Por un terreno ondulado, similar a las dos jornadas precedentes, avanzamos por las antiguas vías romanas Quizia y Salaria, en las que surgen elementos de su infraestructura como fragmentos de la calzada, un miliario —la colonnetta— o un puente, el Sambuco, con sus recios sillares. A partir de este punto un suave e imperceptible descenso nos va introduciendo en la Valle Santa, uno de los espacios más evocadores de la vida de San Francisco, dominado por montañas como el mítico Terminillo (2.217 m). Rieti, pequeña capital de provincia poco frecuentada por el turismo, nos sorprenderá gratamente por sus vestigios romanos, muralla, catedral, templos y el palacio de los papas. Se puede decir que a partir de aquí comienza un camino diferente, más franciscano.