Etapa 23: Astorga - Foncebadón | Al Loro

En invierno, e incluso a finales de otoño o inicios de la primavera, debemos tener precaución y llevar el equipamiento adecuado; el frío, la nieve, las ventiscas y la niebla son habituales, ya que el puerto supera ligeramente los 1.500 m de altitud.

Hoy dejamos definitivamente atrás la extensa llanura castellana y leonesa, e iniciamos el ascenso a los Montes de León. La subida es suave y progresiva hasta Rabanal, acentuándose después.

La etapa clásica finalizaba en Rabanal del Camino, un pueblo bonito, agradable y volcado con los peregrinos. Si bien ambas opciones son buenas, al alargarla hasta Foncebadón se acorta la etapa a Ponferrada (quien elija la capital del Bierzo como fin de jornada), que discurre por un descenso bastante más duro que la subida.

La etapa transcurre por la comarca de La Maragatería, salpicada por pequeños núcleos de población alejados de los grandes ejes viarios. Su arquitectura típica está representada por las casas de arrieros provistas de grandes portones y un patio para los carros.

Excepto en invierno (en este caso es mejor informarse antes), en todos los pueblos de la etapa hay albergues y servicios de restauración.

A la entrada de Murias de Rechivaldo tenemos la opción de desviarnos (añade 800 metros a la etapa) para visitar el pueblo de Castrillo de los Polvazares, magnífico ejemplo de arquitectura maragata y declarado Conjunto Histórico-Artístico. Para algunos su restauración ha sido exagerada, creando un «ambiente de postal», pero el resultado ha sido congruente.

Para los ciclistas es muy recomendable seguir la variante de Castrillo de los Polvazares y, en ciertos tramos la carretera paralela al Camino: por ejemplo al aproximarse a Rabanal o, en la subida a Foncebadón justo al cruzar la LE-142, cuando la senda desciende para salvar una vaguada.

La competencia malsana entre dos de los albergues de Santa Catalina de Somoza ha alcanzado cotas insólitas; agresiones físicas, demandas judiciales, e intento de influir en los peregrinos con «sugerencias» a la entrada a la localidad. Lamentable.

Antes de llegar a Rabanal se sitúa el Roble del Peregrino, pero es un sustituto del original, centenario, que fue aniquilado por un rayo en 2013.

Si pernoctas aquí podrás acudir por la tarde, en la iglesia, a la oración con canto gregoriano que hacen los monjes benedictinos a las 19:00, los cuales tienen un pequeño monasterio junto a ella.

Estructurado a través del eje de la Calle Real, el pueblo, de sobria arquitectura con algún palacio, cuenta con la ermita barroca del Cristo de la Vera Cruz, la capilla de San José y la iglesia parroquial con su ábside románico.

A la salida de Rabanal se cometió en 2019 uno de los mayores atentados al Camino Francés de los últimos años; para más info: Destrozado el Camino Francés a la salida de Rabanal (León).

Esta pequela localidad, emplazada a 1.437 metros de altitud, estuvo prácticamente abandonada y arruinada, salvo por la presencia de María y su hijo Ángel, hasta inicios de este siglo; su resurrección, gracias al Camino, ha sido veloz y prodigiosa.

Aquí se encuentra uno de los restaurantes más interesantes del camino: La Taberna de Gaia. Sirve comida medieval en un local con una buena ambientación.

Si no hemos probado el cocido maragato en Astorga, podemos encontrarlo en las localidades del día, pues es típico de toda la comarca de la maragatería. Es una comida hipercalórica que, a menudo, provoca empachos entre los peregrinos cándidos. Un lugar famoso para degustarlo es Castrillo de los Polvazares, donde lo ofrecen en todos sus mesones y restaurantes.