Situados en la catedral, retrocedemos unos pasos por la Av. Visconde Guedes para tomar la Rúa da Olaria, de nombre gremial y antiguo origen, pues servía de conexión entre el burgo alto, en torno al castillo, y el bajo. Seguimos al frente por la Rúa de Almacave, que pasa ante la iglesia de São Francisco y luego ante la medieval de Sta. María de Almacave, para salir del centro por la Praça do Comércio, bien surtida de tiendas, cafés y panaderías.
La ciudad va quedando atrás por la Rúa da Boavista, que coincide con la N226 y hace honor a su nombre ofreciéndonos buenos encuadres sobre el castillo, el santuario de Os Remédios, la ciudad baja y los valles circundantes. Pronto, a mano izquierda, tomamos la Rúa de São José, que se prolonga ante el Collegio de Lamego (1898) y, entre muros de piedra, hasta el bello cruceiro do Bom Jesus dos Terramotos e Perseguidos. Fechado en 1757, muestra cruz rallada y al Crucificado y Nossa Senhora da Lapa.
Tras una oración, sobre todo aquellos que teman sufrir un terremoto o se sientan perseguidos, bajamos hasta la N226, yendo por ella un corto trecho, en compañía de una pomarada, hasta la Quinta do Atoleiro. La dejamos a mano derecha para dar comienzo al fascinante descenso entre las terrazas vinateras del Douro, dispuestas en bancales construidos en piedra a lo largo de los siglos. La vid aparece acompañada por olivos, nogales y otros frutales.
De camino queda la Quinta da Estrêla. Poco después, la primera aldea de este nuevo mundo y paisaje cultural es Souto Côvo, con fuente, el café Ferreira y moderna iglesia con zona de descanso.