Aunque se terminaron los grandes puertos, y que la distancia es corta, la etapa resulta un auténtico rompe-piernas, sin más de 500 m llanos seguidos, y carece de servicios intermedios. Solo algunas granjas y aldeas rompen la monotonía de un paisaje verde: praderas y explotaciones de vacuno al inicio y al final, y un extenso bosque al sur del vecino embalse de la Raviège, que en ningún momento divisamos. Anglès, ubicada en el centro de una despoblada meseta, es una modesta localidad que solo se anima en verano, por lo que el resto del año se adapta a los peregrinos.