[Atención: Desde 2022, por haberse detectado la presencia de jabalíes afectados de peste porcina, y para evitar la propagación de la enfermedad al pisar sus heces u otros restos orgánicos, está prohibido —bajo pena de una cuantiosa multa— atravesar el parque dell'Insugherata. No se ha señalizado una alternativa, pero la opción más lógica es seguir, desde La Giustiniana, la Via Trionfale.]
No pain, no glory. Este lema, reiterado en el Camino de Santiago, es aplicable a la última etapa de la Vía Francígena. Pero el dolor no tiene por qué ser físico, puede ser meramente visual o estético. Tal es el tránsito que vamos a experimentar desde la Via Cassia hasta el Vaticano. Por fortuna, existe un espacio intermedio entre el infierno y la gloria, un dulce purgatorio en forma de dos parques, interpuestos como un colchón que evita la caída libre en el hormigón urbano: en primer lugar la extensa reserva natural dell’Insugherata, y a continuación el Monte Mario, auténtico monte del gozo sobre la cúpula de la basílica de San Pietro. Si es domingo, nos espera el papa en la plaza; si es miércoles, en la audiencia con previa reserva; cualquier otro día, ahí está Roma, eterna y bella, una meta inconmensurable.
