El Camino Portugués desde Porto: ¿Por dónde seguir?
Los peregrinos que llegan, procedentes de algún punto del sur siguiendo el Camino Central a Porto, se encuentran ante un dilema; otro tanto les ocurre a quienes comienzan su itinerario, desde la ribera del Douro, en la gran metrópoli del norte del país. Más vale tener las cosas claras desde un principio, porque el galimatías de señalización existente en Porto es de traca. Por lo tanto, vamos a expresar nuestra opinión sobre las alternativas viarias desde la ciudad, comentando los pros y contras de cada una de las cuatro variantes actualmente operativas.
1. Camino Portugués Central
Cuando se recuperó el Camino Portugués allá por los años 90, esta era la única ruta señalizada y, por ende, posible. Lo más interesante de esta película es que casi tres décadas después, en este itinerario troncal y de referencia para tantos peregrinos apenas se han realizado intervenciones, más allá de la colocación de algún cartel, para mejorar la experiencia de los peregrinos tal y como ha sucedido en España (eliminación de puntos negros, creación de sendas paralelas, definición de variantes funcionales, instalación de fuentes o áreas recreativas, plantación de árboles, etc). Ahora que la variante plenamente costera gana adeptos en detrimento del Camino Central, llegan los lloros y el rechinar de dientes, pero en gran medida es una consecuencia lógica ante la pasividad de las administraciones responsables en velar por la conservación, mejora y difusión del itinerario, y no parece que la política de la Câmara Municipal de Porto, que pretende resolver el problema prohibiendo señalizar «a la competencia», pueda con ello frenar lo que ya es una realidad imparable.
A Favor
- No cabe duda de que se trata de la ruta con mayor proyección histórica, que una vez superada el área metropolitana de Porto va a transitar por lugares tan emblemáticos como São Pedro de Rates, Barcelos, Ponte de Lima, la Portela Grande de Labruja y dos candidatas a Patrimonio Mundial como Valença do Minho y Tui.
- Al seguir la Estrada Real, perfectamente documentada, en sentido sur-norte, es también la más corta.
- Por haber sido la primera en ser recuperada, es la que cuenta con más servicios, sobre todo en el ámbito de la acogida específica de peregrinos, con el primer albergue de Portugal en Rates, y otros de acogida tradicional que se han ido sumando, entre ellos los públicos de Tamel, Ponte de Lima, Rubiães o Valença, y los privados del monasterio de Vairão o de Fernanda y su familia en Vitorino dos Piães.
En contra
- Si tan solo nos fijamos en los primeros kilómetros de esta ruta, el panorama es bastante desolador hasta las inmediaciones de Vilar do Pinheiro: barrios, tráfico, ruido, polígonos empresariales y hasta caminos históricos impracticables, como el de la ponte de Barreiros, por no haber construido una pasarela sobre los cuatro carriles de la N 13, testimonio de la absoluta desidia institucional. Esta circunstancia explica que algunos peregrinos se salten los 9 kilómetros primeros en el Metro do Porto, hasta Araújo.
- Más allá de Porto, el perfil de las etapas es desde luego más exigente que el plácido discurrir junto al mar, con varias cuestas entre las que destacan las portelas de Tamel y Labruja.
- Por ahora, y lo dejamos en un por ahora pero no por mucho tiempo, este es el Camino más concurrido, ya que un 75% de los que pasan o parten de Porto lo eligen. La presión, no obstante, nada tiene que ver con lo que vamos a encontrar a partir del fatídico km 100, esto es, desde Tui y en Galicia.
2. Camino Portugués de la Costa
La primera etapa de esta ruta, asimismo bien documentada en ciertos períodos de la historia, suele prestarse a equívocos, pues quien se sienta atraído por la marca de un camino por el litoral puede ver frustradas, de momento, sus expectativas. Además, el sector inicial hasta el Padrão da Légua, a 6,5 km desde la Sé do Porto, comparte trayecto con el Central por la interminable e inmisericorde área metropolitana y sus barrios, por no hablar del posterior encuentro con el aeropuerto internacional, que tiene lo suyo. A pesar de todo, esta variante a la que confluye en Azurara la puramente costera, posee también sus alicientes.
A Favor
- La historia, que siempre es, o debería de ser, el fundamento de un camino de peregrinación, está presente en la primera etapa (puente medieval de Dom Goimil) y en el paso junto a los templos parroquiales de Vila Nova da Telha, Labruge o Mindelo.
- El tránsito junto al aeropuerto Sá Carneiro, a 500 m de la terminal, puede favorecer, y lo hace en muchos casos, sobre todo entre los que ya conocen Porto o posponen su visita para el regreso, que el peregrino se incorpore directamente a la ruta, ventaja que muchos itinerarios anhelarían.
- Pese a los pesares, que a continuación citaremos, es factible llegar en una jornada a Vila do Conde, localidad deliciosa en todos los sentidos y preludio de un Camino lleno de atractivos, ya que además de la omnipresencia del mar y un prácticamente ininterrumpido arenal en todo el frente atlántico, nos permitirá conocer las poblaciones de Póvoa de Varzim, Esposende, Viana do Castelo o Caminha, e incluso regresar al Camino Central remontando el Miño por la orilla portuguesa a través de Vila Nova de Cerveira.
En contra
- Centrándonos en la primera etapa, por ser la que se presta a ser cambiada por la que figura en el punto 3, hemos de decir que resulta bastante anodina, con mucho asfalto o, como consuelo, largos tramos adoquinados. Además conviene recordar que el camino atraviesa la franja de aproximación a la pista de aterrizaje del aeropuerto internacional, por lo que no será nada extraño que un avión pase a baja altura sobre nuestras cabezas, situación que a algunos les podrá parecer graciosa, pero que a otros les hará entrar en pánico.
- Más allá de Vila do Conde, resulta evidente que no ha habido criterio a la hora de articular esta vía costera, ya que algunos municipios han procurado integrar sus vestigios históricos, casi todos un tanto alejados del mar, pero otros han ido a lo cómodo, con una visión meramente turístico-paisajística, y han metido el Camino por las pasarelas de madera que recorren los arenales, perjudicando incluso a los vecinos que tienen sus bares, restaurantes y tiendas en los inmediatos núcleos costeros. Un inexplicable ejercicio de impericia.
- En la primera etapa los servicios son escasos, y no tanto para comer o comprar, sino para alojarse en el caso de que no pudiéramos alcanzar Vila do Conde.
3. Variante de Matosinhos (o de la orla litoral)
Tenía todas las cartas para ganar la partida, y poco a poco la está ganando, porque para quien busca la costa como un valor de su peregrinaje o turigrinaje, en esto ya no nos metemos, es la elección natural, y como bien indica Carles Guiral en la excelente guía que ha redactado para Gronze, se trata de un itinerario muy intuitivo: no hay más que seguir la línea del litoral, siempre que se pueda, y a partir de Matosinhos también las flechas y carteles jacobeos, sin pérdida hasta Caminha y, si se cruza la Foz do Minho, hasta A Guarda, pasando por Baiona y Vigo para regresar al Central en Redondela.
A Favor
- El océano Atlántico, omnipresente desde que desembocamos en él tras acompañar en sus últimos pasos al Douro. Y en virtud de tal compañía muchas playas, kilómetros y kilómetros de interminables arenales, paseos marítimos de toda condición, pasarelas sobre las dunas, y si el tiempo acompaña una permanente invitación al relax, al baño (agua muy fría, un pequeño problema) y a la contemplación.
- Ya indicamos que esta variante, con atractivos como el faro, la Casa de Chá y la capilla de Boa Nova, el obelisco da Memória de Mindelo o el pueblo de pescadores de Angeiras, no es más que una alternativa para enlazar en Azurara y Vila do Conde con el Camino de la Costa, que se convierte en itinerario principal de peregrinos a partir del siglo XVI, con el desarrollo de las villas costeras asociado a la gran aventura de Ultramar. En concreto tenemos un especial cariño por Vila do Conde, donde se sitúa una réplica de una carabela, y por Viana do Castelo, pequeña y deliciosa urbe con un casco histórico de la Edad Moderna muy bien conservado, y el santuario de Santa Luzia en un monte vecino.
- La etapa, sin duda larga hasta Vila do Conde, se puede partir sin problema pernoctando en el albergue de Labruge, a 900 m de la costa y la ruta.
En contra
- Todo rezuma artificialidad en una vía puramente costera, pues es bien sabido que en el pasado, a diferencia del presente, los caminos inmediatos al litoral no eran frecuentes en la costa atlántica, ya que los arenales con sus sistemas dunares y de marismas avanzaban más que ahora, y en muchos tramos el único apoyo existente era el de las humildes cabañas de pescadores. Por lo tanto, desde el punto de vista histórico, este trazado carece en gran medida de sentido, y además evita el paso por el centro de Matosinhos, con el relevante santuario barroco del Bom Jesús (inexplicable ausencia), e incluso por el antiguo barrio marinero de Leça de Palmeira. Todo ello explica que nos sintamos ante un experimento más turístico que de reconstrucción de la memoria peregrina.
- En este tramo concreto hasta Vila do Conde habrá que tragarse el paso junto a la gran refinería de Petrogal, que no es plato fácil de digerir.
- Al ser más larga que la opción por el Padrão da Légua, tendremos que contar con un día más para hacer la ruta.
- En la costa lusa del Douro y el Miño suele soplar con fuerza el viento, lo que puede trasladar nuestro gozo inicial al pozo.
4. Camino de Braga
La cenicienta de las cuatro hermanas portuenses tiene su principal debilidad en la falta de una promoción efectiva, y de la baja presencia de peregrinos ya podemos colegir otras carencias. Sin embargo, probablemente estamos ante la más antigua ruta de peregrinación, la que pasaba por Braga, capital espiritual del país con un rico patrimonio construido alrededor de su catedral.
A Favor
- Tan solo por conocer Braga ya valdría la pena elegir esta ruta, que de Porto regresa al Camino Central en Ponte de Lima.
- Como decíamos es muy posible que estemos ante la primera ruta de peregrinos en el Norte de Portugal, ya que se apoya en la vía romana XIX del Itinerario de Antonino, que en esta parte comunicaba Cale y Bracara Augusta.
- El paisaje rural que atraviesa la variante, que suma de cuatro a cinco etapas frente a las tres del Camino Central, es muy ameno, y el perfil no presenta grandes obstáculos a no ser las portelas que separan los sucesivos valles transversales (Ave, Cávado).
En contra
- Por ser el itinerario menos transitado de los cuatro, también es el peor señalizado, ya que la reposición de las flechas no se realiza con gran diligencia.
- El gran hándicap de esta ruta es la dificultad para distribuir las etapas, en particular la primera, muy larga hasta Santiago das Antas (37 km) y con desvío inevitable a Vila Nova de Famalicão para alojarse.
- Aunque los Amigos del Camino han hecho un gran esfuerzo por apartar a los peregrinos de las siempre transitadas carreteras nacionales, aún hay más tramos de los deseables que coinciden con ellas, y varios cruces de riesgo.
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