Etapa 9: Vigo - Redondela | Al Loro

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Varias son las opciones para salir de Vigo: 1. Quienes hayan enlazado con el camino oficial a través de la Senda del Río Lagares y no quieran pasar por el centro de la ciudad, podrán continuar dicha ruta por el parque de Castrelos, señalizada por los Amigos del Camino hasta el parque y pazo de San Roque, desde donde enlaza con la Rúa Urzaiz; 2. Pese a no ser oficial, la ruta más socorrida para dejar la ciudad es la que sigue, desde la Praza de Compostela y por la Rúa Colón, la citada y larga Rúa Urzaiz, que concluye en el barrio de O Calvario, donde es preciso pasar junto a la iglesia de los Picos hasta enlazar con el Camiño da Traída das Augas; 3. El itinerario oficial es el menos afortunado, está mal definido y consta de fuertes repechos, por el barrio de Teis, antes de alcanzar la Ruta da Traída; 4. En 2022, muy interesante para las bicis, se ha habilitado sobre la antigua vía férrea una vía verde para peatones y ciclistas que nace en las terrazas del Centro Comercial Vialia, carece de pendientes y se prolonga 5,3 km hasta Chapela, desde donde se puede continuar por la Av. de Vigo y la N-552 hasta Redondela.

La jornada de hoy recorre la Senda da Traída das Augas, una pista muy agradable con tramos de bosque y utilizada a diario por paseantes, runners y ciclistas. Avanzaremos por ella sin apenas desniveles, gozando de vistas panorámicas sobre Vigo y su ría.

El tramo por la Senda o Camiño das Augas es tranquilo, sin pueblos ni tiendas. A mitad de etapa, en el kilómetro 8,2, disponemos de un área de descanso y autoservicio, y a la altura de Cabanas encontramos un agradable bar-tapería, casi a pie de ruta y elevado sobre el camino, donde disfrutar de una terraza cubierta con espléndidas vistas sobre la ría. Casi al final de la etapa pasaremos junto a un par de furanchos, barcitos populares un tanto improvisados, donde se bebe vino de la propia cosecha y se puede tapear –o comer– bien y muy casero.

Como su propio nombre sugiere, bajo el Camiño da Traída das Augas discurre una gran conducción que distribuye el agua potable a la ciudad de Vigo y a Redondela; la tubería subterránea arranca desde la presa de Eiras, a más de 40 km, y fue construida entre 1967 y 1972.

Desde el camino disfrutaremos de vistas sobre el puente de Rande y la ensenada de San Simón, donde en 1702 fueron hundidos varios galeones españoles cargados de oro de las colonias americanas, tras ser atacados por una flota anglo-holandesa. Desde entonces muchos buscadores de tesoros han intentado dar con el precioso cargamento, que permanece sumergido en algún punto del fondo de la ría.

En Redondela nuestro Camino Portugués de la Costa confluye con el Camino Portugués Central, por el que seguiremos hasta Compostela. A quienes la etapa les resulte corta pueden prolongarla sin mayor problema hasta Soutoxuste (a 4,6 km) o Arcade (a 6,7 km).

Sobre Redondela:

El albergue público de peregrinos se encuentra en la Casa da Torre (siglo XVI), un edificio señorial que, entre otros, fue casa consistorial. La iglesia de Santiago (siglo XV), en lo alto del casco histórico, y el Convento de Vilavella (siglo XVI), a la entrada de la villa, completan los principales sitios de interés arquitectónico.

Dos imponentes puentes ferroviarios le han valido a Redondela el sobrenombre de villa de los viaductos, no en vano se consideran símbolos del patrimonio local. Construidos a finales del siglo XIX, de los denominados viaductos de Madrid y Pontevedra solo sigue en funcionamiento el último.

Junto a la fuente de Santiago Apóstol en la plaza homónima, al arrullo del río y en pleno centro, la Alameda de Castelao es el corazón verde de Redondela, con agradables zonas de descanso entre árboles centenarios, rosales y camelios.

La gastronomía viene influenciada por la Ría de Vigo, que baña la población con la ensenada de San Simón. De estas rías proceden los mariscos, especialmente los centollos, mejillones o zamburiñas, y pescados de alta calidad, como el rodaballo, el congrio o la merluza.

Como plato destacado de la localidad podemos degustar los chocos en su tinta, con arroz o hasta en empanadas.