Tras cruzar el torrente Evançon, dejamos atrás el casco antiguo y la capilla de Saint-Roch para prolongar nuestros pasos hasta la estación ferroviaria. Cruzando la vía del tren nos dirigimos a Issogne, pero en vez de cruzar el Dora Baltea seguimos por su orilla para, 1.500 m después, regresar hacia el interior para entrar en Clos-de-Barmes (fuente).
Admiramos el gran lagar de Lo Torzo para, entre nogales y pomares, sin solución de continuidad recorrer los núcleos de Les Roléty, La Torrettaz, Les Valleise, Sisan y Le Raffor, cuyas huertas les confiere un aspecto berciano o gallego. Arnad-le-Vieux (fuente) nos sorprende con su iglesia románica de Saint-Martin-de-Tours, devoción muy propia de los caminos de peregrinación, y con un estupendo parque.