
Camino de Santiago: 13 monumentos curiosos
El Camino de Santiago rebosa de pequeños detalles curiosos, y hoy nos vamos a centrar en los monumentos, de carácter escultórico, que lo pueblan. Resulta evidente que son innumerables, y también que la mayor parte de ellos responden a vicisitudes históricas o proyectos culturales propios de cada territorio o localidad, multiplicando su presencia en el ámbito urbano. Otros han sido específicamente destinados al Camino, panorama este, tal es la pobreza de los patrocinadores, sumido en el tópico y rayano en el tedio cuando se suceden, sin piedad, los viejos peregrinos barbudos con su indumentaria tradicional.
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A través de un rápido vuelo sobre los diferentes itinerarios, la memoria nos dirige hacia algunas esculturas que nos han impactado.
1. Mafalda en Oviedo
Comenzando por el Camino Primitivo, en el ovetense parque de San Francisco tenemos una cita realmente entrañable: la de Mafalda, que como un paseante más se ha sentado a descansar en un banco. El popular personaje del cómic, nacido en los años 40 de la mano del humorista gráfico argentino Joaquín Salvador Tejón, Quino, que recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2014, de ahí el vínculo con la ciudad, es obra del también argentino Pablo Irrgang (2014), autor de la representación homónima situada en el barrio bonaerense de San Telmo. La mafaldita asturiana es de barro cocido recubierto de resina y fibra de vidrio. Añadimos que, por cierto, en España hay otras mafaldas similares en Santa Coloma de Gramanet y Madrid. Primera foto obligada de la ruta.
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2. El Árbol de la Sidra (Gijón)
Si damos un pequeño salto hasta Gijón, Camino Norte, en su puerto deportivo nos topamos con un monumento que parece haber sido precursor de la reciente declaración, por parte de la Unesco, de la Cultura de la Sidra asturiana como Patrimonio Inmaterial Mundial. En efecto, hablamos del Árbol de la Sidra, imponente estructura que pesa 8 toneladas y está compuesta por 3.200 botellas de sidra. Inaugurado en 2013, la primera vez que lo admiramos creíamos estar ante un efímero y original —porque hoy es bien sabido que ya no sirven los tradicionales abetos— árbol de navidad. Acertamos en el concepto temporal, ya que la instalación no estaba pensada para perdurar, sino solo para concienciar a los ciudadanos, al modo de una campaña durante la Fiesta de la Sidra, sobre la importancia del reciclaje: del árbol a la botella, y el ciclo vuelve a comenzar. Firma el proyecto Labaula Arquitectos, las botellas están invertidas como si estuviesen siendo escanciadas y la iluminación nocturna realza su presencia. Los temporales del Cantábrico, y las acciones vandálicas, han hecho mella en el monumento, transformado en icono de la ciudad, pero su reparación no resulta problemática.
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3. Arco de Santa Catalina de Somoza
En el Camino Francés la selección ha sido compleja, tal es el repertorio de guiños al peregrino. Estábamos primeramente tentados a una nueva incursión en el “culebrón” peregrino de Mansilla de las Mulas, esa composición de la que forman parte tres jóvenes, dos peregrinos y una peregrina, que por sus poses parecen formar parte de un teatrillo de amor y celos en que cada cual podrá imaginar el argumento. Pero al final hemos preferido avanzar, en la misma provincia de León, hasta Santa Catalina de Somoza. Allí, en plena ruta e integrada por lo tanto en la experiencia caminera, en 2024 ha sido alzado el Arco del Camino, obra del leonés Amancio González, a quien han encargado otras tres esculturas en Astorga (dragón gaudiano, emperador Augusto) y Murias de Rechivaldo (obispo peregrino). En la primera de las instaladas se evoca, de forma sintética, el concepto del arco triunfal romano, todavía en construcción y sostenido por un operario, que a nosotros nos sugiere lo contrario, esto es: una elevación del arco para que pasen los peregrinos. Realmente genial.
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4. El diablo del Acueducto (Segovia)
Seguimos, ahora en el Camino de Madrid, por Segovia. Si en el Retiro de Madrid se yergue la archiconocida imagen del Ángel Caído, que no es otro que Satanás expulsado de la Gloria, en Segovia aparece otro diablo muy diferente. Se trata de un tipo vejete y gordinflón, adicto del móvil y vanidoso (se está haciendo un selfie con el acueducto al fondo), con una tenaza anclada a un pesado sillar a sus pies. El Diablo constructor del acueducto se sitúa en la Calle de San Juan, y lo firma José Antonio Abella (2019). La inspiración viene de la leyenda de que el maligno habría levantado, como tantos puentes, el acueducto, y además en una sola noche. Redunda el morbo de la estatua el que muchos vecinos llegasen a oponerse a la instalación por considerar ofendido su sentimiento religioso —qué poco sentido del humor, hasta los talibanes del Medievo lo procesaban con más desparpajo—, llegando a recoger un total de 12.500 firmas, que son muchas en Segovia, hecho inexplicable que solo puede atribuirse a una visión un tanto cateta de la realidad.
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5. Viriato (Zamora)
De la Vía de la Plata os proponemos una obra clásica: la escultura en bronce de Viriato en la plaza homónima del casco antiguo de Zamora. Firmada por Eduardo Barrón, es la más antigua de las referidas, ya que fue colocada en 1903. Con su carácter historicista, a través de una concepción imbuida del tardo-romanticismo, plasma una pose épica del caudillo celtíbero, que mantuvo a raya a los romanos hasta que fue traicionado, hecho que acrecentó su mito. Aparece encaramado a una roca superpuesta a un ariete con testa de carnero ¿Y qué pega en la lista esta estatua? En primer lugar porque, como un hecho de justicia histórica, la pieza fue fundida en Roma. Pero esto no es nada comparado con otro detalle, pues los agudos zamoranos pronto se dieron cuenta de una circunstancia, y es que, si se contempla la estatua desde cierto punto, la empuñadura de la espada parece realmente otra cosa, y de ahí que haya sido rebautizada como “el Pito de Viriato”. Hay que ir para comprobarlo en persona: totalmente verídico.
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6. Porco (Lalín)
Otra. Y nos vamos al Camino de Invierno. Justo en tiempo de frío, pitanzas cárnicas y demás. ¿Más pistas? Es fácil, nos situamos en Lalín, la reputada capital del cocido de la comarca de Deza (Pontevedra), por la que esta ruta se une al Camino Sanabrés. Y la base del cocido no es otra que la carne del puerco, ese animal, en Galicia totémico, del que se aprovecha absolutamente todo, del hocico al rabo, y del que el escritor Álvaro Cunqueiro lamentó que no volara para alcanzar el estatus angélico. Pues eso, un Porco bien cebado, es lo que podemos ver en Lalín justo en el medio del Camino, tan en el medio que, si no estamos atentos, cuidado los pasmados del móvil, podemos darnos un tortazo con él. Al igual que el diablo de Segovia generó polémica (estamos realmente perdiendo el tiempo en tonterías, como los de Constantinopla antes de ser tomada por los turcos), se localiza en la Rúa Colón y es obra de Manolo Rial (2001). También viral.
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7. Jules Verne sobre el calamar gigante (Vigo)
Siguiendo las agujas del reloj estamos ahora en el Camino Portugués de la Costa. En sus dos variantes gallegas nos vamos a decantar, primeramente y en Vigo, por una aparente rareza: la de Jules Verne sentado sobre un calamar gigante. Se trata de un homenaje al escritor de 20.000 leguas de viaje submarino, uno de cuyos capítulos se localiza en Vigo, donde el capitán Nemo trata de hacerse con el tesoro hundido de la batalla de Rande. Fue así representado por José Molares (2005), y se realizó para conmemorar el centenario de la muerte del novelista francés, que había visitado la ciudad en dos ocasiones. El relato tiene continuidad, en Redondela, si nos acercamos a la playa de Cesantes: allí el capitán del Nautilus, dirigiendo las pesquisas de dos buzos, realiza prospecciones para encontrar el tesoro ante la isla de San Simón (este conjunto escultórico se sitúa en el agua).
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8. Coche de piedra (Pontecesures)
La segunda elección nos conduce a Pontecesures, punto de unión del Camino Portugués Central y de la Variante Espiritual. En el centro de la localidad nos llama la atención un Coche de piedra (Manuel Castelo, 1985), concretamente un Renault Frerès, matriculado en Pontevedra, de la época, primero de gasolina que circuló por Galicia. ¿A qué viene esto? Pues porque en esta villa se celebró, en 1925 —estamos de aniversario— la I Feria del Vehículo de Ocasión de España, iniciativa que copiaba la experiencia germana de Leipzig. La feria coincidió con la equina, presagiando un cambio de ciclo.
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9. Pulpo (A Coruña)
Acabamos el recorrido viario por el Camino Inglés, donde brevemente citaremos dos obras emplazadas en cada uno de los ramales. En A Coruña, para seguir con los cefalópodos, nos encontramos con un enorme pulpo. Salido del océano, ha trepado hasta el Paseo Marítimo para abrazar un banco. Su estructura es de hormigón, y está revestido por teselas cerámicas de vivos colores, aunque resulta evidente que predomina, ¡pobrecillo!, el rosado que le proporcionará la cocción. Fue concebido por Javier M. Padín en 2004 y se ha convertido en un photocall de libro.
10. Payaso (Neda)
En el ramal de Ferrol nos quedamos con el Payaso de Fene. Lo encontramos en el parque Castelao, inmediato al Camino, y representa, en cerámica (Francisco Pérez Porto, 2001), un payaso en plena actuación y rodeado por un entusiasta grupo de niños. A los que fuimos críos en los 70 y 80 nos evocará, con ese sombrero marca Fofó, a los Payasos de la Tele. Hemos de apuntar que Fene, además de esta obra, cuenta con un estupendo Museo do Humor.
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11. As dúas Marías (Santiago de Compostela)
La elección parecía difícil en Santiago de Compostela, pero desde el primer momento lo hemos tenido claro: ¡As dúas Marías de la Alameda! Sobre estas mujeres, que fueron personas de carne y hueso, se podría escribir un artículo independiente. Nos limitamos a indicar que la escultura es obra de César Lombera, y que fue instalada en 1994. El éxito de la iniciativa, que en realidad constituye todo un homenaje a la resistencia femenina en las figuras de Coralia y Maruja Fandiño, ha sido mayúsculo.
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12. El Vákner (Dumbría)
Paso a paso hemos llegado, por fin, a la Prolongación del Camino a Fisterra y Muxía. Aquí no cabe la menor duda, el protagonista es el mítico Vákner de Marco do Couto (Dumbría), con el que se topó el obispo Mártiros de Arzendjan a finales del siglo XV. Es obra del escultor Cándido Pazos en 2022.
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13. La Peregrina (Cee)
Como contrapunto, en el centro de Cee acaba de ser inaugurada el 8M la figura de la Peregrina (Miguel Couto, 2025), extrañamente desprovista de emblemas jacobeos, lo que ya nos estimula para escribir un relato sobre la Bestia, aquí primero, y la Bella.
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Esta ha sido nuestra selección, pero a buen seguro que podréis añadir a la lista otras muchas esculturas, por el motivo que sea, curiosas y merecedoras de atención. ¡Adelante!
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