Mayo, el mes de la resurrección del Camino de Santiago
Estar al frente de Gronze tiene inconvenientes y virtudes, y entre estas últimas está poder tomar el pulso al mundo jacobeo, a través de los mails, de las visitas a la web y, sobre todo, de las reservas. La percepción, sin entrar en detalles numéricos, es que tanto los propietarios de los establecimientos como los peregrinos tienden a coincidir en el mes de mayo como el de arranque de la temporada. Habrá peregrinos antes, por supuesto, pero serán más bien escasos.
El Camino de Santiago no «abrirá» ni en mayo ni en junio, por el simple hecho de que jamás ha estado cerrado. Son las restricciones de movilidad las que vacían los caminos.
La Semana Santa estará fuertemente condicionada por el cierre perimetral de las comunidades autónomas —decidido este miércoles por el Comité Interterritorial del Sistema Nacional de Salud—; la mayoría de dichas CCAA sí permitirá la movilidad interior. En cuanto a los peregrinos extranjeros, la mayoría de CCAA no permitirán su entrada por motivos de ocio.
En este caso ha ocurrido algo insólito: la opinión de los profesionales de la salud y de los grandes turoperadores y cadenas hoteleras ha coincidido plenamente. Dicen que la política hace extraños compañeros de cama, pues parece que las pandemias también. Las opiniones de los primeros sobre las restricciones de movilidad son una obviedad, defienden sus intereses y hacen bien, ¿pero, y los segundos? ¿Los accionistas de la industria turística se han imbuido del espíritu bondadoso y desprendido de la madre Teresa de Calcuta? No parece probable tal milagro. De hecho, ya hace muchos meses que dieron por perdida esta Semana Santa, el grueso de sus trabajadores están en ERTE —a cargo de las cuentas públicas—, y por nada del mundo quieren poner en riesgo el verano que, para ellos, y a efectos prácticos, empieza el 1 de junio. Los pequeños (casas rurales, albergues, hoteles…) serán los más perjudicados, dependiendo de su tipo de cliente. «Lo hacemos por vuestro bien», les dicen los políticos con un par de golpecitos cariñosos en la espalda, mientras llevan un año sin ingresos y con ayudas irrisorias.
Esta Semana Santa se darán situaciones extrañas, pues mientras los pueblos del Pirineo Catalán recibirán cinco veces más turistas de los que pueden asumir sus servicios —como ya ocurrió el verano pasado—, caminos como el Primitivo, el Inglés o el de Invierno estarán prácticamente vacíos.
Por desgracia, el verano no será normal. No lo será porque el mundo está en pandemia, y una pandemia no es poca cosa. Pero hemos aprendido mucho desde hace un año, ahora sabemos que el coronavirus se contagia por su concentración en aerosoles y no por el contacto con superficies, y por lo tanto la ventilación de los espacios cerrados (o llevar mascarilla cuando ésta no es posible) es la estrategia más efectiva para evitar contagios. En junio ya estarán inmunizados los mayores de 60 años, y una pequeña parte del resto, la presión hospitalaria bajará drásticamente, ya no habrá limitaciones importantes de movimiento en España, y, a nivel europeo, habrá más libertad de entrada o salida presentando algún documento (PCR, vacunación u otro). Deberemos seguir cumpliendo las precauciones, pues el virus es y seguirá siendo peligroso, sobre todo para los que no estén o estemos vacunados.
La experiencia del verano pasado demostró que se puede hacer el Camino de Santiago de forma segura, no hay lugar más libre de virus que el aire libre, y solo debemos ser precavidos en los lugares cerrados con mucha gente. A algunas personas les faltó aire, en pleno verano, para compartir en todas las redes sociales del mundo mundial el titular de varios periódicos «Peregrinos se contagian en el Camino» —fue una emoción súbita por tantos meses de espera—; luego se supo que era un grupo organizado un miembro del cuál fue al camino ya enfermo y contagió al resto del grupo. Algo parecido ocurrió con «Dos jóvenes peregrinas regresan contagiadas del Camino de Santiago», aunque ellas mismas dijeron que habían estado de fiesta en Santiago. ¿Quién diablos va a leer el segundo párrafo?, dijo el periodista protagonista de la maravillosa película Primera plana de Willy Bilder. Sea como sea, el Camino no es un entorno de riesgo, y tampoco lo son los albergues con un mínimo de sentido común. Tampoco hay casos documentados de peregrinos que hayan provocado contagios en pequeñas aldeas de paso, donde sus habitantes suelen ser personas de edad avanzada, y que tanta sensibilidad generaba en algunas asociaciones.
Este virus no desaparecerá, y tarde o temprano todos entraremos en contacto con él, algunos ya lo han hecho, y por lo tanto rechazar la vacuna es, a mi entender, un grave error. La peor vacuna del mundo es infinitamente mejor que sufrir la enfermedad. La justificación de los efectos secundarios no se sostiene, no se puede comparar encontrarte mal uno o dos días con una enfermedad potencialmente grave. Confiar en la ciencia lo hacemos cada día, al usar Internet o encender una luz, pues con más motivo lo debemos hacer cuando se trata de nuestra salud. Con las vacunas vencimos la viruela, y también gracias a ellas podemos hacer rutas a pie sin temor al tétanos.
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