Miguel Ángel, presidente de AGALBER: «La gran mayoría de los albergues estamos de acuerdo en que sería muy positivo que se promocione el peregrinaje de largo recorrido»
Para mejor comprender el ambiente que se respira en el Camino es necesario recurrir a fuentes diversas. En esta ocasión hablamos con Miguel Ángel Rodríguez Aira (Fonfría, 1981) gerente del albergue A Reboleira de Fonfría y, desde el 2020, presidente de AGALBER (Asociación Gallega de Albergues Privados del Camino de Santiago), que actualmente cuenta con 123 socios en diferentes itinerarios, sumando un total de 4.200 plazas.
Vamos pues al grano. Parece que todos reconocemos que 2023 está siendo un buen año ¿cómo ha ido hasta ahora, y cuáles son las previsiones de reservas para el verano? ¿Se batirán todos los récords, como gusta expresar la Xunta de Galicia?
Efectivamente, este año 2023 está siendo un buen año, es indudable, en todos los caminos estamos viendo que se ha incrementado el número de peregrinos, pero creo que quizá lo más destacable es que ha resurgido con fuerza el Camino Francés de largo recorrido, lo cual creo que es una buena noticia.
Lo de batir récords de cantidad cada año creo que no debería ser el objetivo. En mi opinión, de cara al futuro deberíamos preocuparnos más de que los peregrinos que vengan sigan teniendo una experiencia de calidad, y no de que aumente sin fin el número de los que recogen la Compostela.
En vista de lo que ocurre en un año «ordinario», ¿no crees que estamos mitificando en exceso los Xacobeos, antes llamados años santos?
Creo que los Xacobeos tienen su parte positiva, ya que en esos años se destinan muchos recursos tanto públicos como privados a la promoción y mejora del Camino, su entorno, infraestructuras, etc., pero también es cierto que tienen su parte menos positiva, ya que el Camino se polariza más, aumenta mucho el número de peregrinos que hacen solo los kilómetros mínimos para la compostela.
En mi opinión, la consecuencia más negativa es la gran confluencia de grupos de colegios y gente joven, especialmente en los meses de verano, a lo cual se suma, como pasó este pasado año, los encuentros de jóvenes organizados por la Iglesia. Así durante varias semanas, tanto en el Camino como en Santiago, se registran concentraciones de chicos y chicas cuyo espíritu, como es normal a esas edades, no está en consonancia con el de los demás peregrinos ni con lo que entendemos que debería ser la experiencia de hacer el Camino.
Entiendo, por lo tanto, que han quedado atrás las penurias de la pandemia, aquellas restricciones, un mal sueño… ¿Estáis satisfechos con las compensaciones que se ofrecieron?
Sí, la verdad es que si echamos la vista atrás, los dos años de pandemia ahora parecen un mal sueño, pero esos dos veranos fueron realmente duros para todos, y creo que dentro de los establecimientos del Camino los albergues fuimos los que peor lo pasamos. No solo por las restricciones y las dificultades económicas, que las hubo y muy graves para muchos, sino también por el estrés que supuso, durante varias semanas de verano, el tener muchas camas vacías, muchas deudas, y tener que decir a los peregrinos que llamaban desesperados buscando camas, que no podíamos alojarles.
En cuanto a las compensaciones, aunque llegaron tarde, y por supuesto creemos que deberían haber sido más ágiles y con más cuantía para los más perjudicados, también tenemos que decir que comparativamente con otras comunidades en Galicia hubo bastantes más ayudas y con más presupuesto, lo cual contribuyó a que apenas hubo albergues que tuviesen que cerrar definitivamente. En otras comunidades algunos tuvieron que cerrar definitivamente, y esto se ha traducido en que este año, por ejemplo en el Camino Francés, entre Saint-Jean-Pied-de-Port y Galicia ha habido muchas semanas en que faltaban plazas de albergue para alojar a los peregrinos en muchas localidades.
Una de estas compensaciones ha sido la ayuda de la Xunta, dotada con 30.000 €, para promocionar vuestra app de reservas directas. ¿Está funcionando como teníais previsto? ¿Se puede competir con Booking?
Esta ayuda de la Xunta para poner en marcha nuestra app de reservas fue un impulso fundamental para poder arrancar el proyecto, que con mucha ilusión y muchas horas de trabajo voluntario teníamos muy adelantado, pero nos dimos cuenta de que nuestro planteamiento inicial, que pretendía que la disponibilidad de plazas la confirmase cada albergue al recibir la solicitud de reserva desde la app, hacía que el proceso de reserva no fuese inmediato, de modo que era imposible ofrecer un funcionamiento interesante para el peregrino y mucho menos competir con Booking.
En vez de publicarla y dejar que muriese como tantas otras webs, preferimos intentar el más difícil todavía, que pasaba primero por digitalizar nuestros albergues contratando todos un sistema de gestión que nos permitiese tener nuestra disponibilidad inmediata online, y poder ofrecer así nuestras camas y habitaciones con reserva directa, sin comisiones, y con las mismas garantías e inmediatez que Booking. Así que en eso estamos, hay ya 30 albergues trabajando con este sistema y tenemos a una gran empresa de gestión de establecimientos que nos está ayudando a rehacer la plataforma. Si todo va bien queremos que esté operativa a final de temporada y poder presentarla en el próximo Fairway en Santiago.
Volviendo a la política del gobierno gallego sobre el Camino, ¿cuál es la opinión de AGALBER sobre ese bono joven que acaba de aprobarse? ¿Tan necesitado está el pobre Camino de estos estímulos urbi et orbi (a todos por igual)?
Bueno, seguramente el bono no vaya a ser una gran revolución para el Camino, pero sí que es cierto que puede incidir positivamente en un perfil de peregrino que podría animarse más a hacerlo: el de los jóvenes gallegos. Pero no en grupos organizados, sino por su cuenta, para vivir la experiencia que muchos jóvenes de otros países viven. Creo que lo ideal de este bono sería que se orientase a fomentar que los jóvenes hagan el Camino de largo recorrido, así que si se hubiese añadido algún tipo de condición en esa línea sería mucho más interesante.
En nuestro albergue, cuando vemos jóvenes que hacen el camino solos, pero que luego se juntan en la cena comunitaria, o alrededor de uno que toca la guitarra, rara vez entre ellos hay alguno español, y gallegos prácticamente ninguno, y esto es una pena porque creo que hacer el camino es una experiencia que puede ser muy positiva a esas edades. El camino está mucho más valorado e incluso reconocido socialmente como una experiencia enriquecedora entre los jóvenes extranjeros.
Recientemente nos has sorprendido, desde la revista de hostelería La Alacena Roja, con unas declaraciones valientes y «arriesgadas». Te atreves a hablar negativamente de la masificación, o al menos de la sensación de que existe, y propones, incluso, una gestión de los grupos, que deberían peregrinar fuera del verano. ¡Caramba!
Creo que ciertas imágenes y situaciones que se vivieron en el pasado verano con las concentraciones de grupos de jóvenes hablan por sí solas, y todos coincidimos en que eso no es lo ideal y lo deseable para el Camino. Si analizamos los números del Camino podemos comprobar que hace 15 años los meses de julio y agosto eran los de mayor afluencia de peregrinos, pero los últimos años, y en especial en lo que va de mes de julio de este año, podemos ver claramente que esto ya no es así. Los peregrinos extranjeros prefieren venir en primavera u otoño, y creo que uno de los motivos es para no coincidir con esta gran cantidad de grandes grupos de jóvenes que, en mi opinión, son los que más proyectan esa imagen de masificación.
También creo que en la gestión que se debería hacer de los grupos tendría que hacerse hincapié en que recibiesen una adecuada formación e información sobre los valores del Camino, antes y durante. Es entendible que un grupo de chicos y chicas de 18 años que están juntos de viaje, en pleno verano, no quieran irse a dormir en silencio a las 10 de la noche, pero vemos mucha diferencia de comportamiento cuando los monitores han hecho el Camino, les ponen unas normas claras y les enseñan cómo comportarse en un albergue, que cuando se les deja a libre albedrío.
Creo que se debería intentar desestacionalizar también esos grupos de colegios, y que la motivación con la que se les lleva al Camino sea más educativa y menos lúdica, es decir, que lo hagan en tiempo lectivo como un «trabajo de campo» de una asignatura y no tanto como viaje de fin de curso o despedida antes de la Universidad.
Así mismo, en ese espacio de opinión apostabas por el fomento del peregrinaje de largo recorrido, para que los peregrinos no estén en la ruta 4 o 5 días, sino 4 o 5 semanas, reforzando la dimensión internacional. Curioso que lo diga el presidente de una asociación gallega de albergues…
Bueno en este caso además de una opinión personal, es algo que consensuamos y refrendamos en la última asamblea de la asociación. Resultó que la gran mayoría de los albergues estamos de acuerdo en que sería muy positivo que se promocione el peregrinaje de largo recorrido, que se fomente tanto con campañas de promoción, como ofreciendo incentivos a los peregrinos que hagan estos caminos de larga distancia. A estas alturas creo que toda la hostelería del Camino tiene claro que prefiere el perfil de peregrino de mayo o septiembre, que mayoritariamente hacen caminos largos, que el de verano que hace una semana.
Pienso que desde Galicia debemos darnos cuenta de que la experiencia de hacer el Camino que ha traspasado fronteras y ha creado semejante cantidad de afluencia internacional no es la de una semana, sino la de larga distancia. Pero vemos que este perfil cada año va a menos, y el perfil de una semana aumenta, lo que de cara al futuro creo que es preocupante.
Predicar con el ejemplo podría ser una solución, quizá a partir de los propios albergues privados. Pero que sepamos solo uno, el Porta de Santiago de Pedrouzo (O Pino), reserva un número de plazas hasta cierta hora para peregrinos de largo recorrido. ¿Qué otra cosa se podría hacer?
Sí, es cierto que los propios albergues privados también podemos y debemos poner nuestro grano de arena. Lo que hace nuestro compañero Jose Ramón en el Porta de Santiago desde luego es un buen ejemplo. Hay otros albergues que más recientemente lo hacen también, pero es cierto que es una medida complicada de gestionar, y dependiendo de donde esté ubicado el albergue es entendible que algunos lo vean como algo muy contraproducente. Es algo difícil de consensuar y que desde una asociación tampoco se puede imponer, pero sí que lo hemos comentado en varias reuniones y animamos a que aquellos que puedan lo hagan.
Otra medida que creemos que puede ser positiva, y que nos gustaría poner en marcha en breve, es hacer una distinción y un listado de albergues con unas normas e instalaciones que beneficien al peregrino de largo recorrido, por ejemplo con horarios limitados de entrada, hora límite de silencio, prioridad para elegir camas bajas, etc. Seguro que si tenemos claro que queremos fomentar esa tipo de peregrinación, entre todos surgirán iniciativas y más ideas que podamos poner en práctica a corto plazo.
Por cierto. ¿Qué opinas de la decisión de 11 albergues de hospitalidad tradicional, en el Camino Francés, para rechazar el envío de maletas?
Puedo entender que este tipo de albergues planteen medidas como esta. Es cierto que en los últimos años, y gracias también al buen funcionamiento de los servicios de transporte de equipajes, muchos peregrinos vienen con maletas que en ocasiones son además muy voluminosas, y cuando los dormitorios no son muy amplios pueden suponer una molestia para los demás peregrinos. Pero también creo que debemos entender que hay peregrinos que aunque hacen el Camino con su mochila, al terminarlo quieren visitar otros lugares, porque a lo mejor vienen de muy lejos y quieren aprovechar el viaje, y es entendible que quieran traerse más equipaje.
Como digo, entiendo que este tipo de asociaciones quieren velar por el descanso de los peregrinos que hacen el Camino a la manera tradicional, pero dudo que esta medida sea muy efectiva. En el caso de los albergues privados de Galicia, lo que la mayoría hacemos es adaptarnos a estos nuevos tiempos, buscar lugares amplios donde recibir los equipajes y, en muchas ocasiones ayudarles a llevarlas a la habitación, porque cuando llegan cansados de caminar, a veces son gente mayor y apenas pueden con ellas.
Las maletas en el Camino son un signo de los nuevos tiempos. ¿Ha derrotado definitivamente el turigrino al peregrino? ¿Cómo veis la evolución del perfil del peregrino en los últimos años?
Este es un debate que lleva ya años abierto, pero es que en esta evolución creo que han surgido muchos tipos de peregrinos que no encajan ni en lo que se entiende por peregrino tradicional ni en la definición de turigrino. Personalmente no me gustan las etiquetas, porque creo que al generalizar o juzgar a un individuo, al que le presuponemos unas circunstancias similares por las acciones de otros, siempre caemos en injusticias, y con esta polémica creo que pasa algo similar.
Yo lo que veo es que la convivencia en general entre los diferentes tipos de peregrinos sigue siendo muy buena salvo contadas excepciones, que suelen deberse más a una falta de tolerancia o de educación que a la manera en la que se hace el Camino. En nuestros albergues a diario hay peregrinos con mochila y peregrinos con maletas, o unos que duermen en habitación privada y otros en dormitorios comunes, pero luego por la tarde se juntan, cenan juntos, se cuentan sus historias y disfrutan de la convivencia sin dividirse en dos bandos, peregrinos por un lado y turigrinos por otro. El problema no es que unos hagan el Camino más al modo tradicional y otros con más comodidades, siempre y cuando cada uno respete a los demás y su elección no perjudique a nadie. Considero que esa dicotomía no es un problema para el Camino. Además me parece que la tolerancia y el no juzgar a los demás son valores que debemos fomentar en todos los ámbitos, y también en el Camino.
Otro síntoma preocupante es el del vandalismo sobre el patrimonio jacobeo. No paran de sucederse, al respecto, las noticias desde Santiago, pero también es notable el deterioro en los 100 últimos km de caminos como el Francés o el Portugués: mojones crucificados de pintadas, basura, contaminación acústica, el «botellódromo» del Camino,…
Esto sí que lo considero muy preocupante, sobre todo porque parece que se está rompiendo el «filtro» que parece que tenía el Camino para este tipo de gente irrespetuosa, que busca más la fiesta y el disfrute individual que la convivencia y el goce de todo lo bueno del Camino. Este «ambiente festivo» que hay sobre todo en verano, y en los últimos 100 km, está atrayendo a gente que antes a lo mejor se iba a Magaluf, en búsqueda de gente joven de todo el mundo para ir de fiesta, y ahora se viene al Camino. De ahí vienen todas esas consecuencias, y desde luego esto sí que perjudica al Camino muchísimo, porque esta gente, en su mayoría jóvenes, no solo estropean el patrimonio, sino que amargan a los peregrinos que traen muchos kilómetros a sus espaldas y necesitan descansar. Y además, cuando vienen en ese plan, ni siquiera creo que entiendan nada de por qué la gente hace el Camino, ni les pique el gusanillo de coger la mochila el próximo año y vivir la verdadera experiencia de la ruta. Esto sí que veo complicado frenarlo, pero ojalá encontremos la manera de desincentivar ese tipo de turismo en el Camino.
Desde tu albergue, situado en el Camino Francés pero antes de Sarria, cómo se ve esta dinámica in crescendo de hacer solo los 100 últimos km?¿Se puede hacer algo para revertir esta moda empobrecedora?
Obviamente se ve diferente desde la óptica de los albergues que estamos antes que desde los que están después, pero coincido en que ese gran incremento del Camino del mínimo esfuerzo es preocupante, sobre todo porque desvirtúa en cierto modo la última parte del Camino, y provoca mucho rechazo a los peregrinos que llegaron buscando una experiencia distinta, alejada del turismo de masas.
Creo que existe un gran consenso, entre muchos colectivos del Camino, en que se debería explorar la forma de incentivar el largo recorrido. Desde Agalber estaríamos a favor de que se haga, por ejemplo, un reconocimiento muy diferenciado a los que hagan una distancia mayor a la hora de entregar la Compostela, y a su vez que se promocione ese Camino de larga distancia como la verdadera experiencia de «hacer el camino». Entendemos que pueda haber polémica cuando se habla de ampliar la distancia para obtener la Compostela, por ejemplo a 300 km, pero creo que el consenso puede estar en mantener la de los 100 km y a la de poner mucho más en valor y promocionar la de mayor distancia, tanto desde la iglesia, las administraciones turísticas, asociaciones, etc.
Entiendo la vía de confrontación para que simplemente se amplíe la distancia mínima y se dejen sin reconocimiento los ya famosos 100 km no llevará a ninguna parte, porque hay muchos intereses en contra, y sin un consenso amplio esto no se cambiará. Pero sí que veo factible un gran acuerdo sobre la existencia de dos Compostelas o reconocimientos bien diferenciados, y a su vez sobre la promoción del camino de largo recorrido.
¿Y de la multiplicación sin fin de los caminos, la mayoría reconocidos por la Iglesia de Santiago y, por lo tanto, con derecho a su Compostela?
La aparición y promoción de nuevos caminos creo que tiene efectos positivos en cuanto a que aumenta la oferta de rutas para muchos peregrinos que, después de hacer uno o varios de los caminos más populares, quieren descubrir nuevas rutas menos transitadas, y también en cuanto a que contribuyen a que el Camino Francés o el Portugués no se saturen tanto en los meses de mayor afluencia. Por supuesto también han tenido un efecto positivo en las localidades por donde pasan estos nuevos itinerarios.
Pero como en todo, los extremos nunca son buenos, y si siguen proliferando más y más caminos, se corre el riesgo de dispersar tanto a los peregrinos que llegue un punto en el que en algunas rutas no haya suficiente afluencia como para que los establecimientos de alojamiento y restauración sean viables, algo indispensable para que un camino funcione, tenga albergues en cada etapa y sea una experiencia grata y a la vez asequible para los peregrinos.
También puede tener un efecto negativo el diluir el significado de «Camino», al utilizarlo como un simple reclamo publicitario para promocionar rutas que a veces ni quiera van a Santiago. Además hay estudios que indican que un exceso de opciones a la hora de elegir tiene un efecto negativo sobre el que ha de tomar una decisión, de modo que, en el caso de alguien que se plantea hacer un camino, si seguimos en esta tendencia, puede que el decidir cuál hacer acabe por ser casi tan difícil e ingrato como elegir qué serie ver en Netflix.
Vamos a concluir con lo positivo, que sin duda es mucho. ¿Cómo ha mejorado la oferta de alojamiento en los albergues de los itinerarios gallegos?
La oferta de albergues en los caminos en Galicia ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos 20 años (además de los 78 albergues públicos de la Xunta, hoy en Galicia hay cerca de 400 albergues turísticos privados), pero creo que además, salvo excepciones, se ha invertido en instalaciones con mucha calidad. Muchos de ellos los han abierto peregrinos que hicieron el Camino, se enamoraron de él y lo dejaron todo para vivir rodeados de peregrinos, así que cuando los construyeron o remodelaron, lo hicieron conociendo bien las necesidades de los peregrinos.
En muchas localidades la competencia ha llevado también a buscar la diferenciación, y a mantener unos precios contenidos que creo que ha sido parte del éxito del crecimiento del Camino. Hay muchos albergues con instalaciones que nada tienen que envidiar a hoteles de tres estrellas, en los que se puede dormir por menos de 15 €, y en algunos casos ubicados en verdaderas joyas de la arquitectura tradicional, como pazos, rectorales, monasterios, molinos o pallozas. Todavía mucha gente tiene el concepto de que un albergue es un barracón con literas, y se usa el término peyorativamente como un alojamiento barato para gente con poco dinero, pero desde luego a día de hoy los peregrinos que se alojan en los albergues de Galicia se llevan una imagen muy diferente y alejada de ese concepto. Tanto es así que muchos de ellos, después de hacer el Camino vuelven a nuestros establecimientos como turistas, con la familia o amigos, a disfrutar de las instalaciones y revivir el ambiente del Camino, de las cenas comunitarias y de las charlas interminables con los demás peregrinos.
Debemos de estar orgullosos de la amplia red de albergues que tenemos en Galicia, ya que tanto en densidad como en calidad seguramente sea difícil de superar por ningún otro destino a nivel mundial, y además creo sinceramente que somos el tipo de establecimiento que más contribuye a que la experiencia del Camino sea tan auténtica, diferente, enriquecedora y única.
Entonces, ¿saldrá el Camino indemne de la explotación intensiva y de la inevitable afección del turismo de masas?
Por desgracia en esto no puedo ser tan optimista. Aunque desde algunas universidades se han hecho estudios que al parecer concluyen que el Camino aún tiene mucho margen para aumentar el número de peregrinos sin llegar a la masificación, creo que no se tiene en cuenta que el Camino no es un destino turístico homologable a un museo, una playa o el centro histórico de una ciudad, y su punto de saturación es mucho más bajo que cualquiera de esos destinos.
Y el problema es que en otro tipo de destinos quizás es posible, aunque no sencillo, regular la cantidad de gente que los visita cuando llegan a un punto de masificación que ya es manifiestamente insoportable, como puede ser el caso de ciertos barrios de ciudades como Barcelona o Ámsterdam. Pero en el Camino veo muy complicado que si se llega a ese punto se pueda limitar o controlar el número de peregrinos.
Desde que nuestra especie, el «homo turisticus», ha invadido el planeta, y en especial desde que viajar se ha democratizado y se ha convertido en un ocio tan asequible para las masas, hemos tenido que proteger cada elemento de nuestro patrimonio natural o cultural de nosotros mismos, porque si no lo hubiésemos hecho muchos ya no existirían. Así que seguramente, si no protegemos el Camino de nosotros mismos antes o después el éxito le pasará factura.
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