Desde la colegiata de Sant’Agata seguimos la vía por la que veníamos, que es el comercial Corso Nuova Italia, eje principal de Santhià. Tras superar las vías del ferrocarril por escaleras o rampas, proseguimos al frente junto al Naviglio d’Ivrea. Este canal trae aguas de un viejo amigo, el río Dora Baltea, hasta Vercelli.
Después de pasar ante la moderna capilla de San Rocco, desembocamos en la SP143, que cruzamos para iniciar un ingrato trayecto de granja en granja cuyo nombre no queremos recordar. Los tractores se dirigen a los campos y nos llenan de polvo a su paso. Rectificamos, vamos a citar la Cascina Pragilardo por haber creado, hasta ahora sin sombra pero algo es algo, un «oasis» para el peregrino con su fuente. Forzados ángulos rectos nos llevan a cruzar, junto a la granja Zappellone, el canal Cavour.
5,5 Canal Cavour. Los arrozales comienzan a adquirir protagonismo, y sus aguas estancadas son un ecosistema poblado por miles de insectos, anfibios, aves zancudas y repugnantes ratas de agua sin el más mínimo temor.
Nos aproximamos a la vía del tren y, tras unas cuantas vueltas más sin sentido por fin la atravesamos para entrar en San Germano Vercellese, que por momentos puede parecer un pueblo fantasma alrededor de su iglesión.
2,9 San Germano Vercellese.