Etapa 31: Palas de Rei - Arzúa | Al Loro

Distancia: 
28,5 km
Duración: 
6 h 45 min
Dificultad: 
3
Paisaje: 
3

La etapa de hoy transcurre en un continuo sube y baja, sobre todo a partir de Melide, debido a los numerosos arroyos que corren transversales a nuestra marcha. Seguimos el eje de la nacional N-547, que cruzamos varias veces.

A lo largo de la jornada hasta en dos ocasiones se ofrecerán variantes, con los mojones señalando una ruta principal y otra complementaria. En cada caso apuntamos (ver Recorrido) la alternativa más conveniente, ponderando factores como la distancia, el desnivel, el paisaje o los servicios.

En Melide confluye el Camino Primitivo; y, en Arzúa, el Camino del Norte. Más gente.

Hoy disponemos de servicios de restauración cada pocos kilómetros.

Entre Palas y Melide, con un decidido apoyo del gobierno gallego, la multinacional portuguesa Altri pretende instalar una macro celulosa a tan solo 2 km del Camino. A lo largo del tramo comprobaréis que la contestación social es enorme.

A 4,4 km fuera del Camino, dentro del concello de Palas de Rei, se encuentra el soberbio Castillo de Pambre (siglo XIV), el mejor ejemplo de arquitectura militar gallega del medievo. Para visitas: www.castelodepambre.com.

En O Coto entramos en la provincia de A Coruña, la última del Camino.

Al entrar en la provincia coruñesa el eucalipto comienza a dominar el paisaje. No obstante, tanto en las comarcas de Ulloa como en las de Terra de Melide y Terra de Arzúa, el bosque autóctono y las praderas, sostén de la cabaña ganadera, siguen teniendo un peso relevante. Al borde del Camino, aunque solo sea un decorado, no se pueden cortar robles y castaños, por lo que la sensación será un tanto irreal.

Varios puentes se suceden en la etapa, pero el más notable, poco antes de llegar a Melide, es el puente de Furelos. Datado en el siglo XII, consta de perfil alomado y cuatro arcos. Su reciente restauración, a todas luces excesiva, ha sido puesta como ejemplo de cómo no se debe actuar en el patrimonio.

La villa atesora un pequeño casco antiguo en el que destacar la iglesia de San Pedro, que combina varios estilos, el Museo da Terra de Melide y la Obra Pía de San Antón. A la entrada del itinerario se encuentran la capilla de San Roque, con una puerta gótica arcaizante, y un antiguo cruceiro (siglo XIV).

Reviste gran interés, saliendo de la ciudad, la iglesia románica de Santa María (siglo XII); su cabecera está cubierta de murales góticos.

Como en la etapa anterior, el queso Arzúa-Ulloa es producto destacado de la jornada, aunque con competidor: El pulpo de Melide. Algunos establecimientos que lo sirven se han convertido en auténticos lugares de peregrinación, como las pulperías Ezequiel y A Garnacha, que cuentan cada una con acérrimos devotos.

Para añadir el toque dulce, la ciudad nos ofrece sus dulces típicos: unas rosquillas glaseadas con almíbar llamadas melindres, o los ricos, unas galletas de mantequilla cocida.

Uno de los lugares mágicos del Camino gallego, reiteradamente comentado y muy compartido en Instagram, es el paso del arroyo Catasol por la variante principal. El cruce se realiza, por unas rústicas losas de piedra, envueltos por el bosque de ribera.

En la iglesia de Boente, que tiene por patrón a Santiago, además del sello a los peregrinos nos obsequian con una estampa en la que figura la simpática imagen del titular.

Tres kilómetros antes de Arzúa pasamos por Ribadiso de Baixo, un bucólico conjunto formado por el río Iso, un puente medieval, y un antiguo hospital medieval de peregrinos, ahora rehabilitado como albergue por la Xunta.