Al principio de la etapa nos aguarda una de las cuestas más duras de cuantas recordamos en nuestras rutas: salvaremos el barranco del río Nacimiento tras superar una ladera abrupta, con un desnivel de 300 metros en apenas dos kilómetros, para poco después bajar de nuevo a su cauce; sorprende la soledad que impregna estos parajes, marcados por el más absoluto silencio. El resto del recorrido, largo y siempre en ascenso, conduce a la localidad de Abla, con un fuerte repecho final por las calles de su casco histórico.