Estamos ante la etapa reina del Camino Mozárabe, tanto por su kilometraje y desniveles como por su belleza. Todo el recorrido discurre en absoluta soledad entre paisajes de ensueño, con el ascenso a un collado a más de 1.400 metros de altitud y la durísima bajada final que conduce a Quéntar, localidad pintoresca y con servicios. Aquellos que prefieran partir la jornada tienen la opción de desviarse hasta Tocón de Quéntar, pueblo minúsculo que cuenta con un bar-restaurante y un albergue de peregrinos.