Etapa 14: São João da Madeira - Grijó | Al Loro
Seguimos sin buenas noticias para nuestros pies: si la etapa anterior transcurría en un 80% por asfalto y aceras, hoy va a ser casi la totalidad. | |
El mayor enemigo del caminante en estas etapas, además de los vehículos, son las irregularidades del pavimento: aceras adoquinadas, maltrechas y con socavones, tramos por carreteras secundarias con arcenes testimoniales… Para colmo, en días de lluvia los adoquines resultan muy resbaladizos. Por todo ello, aquellos que consigan superar las 16 etapas entre Lisboa y Porto sin un resbalón o una torcedura de tobillo pueden darse por satisfechos. | |
Ante este panorama poco estimulante, la jornada nos reserva una sorpresa exclusiva para peregrinos. Para conocerla sólo hay que llamar al timbre de un parvulario que hallaremos a pie del camino, a apenas 4 km de São João da Madeira. Lo mejor será vivir la experiencia en persona, pero si alguien no puede resistir la curiosidad os lo explicamos en este artículo: Escapães: el mejor regalo para los peregrinos | |
Nos preguntamos por qué en los márgenes de los escasos tramos por camino de tierra hay siempre vertederos ilegales, con sillones abandonados, piezas de ropa vieja y montañitas de escombros de lavabos, baldosas o mortero, que por supuesto nadie se molesta en recoger. Eso no sucede en los tramos adoquinados o asfaltados. ¿Será que la basura tiene apego al camino? | |
Si la hora del almuerzo os pilla a media etapa, nada mejor que desviarse 200 metros del camino hasta el restaurante Feira dos Dez —también conocido como Casa Amarela, por el color de la fachada—, un local acogedor con un menú completo a buen precio, del que saldremos más que encantados. | |
Aquí disponemos de un sencillo albergue de peregrinos en una casa de dos plantas a pie del camino, a pocos metros del monasterio de São Salvador. El primero que llegue debe avisar a una vecina que se encarga de abrir, y el hospitalero pasa más tarde a cobrar y sellarnos la credencial. | |
Si nos quedamos en Grijó tendremos tiempo para visitar la iglesia del monasterio de São Salvador, un templo de los siglos XVI-XVII al que se accede por un bonito paseo arbolado. | |
En la hospedería de este monasterio pernoctó en 1594 el joven clérigo Juan Bautista Confalonieri, acompañante del nuncio papal durante su peregrinación desde Lisboa a Santiago, cuya extraordinaria crónica —no exenta de chauvinismo y mala leche— ha servido para documentar el antiguo trazado del Camino Portugués. | |
En lugar de ir al monasterio por la calle, muy transitada y sin aceras, resulta más seguro caminar en paralelo por el interior del cementerio. Además, desde aquí descubriremos unas vistas insólitas de los panteones y sus esculturas ante la silueta industrial de la fábrica vecina, con su cubierta en diente de sierra y varios depósitos. |