías y souvenirs, donde una placa recuerda al insigne físico Stephen Hawking, quien visitó este lugar en 2008.
Al cabo de 200 metros encontramos el mojón del kilómetro 0 (es la foto más buscada, a veces incluso hay cola de turistas y peregrinos), las esculturas de unos delfines y un bar; escaleras arriba, sobre las rocas, está O Semáforo, un hotel muy coqueto de sólo 5 habitaciones, con terraza, cafetería y restaurante. Seguimos hasta el faro de Finisterre, edificio construido a mediados del siglo XIX; justo detrás de éste está A Vaca de Fisterra, casita con unas grandes bocinas que alertan a las embarcaciones cuando hay niebla.
Bajando unas escaleras llegamos a la punta del cabo, nuestro mirador sobre el acantilado donde, entre las rocas, tenemos una cruz de granito, una antena y la pequeña escultura en bronce de un par de botas viejas, colocada en 1999 en homenaje a los peregrinos que finalizaban aquí su camino, donde solían abandonar o quemar alguna prenda utilizada durante el periplo. Pero los tiempos están cambiando: ni se os ocurra quemar aquí la ropa, pues desde hace años está prohibido hacer fuego; por otra parte, alguien robó una de las botas de bronce y parece que no la van a reponer, por lo que nos deberemos conformar con ver sólo la que resta.
RECORRIDO POR INSUA Y EL MONTE DO FACHO (4,4 km):
Este camino por ahora no está señalizado, pero no tiene pérdida. Desde el centro subimos por la Rúa Federico Ávila, cruzamos la carretera y continuamos en ascenso por la Rúa Potiña, en dirección a la playa de Mar de Fóra, situada en el litoral oeste de la estrecha península de Fisterra; aquí el oleaje es más bravo por ser el lado abierto al océano, mientras que el pueblo y el puerto quedan al este, protegidos de los temporales atlánticos. Vale la pena llegarnos hasta el mirador para admirar la vista sobre la playa, pero no será preciso bajar a la arena, pues está prohibido bañarse (hay corrientes muy fuertes que nos llevarían mar adentro).
Desde el mirador retrocedemos 200 metros para tomar un camino con pavimento de adoquines que ya vimos antes al pasar y que, tras una dura subida, nos conduce a las casas del barrio de Insua. Seguimos a la derecha para salir del lugar por otro camino en ascenso, una antiquísima calzada de piedras irregulares que discurre por el bosque, muy cerrado; más arriba el paisaje se abre (buena vista sobre el mar) y llegamos a una pista de tierra; en la primera bifurcación tomamos el camino de la izquierda, en dirección hacia el monte y a la ermita de San Guillerme (cuyos restos quedan a 300 metros de una de las encrucijadas, indicada con un cartel). Otra opción igualmente válida sería seguir la pista de la derecha, que discurre en paralelo a la costa (en alto, por supuesto) rodeando todo el promontorio, si bien ello implica un recorrido más largo. Si el día es despejado disfrutaremos de panorámicas magníficas, que nos permitirán contemplar los dos litorales, al este y al oeste de la alargada península de Fisterra.
Seguimos por camino de tierra en dirección sur, sin necesidad de subir a la cima del monte do Facho, donde se yerguen algunas de las Piedras Santas; al final nos incorporamos a una pista de asfalto y comienza la fuerte bajada en zigzag hacia el faro, que vemos al fondo; es un tramo con escasa vegetación y donde el viento suele soplar fuerte, durante el cual gozaremos de vistas espectaculares sobre el cabo, sus acantilados y, como telón de fondo, la inmensidad del océano.