Desde la iglesia seguimos la rue des Pyrénées y superamos la rotonda donde está la farmacia; al pasar junto al ayuntamiento cruzamos la carretera –con cuidado– y giramos 180 grados a la izquierda (parece que volvemos hacia atrás), tomando dirección al sur por una vereda ancha de hierba, junto a las vallas traseras de las casas.
Al cabo de 450 metros llegamos a un cruce peligroso con la carretera D35, donde hay una cruz sobre un pedestal; atravesamos con precaución y tomamos una pista asfaltada que sale a la derecha (a pesar de su nombre, Chemin Fermé, ésta es la ruta correcta); al cabo de 900 metros, en una bajada tras pasar junto a la entrada de una granja, debemos estar atentos: una señal del GR nos indica que hay que abandonar el asfalto, girando bruscamente a la derecha para seguir un camino herboso en descenso, entre prados y campos de maíz; la siguiente marca del GR se halla a cierta distancia, y si hay niebla puede ser difícil verla.
Al cabo de 400 metros encontramos otra pista de asfalto, que seguimos a la derecha; ésta nos acerca a la carretera D35, si bien no la llegamos a pisar pues justo antes giramos por la Route de Capbis, a la izquierda y en ascenso. Continuamos durante 1,0 km por esta carreterita local, para dejarla en una curva donde torcemos a mano derecha por camino de tierra; cruzamos un puente de piedra sobre el río Béez, lugar donde comienza uno de los tramos más bonitos de la jornada; seguiremos siempre las indicaciones y giros del GR-78, que nos conducen por diferentes caminos de tierra hasta la localidad de Bruges. Entramos cruzando un antiguo puente sobre el arroyo Landistou, junto a la iglesia de Saint-Martin.