De Logroño a Burgos por el Camino Francés, verano de 2013
Es muy emocionante y enriquecedor hacerlo, por disponibilidad de tiempo vamos haciendo una semana al año y ya esperamos con ansia el próximo.
Es duro por la acumulación de kilómetros y en mi caso porque ya empiezo a tener una edad y cuesta más recuperar; yo por ejemplo estoy operado de reducción de estómago y no me alimento ni bebo como el resto y esto hace que tenga que ser cuidadoso para no tener desfallecimientos. Hay tramos, como el año pasado la bajada del Perdón, o este año la travesía de la Sierra de la Demanda, que he notado que son duros, pero básicamente se tiene que ir bien preparado mentalmente y se llevan bien.
Me parece muy correcta.
En mi caso he intentado seguir una planificación y no he tenido problemas, normalmente intento ir a privados para no llevarme sorpresas de que estén llenos y esto me conlleve tener que hacer algún kilómetro extra; este año me ha gustado el albergue San Saturnino de Ventosa por lo bien gestionado que está y cómo cuidan el descanso, además de que te despiertan con cantos gregorianos.
Para mi el camino es una experiencia donde aprendes a respetar al resto de personas, al entorno y sobre todo a uno mismo ya que el día a día hace que no seamos conscientes del desgaste al que sometemos a nuestro cuerpo y mente y durante el camino aprendemos a cuidarnos; consejos que no hagamos cosas ilógicas, que escuchemos a nuestro cuerpo y seamos rigurosos, con la alimentación, la hidratación, el descanso, la higiene y el respeto.