Desde la iglesia salimos por una pequeña carretera ante una antigua aduana, con su fachada decorada con un mural; enseguida la bandonamos por una senda a mano derecha, cruzamos el río Dranse d’Entremont y avanzamos en paralelo a él. Proseguimos por un ancho camino de tierra hacia el embalse des Toules, cuya presa es visible al fondo.
En coincidencia con un oleoducto, una senda alcanza la base de la presa. De su utilidad no dudamos, pero es evidente que su impacto es brutal sobre el paisaje. Subimos hasta la central, que se sitúa a 1.730 m de altura.
3,1 Central del Barrage des Toules. Bordeamos el embalse por un camino, en primavera y verano lleno de flores silvestres. Tras superar el torrente des Erbets toca ascender fuerte hasta una casa abandonada. Al frente se alza un majestuoso anfiteatro de picachos serrados, de los que sobresalen al este los montes de la Gouille (3.212 m) y Vélan (3.727 m), y al oeste el de Telliers (2.951 m).
Dejando atrás la cola del embalse, en la que ha sido instalada una granja piscícola, abrimos y cerramos sendas portillas de metal para alcanzar un refugio de pastores y senderistas en el desvío al Bourg-Saint-Bernard. Dicho núcleo no son más que unas casas, junto a las que se localiza la boca del túnel. Estamos a 1.895 m.
2,9 Desvío al Bourg-Saint-Bernard. La ruta vuelve a empinarse y a transitar por una estrecha senda que salva las pedrizas arrastradas por los torrentes con facies de morrenas glaciares. A lo lejos percibimos que la carretera, la cual circulaba los últimos kilómetros por una galería para protegerla de las avalanchas de nieve y piedras, se introduce en el túnel. La subida prosigue, por praderas de altura y pedregales por los que en verano abundan los saltamontes, hasta la casa de La Pierre, a 2.039 m.
1,3 La Pierre. Descendemos, dando un buen rodeo (se puede atajar campo través), hasta cruzar el río y alcanzar la carretera en el lugar de L’Hospitalet, donde existen un gran depósito de agua y un embalsamiento inferior. A 2.111 m.
1,4 L’Hospitalet. Una senda estrecha asciende con dificultad junto al torrente de Tcholère, uno de los brazos que alimentan la Dranse d’Entremont. El tramo final de la subida, tras pasar la sobrecogedora Combe des Morts (una avalancha mató a cuatro montañeros aquí en 2015), mejora por haberse conservado, ¡oh prodigio!, la calzada romana mandada construir por el emperador Claudio, sí, el de Yo Claudio. Sobre ella coronamos por fin, ¡aleluya!, el Col du Grand-Saint-Bernard. El hospice, enorme edificio, domina un lago de origen glaciar. Estamos a 2.473 m.
2,9 Col du Grand-Saint-Bernard.