Albergues públicos de la red gallega: ¿se podrán hacer reservas?

En el Camino se están generando algunos problemas que solo podrán ser resueltos si, con cierta capacidad de imaginación y de forma resolutiva, se toma el toro por los cuernos y se adoptan medidas valientes.

Uno de ellos, de todos conocido, es el de los grandes madrugones, acompañados de carreras sin luz, que algunos insensatos realizan para pillar cama, antes que nadie, en los albergues públicos.

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Albergue de peregrinos de O Cebreiro, uno de los primeros de la red pública gallega
Albergue de peregrinos de O Cebreiro, uno de los primeros de la red pública gallega

La causa: ciertos informadores promueven sin ambages esta forma de hacer el Camino, a la vez que ahorrarse unos eurillos, para gastarlos luego en cañas, y decir aquello de ¡tonto el último!

La consecuencia: el absurdo espectáculo al que asistimos a diario en temporada alta, de individuos que realizan a toda pastilla la etapa sin ver nada, sin pararse apenas, sin hablar con nadie que no vaya a su misma velocidad, obsesionados con ganarse un buen puesto en una cola, como si fuesen a comprar entradas para el concierto o partido del siglo, en la que a menudo se achicharrarán al sol, o empaparán bajo la lluvia, durante una espera que puede prolongarse varias horas, hasta que abra el albergue y comience el registro. Esto no tiene otro calificativo que vergüenza y degeneración.

En la red pública de la Xunta de Galicia la normativa para el acceso, según reza en su página oficial, es la que sigue:

“El orden de prioridad para la ocupación de los albergues será el que se establece a continuación: los peregrinos con limitaciones físicas, los peregrinos a pie, los peregrinos a caballo, los peregrinos en bicicleta y, finalmente, las personas que viajen en coches de apoyo”.

Por lo tanto, todos los de a pie, aunque no carguen con su mochila (se admiten las transportadas), tienen preferencia en la entrada, sin diferencia de edad, longitud de la etapa recorrida o desde donde hayan comenzado su Camino.

Conclusión: en el acceso a los albergues públicos de la red gallega se comete una gran injusticia al favorecer descaradamente a los pillos que corren antes de que amanezca (¡menudo modo de hacer el Camino!), a los más frescos y a los más jóvenes o en mejores condiciones físicas, perjudicando a quienes tengan limitaciones por la edad u otros motivos (sin parte médico), hayan realizado etapas más largas, vengan caminando de más lejos o, simplemente, pretendan saborear al máximo cada jornada.

Ahí están las largas colas ante la puerta de los albergues, con las riñas entre peregrinos provocadas por los que quieren reservar plaza para varios, o contra los que dejan la mochila y se van a pasear o a comer. Y luego viene el monumental chasco, provocado a partir de las 13h con el corte, esto es, la cara de tonto que se le pone a todos aquellos que se quedan fuera por haberse completado el aforo, lo que no pocas veces genera quejas contra los hospitaleros, ¿qué culpa tienen ellos?, y hasta conatos de insurrección por lo que algunos creen, sin ningún motivo lógico ni constitucional, un derecho inalienable.

Podríamos limitarnos a lamentar este circo, y concluir que son los tiempos que corren, que la cosa no tiene remedio y qué le vamos a hacer, miremos para otro lado. Pero también podríamos, como ha hecho el presidente de la Asociación de Amigos del Camino Portugués, Tino Lores, mover el avispero y buscar algún tipo de solución. Ellos son buenos conocedores del problema por gestionar, directamente, el albergue público de peregrinos de Pontevedra. En este sentido, creen que aceptar reservas puede constituir una solución.

Reconocen que la idea surgió en septiembre de 2024, a raíz de un encuentro de hospitaleros, dado que "cada vez vemos más gente peregrinando de madrugada y a toda prisa para llegar de los primeros a los albergues y garantizarse así una cama. Eso es desvirtuar totalmente el Camino, que es justo lo contrario. Es disfrutar del paisaje, del momento, del patrimonio, de las gentes...". Esta misma semana, al pernoctar en el albergue de Pontevedra, hemos podido hablar con Lores sobre la cuestión.

Lores ha puesto sobre la mesa la propuesta, elevada al Xacobeo, de que se acepten reservas, al menos en temporada alta, y más concretamente en julio y agosto. Algunos han saltado de inmediato, vade retro, que eso es turismo, que no es Camino, un planteamiento inaceptable. Y sin embargo…

…en otros caminos, y sobre todo en otros países (mayormente en Francia o Italia), todos los albergues, sean parroquiales, de órdenes religiosas, de asociaciones, de municipios, de donativo o pago, sí las aceptan, y no solo las aceptan, sino que es la fórmula habitual de hacer el Camino.

Promueven el sistema de reservas por dos motivos: tanto para ofrecer seguridad al peregrino, que de ese modo, cumpliendo los horarios en que la reserva se garantiza (si hay algún retraso se puede avisar), puede hacer su jornada tranquilamente, como para facilitar la gestión del albergue, ya que en muchos de ellos el personal que los atiende no está todo el tiempo esperando en la puerta a que llegue alguien, máxime en itinerarios poco concurridos, y necesita disponer de esa información para organizarse, a veces también para preparar la cena y desayuno.

La reserva es una palabra que hasta ahora parecía exclusiva del ámbito de los albergues privados: tú pagas un plus, que en ocasiones no es una diferencia tan grande respecto a los públicos, pero a cambio obtienes seguridad. Pero no creemos que sea una cuestión tabú de la que no se pueda hablar, porque quizá, bajo ciertas condiciones, estas reservas podrían ser admisibles; por ejemplo:

- En temporada alta, obviamente. Se ha hablado de los meses de julio y agosto, pero también sería plausible incluir la Semana Santa y, en cada lugar, algún puente o período festivo, nacional, autonómico o local, de abarrote garantizado.

- Permitiendo que solo se realicen un día antes de la llegada, para evitar a los planificadores compulsivos y una gestión compleja.

- Para fomentar el Camino de largo recorrido, reservando un porcentaje de las plazas existentes para quienes vengan, y lo puedan acreditar, desde una distancia que se fije.

- Igualmente, evitando a los adictos a las pruebas de velocidad en corta distancia, por lo que se podría exigir haber cubierto la etapa tipo de cada jornada, nunca inferior a 20 km.

A lo anterior habría que añadir, gestionando una base de datos común, la penalización de quienes realicen varias reservas para un mismo día, o sin justificación no se presenten, así como una hora máxima de llegada. Fichar a los pícaros es el mejor método para acabar con sus prácticas.

Recuerdo, como anécdota a lo expresado, que en Francia reservamos un día plaza en un convento con albergue de peregrinos, y que, dada la dureza del trayecto, calculamos mal la hora de llegada, superando la que habían establecido como límite. Quince minutos antes de la hora ya íbamos a telefonear, pero justo antes recibimos la llamada del albergue preguntándonos qué tal, si llegaríamos o no, cuánto nos faltaba y demás. En fin, nos reconfortó ese interés, tanto por el peregrino que no aparece como por la posibilidad de ofrecer ese puesto, si quedase libre, a otra persona.

En otra ocasión, en un albergue de donativo italiano, sito en una localidad sumamente turística, al preguntar si podríamos reservar nos preguntaron de dónde habíamos partido, porque aquel albergue en cuestión, que disponía de pocas plazas, estaba reservado a para peregrinos que hubiesen, al menos, ¡caminado 300 km! Luego nos explicaron que era una fórmula para evitar que el local se les llenase de turistas de bajo coste o de los aprovechados de turno que hacían senderismo por la apetecible Toscana.

Por lo tanto, consideramos positivo que se abra un debate al respecto de las reservas, sí o no y bajo que condiciones, porque dejarlo todo como está es provocar la fuga de los peregrinos de largo recorrido a los meses de invierno, o al sector privado, con el gravamen que ello implica para algunos bolsillos, ya que no es lo mismo pagar cinco días en el Camino que dos semanas o un mes.

Además, con la actual normativa está degenerando la forma de hacer el Camino, aunque nos tememos que las carreras mañaneras puedan ser sustituidas por las de las llamadas para reservar, 24 h antes o el tiempo que se establezca, con el consiguiente bloqueo de líneas en determinados albergues y fechas.

Lo importante es seguir buscando, entre todos, soluciones, porque quietos y callados no avanzamos ni resolvemos nada. ¿Qué opinan los seguidores de GRONZE de este asunto?

Periodista especializado en el Camino de Santiago e historiador

Comentarios
tato
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Intentando aportar algo con respecto al artículo, debo decir que se trata de un tema complejo, pero de permitirse reservar em los albergues oficiales, se dará al abuso del "por las dudas" y luego "no me molesto en avisar", cuando no se llega o se eligió otro sitio, perjudicando a los que son serios y empáticos. Creo que todos hemos escuchado a los hospitaleros renegar contra los que les importa un rábano. Tal vez en julio, agosto y semana santa sea necesario implementarlo para ordenar un poco, pero el resto del año a dejarlo como está y tomar otras medidas relativas a que la gente camine por algo más que obtener el papelito, por ejemplo duplicar las distancias para poder obtener la Compostela.
drakonian
Imagen de drakonian
No es facil, y entiendo ambas posturas. Como peregrino de largas etapas si puedo decir que no soy muy asiduo de los albergues sin reserva porque cuando haces etapas hasta el atardecer en temporada alta y llegas el último... evidentemente te quedas sin plaza y después de 40km no tienes margen para ir a otra población andando... En temporada baja no suele haber problema aunque tienes que estar atento tambien... Por otro lado, nunca he entendido ni entedere lo de llegar a las 10 am a un albergue para coger sitio en el albergue y quedarte en una cola esperando hasta las 13:00 que abren...
Antonio Luis Ma...
Imagen de Antonio Luis Martínez Amorós
En mi opinión el problema principal es la falta de aforo. Muchas veces hay más peregrinos que quieren quedarse en una localidad que plazas en los albergues. Eso hace que la gente quiera asegurarse una cama. Si hubiera la seguridad de encontrar siempre donde pernoctar, bien sea en un albergue público o privado, no sería necesario reservar o apresurarse para llegar pronto. Es un problema muy complejo que no creo que se solucionase admitiendo reservas. En épocas de mucha afluencia (que cada vez son más) habría mas gente que quisiera reservar que plazas disponibles y la "carrera" se produciría para ver quien reserva antes. Y, por otro lado, tampoco sería justo dar prioridad a aquellos peregrinos que caminan muchos kilómetros cada día. Eso sería una forma de discriminar a quienes, por edad u otros motivos, no pueden caminar tanta distancia.