Tras el tramo inicial avanzando por la rambla del río Nacimiento, arranca una subida durísima por un sendero que sale a la derecha, en continuos zigzags, durante la cual salvaremos un desnivel de 300 metros en apenas dos kilómetros, hasta incorporarnos a la carretera A-1075.
Etapa 3A: Alboloduy - Abla | Al Loro
Dicho sendero es estrecho y pedregoso, y presenta algunos tramos bastante aéreos. Para aquellos que sufran vértigo, así como en caso de lluvia o crecidas del río, tienen la opción de tomar, ya desde la salida de Alboloduy, la carretera local A-1075; los que así lo hagan deberán prestar mucha atención, pues aunque el tráfico sea escaso, es estrecha y revirada. | |
La carretera local A-1075 es la única opción para los ciclistas a la salida de Alboloduy. Al cabo de 3,8 km el camino oficial confluye con ella, prosiguiendo por asfalto durante 2,0 km; la bajada que viene a continuación, por un camino de tierra suficientemente ancho, es pronunciada pero apta para las BTT. | |
Tanto en Nacimiento como en Doña María hay bar, y en ambos tratan bien a los peregrinos; en Ocaña hay un pequeño albergue y un bar social. Abla es una localidad de tamaño medio, que cuenta con todos los servicios. | |
Durante el ascenso junto al barranco del río Nacimiento es habitual ver cabras monteses. El paraje, donde reina un silencio absoluto, resulta sobrecogedor; una vez arriba, nuestro esfuerzo quedará compensado con la panorámica sobre las colinas del entorno. | |
A la salida de Nacimiento pasaremos junto a las ruinas de una antigua venta, con muros de piedra muy fotogénicos; eran establecimientos habituales a lo largo del Camino Real, ruta que llevaba a Guadix y a Granada, utilizada durante siglos por viajeros, comerciantes y pastores con sus rebaños. | |
Localidad antiquísima que ocupa las laderas de una colina; si decidís pernoctar en el albergue de peregrinos debéis saber que se halla en lo más alto, al final de la calle San Antón, junto a un mirador; desde allí se puede tomar un camino muy agradable que lleva al cercano pueblo de Abrucena, a sólo 2,1 km (info en la etapa siguiente). | |
El casco antiguo es muy bonito, con callejuelas estrechas y empinadas donde se respira la impronta de casi ocho siglos bajo dominio musulmán. Al entrar a la localidad pasaremos ante un interesante mausoleo romano, torre funeraria construida a finales del siglo II, bajo la cual hay una cripta. | |
Los naturales de esta localidad reciben el gentilicio de abulenses, igual que los nacidos en la ciudad de Ávila (en Castilla-León); tras décadas de confusiones, hoy los historiadores identifican Abla con la antigua Abula romana citada por Ptolomeo, geógrafo y astrónomo griego del siglo II, mientras que el nombre original de Ávila debía ser Obula. | |
En el siglo I esta colonia romana acogió una de las primeras sedes episcopales en la Península, fundada por San Segundo, uno de los Siete Varones Apostólicos enviados desde Roma por San Pedro y San Pablo en misión evangelizadora. La historia de estos obispos de la Bética fue hábilmente incorporada siglos más tarde en la narración jacobea, al objeto de trasladar a tierras gallegas el origen de la evangelización (algo difícilmente creíble), y convirtiendo a dichos varones en los supuestos acompañantes del cuerpo del Apóstol. | |
Tras la conquista por las tropas cristianas, en el año 1559 finalizó la construcción de la iglesia de la Anunciación, erigida sobre una antigua mezquita; su interior es de estilo mudéjar, destacando el artesonado del techo con estrellas policromadas de ocho puntas. | |
En los bares podemos degustar tapas como el tabernero, o cazuelitas como la olla de trigo; el plato más tradicional son los gurullos con conejo, que a veces se substituye por liebre o perdiz. | |
En la comarca se elaboran magníficas mieles artesanas que adquieren los sabores de las plantas del entorno, cuyas flores son polinizadas por las abejas; destacan la miel de romero o la de albaida, con propiedades medicinales. |