Etapa 24: Foncebadón - Ponferrada | Al Loro

Distancia: 
26,8 km
Duración: 
6 h 30 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
4

Mucha precaución en invierno, sobre todo en caso de niebla; en las zonas elevadas suele acumularse mucha nieve, y las ventiscas son frecuentes.

Hoy cruzamos los Montes de León, barrera natural entre las comarcas de La Maragatería y El Bierzo, en un recorrido plenamente montañoso.

Ponferrada y Molinaseca son finales de etapa clásicos. Molinaseca es un pueblo bonito y acogedor, muy turístico, mientras que Ponferrada era una ciudad más industrial —ahora de servicios—, con su Castillo de los Templarios como monumento estelar; en los últimos años ha recuperado con mimo su pequeño casco antiguo.

Empezamos la etapa con una subida firme a la Cruz de Ferro; seguimos luego durante 6 kilómetros por sendas, con desniveles moderados, hasta iniciar la larga bajada hasta Ponferrada, con pendiente severa (precaución) en la llegada a El Acebo, y pedregosa en el tramo final hasta Molinaseca.

La carretera provincial LE-142 nos acompaña toda la etapa; la cruzamos, la seguimos y la atajamos numerosas veces.

Hoy alcanzamos la cota máxima del Camino Francés: 1.505 metros de altitud.

Actualmente todos los pueblos de esta etapa cuentan con servicios de restauración —incluso en Manjarín, donde desde 2022 hay un bar-caravana con bebidas y snack ligero, en principio abierto todo el año— y tiendas de comestibles, especialmente orientados a los peregrinos.

Para los ciclistas la tentación de seguir la carretera LE-142 se debe imponer, en la bajada, al purismo de seguir las sendas y caminos de tierra, algo que además no es aconsejable por la pendiente, el firme pedregoso y la presencia de caminantes. Prudencia, y buenos frenos, es el principal consejo, materializado en el memorial al peregrino ciclista alemán H. Krause, que falleció a causa de un accidente en El Acebo (1988).

La Cruz de Ferro (1.496 metros de altitud) es el hito con mayor carga simbólica de toda la ruta jacobea. La tradición ancestral de peregrinos y viajeros de depositar una pequeña piedra en la base de la cruz, para obtener protección divina en el peligroso viaje al sepulcro del apóstol, sigue vigente hoy en día. Muchos peregrinos llevan una pequeña piedra de su lugar de origen.

Aldea abandonada desde hace décadas, también es un lugar muy especial para los peregrinos; aquí levantó Tomás, en 1993, su humilde refugio templario, a 1.458 metros de altitud. Siempre estaba abierto, incluso en pleno invierno. Lamentablemente, a mediados de 2022 cerró de forma indefinida, a la espera de ayudas para su reforma.

Junto al puente es costumbre, entre vecinos y peregrinos, darse un baño junto al puente en las plataformas, al modo de piscinas, allí habilitadas.

Es, a un tiempo, uno de los núcleos itinerarios mejor conservados del Camino y uno de los pueblos más bellos de León. Desde el santuario barroco de la Angustia, cruzamos el puente medieval, reformado en el siglo XVI, y dejamos a un lado la monumental iglesia de San Nicolás para continuar por la Calle Real, jalonada de palacios y casas con los tradicionales corredores de madera.

Entre Molinaseca y Ponferrada hay la opción de seguir la carretera (hay acera), en vez de desviarnos por la izquierda hacia Campo (camino oficial); el ahorro es de 1,4 km, y si vas al albergue parroquial, o a alguno de los privados, te cae mejor de camino. Pero Campo, avisamos, es un bonito pueblo.

A la entrada a Ponferrada por el camino oficial, antes de cruzar el medieval puente Boeza, de frente prosigue el denominado Camino de Invierno. Aunque la señalización está clara, el Camino Francés pasa por el puente; atención, sobre todo si en ese momento estás chateando en el móvil, porque te llevarás un chasco al alejarte de la ciudad.

Declarado Monumento Nacional, el imponente Castillo de los Templarios (siglos XII-XV) albergó a los monjes guerreros de dicha orden (protectores del Camino de Santiago) durante siglo y medio. La mayor parte de lo que hoy vemos es obra bajomedieval de los condes de Lemos. Los peregrinos acreditados tienen descuento en la entrada, que es gratuita todos los miércoles del año (lunes cerrado). Más info: castillodelostemplarios.com.

Muchas son las curiosidades que podemos conocer en la ciudad, y entre ellas varios monumentos: en la Plaza de la Encina, el que representa la aparición de la Virgen en el interior del árbol que se ha convertido en su advocación; en la Plaza Mayor, la escultura de Pepe el barquillero, personaje real que representa un oficio de antaño; junto al parque del Plantío, el singular monumento dedicado al Cine, compuesto por tres bucles gigantes de celuloide con fotogramas de 13 películas clásicas, y cerca de la estación del tren, el del caballero templario en su montura.

El plato estrella de la jornada es el botillo, que en León cuenta con Indicación Geográfica Protegida. Se elabora con diferentes partes del cerdo y se adoba con pimentón y ajo, para después cocerlo con verduras y legumbres. Es de digestión pesada, así pues, para los que no sean tan valientes, podemos encontrar elaboraciones más ligeras del producto, como las croquetas de botillo.

El Bierzo es la transición entre las tierras castellano-leonesas y gallegas, tanto por el paisaje como en la gastronomía, pues podemos encontrar productos de las dos comunidades. En esta primera etapa será factible adquirir buena cecina y chorizos, como en las anteriores. En Molinaseca hay tiendas especializadas de embutidos: Embutidos el Abuelo Manuel y Embutidos Frimols, ambos con producción local y propia.

Como etapa de transición entre las dos comunidades, por primera vez podemos probar las típicas empanadas, en este caso la empanada berciana, que se diferencia de las gallegas por el uso de patata cocida en el relleno.